Verónica Raffo

¿Cómo te convertiste en una agente de cambio para el liderazgo femenino en Uruguay?
Hace casi 20 años, tomé una decisión consciente en un contexto uruguayo que consideraba suficiente tener una legislación evolucionada de igualdad de derechos para alcanzar la equidad real. Sin embargo, el Foro Económico Mundial indicaba que cerrar las brechas reales nos llevaría 100 años. Me rebelé instantáneamente ante esa realidad y me lancé a convencer a otros, a generar movimiento confiada de que, cuantas más personas estuvieran convencidas, mayor sería la acción y aceleración.
Para lograrlo, utilicé todas las herramientas a mi alcance: estudié a fondo datos y análisis internacionales, escribí, conversé, di presentaciones y hablé en eventos. Me uní a organizaciones, creé espacios de networking entre mujeres, participé en iniciativas de mentoría y coaching, me involucré en iniciativas de regulación y, sobre todo, me animé a dar la pelea usando argumentos objetivos, incluso con los interlocutores más reacios.
¿Cómo manejás el equilibrio entre el liderazgo firme y la empatía en el ámbito empresarial?
A mi entender no existe una contradicción entre firmeza y empatía, sino que son ambas competencias claves que un líder moderno debe desarrollar para construir un equipo en el que la confianza, la comunicación y el sentido de valor de sus miembros funcione. Tener las conversaciones más difíciles manteniendo la capacidad de escucha y poniéndote en el lugar del otro no implica dejar de mantener la firmeza necesaria en lo que es correcto para el equipo o la organización.
¿Qué impacto te gustaría lograr a través de la educación en Uruguay?
Dar un salto significativo en educación es la única forma de que Uruguay puede dar un salto significativo en crecimiento. No podemos evolucionar como país al ritmo que queremos si nuestros esfuerzos no se enfocan en retener a nuestros jóvenes en el sistema educativo y en darles la oportunidad de formarse para el mundo del trabajo del futuro. Así, lograríamos cerrar la dolorosa brecha que existe hoy en educación entre el percentil más pobre y el más rico de Uruguay.
¿Qué te impulsa a hablar abiertamente sobre feminismo en el mundo de la empresa?
De nuevo tiene que ver con sentir la necesidad de impulsar cambios y derribar estereotipos. Resignificar en el mundo de la empresa los principios que defiende el feminismo, que es la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. Mostrar como todos, hombres y mujeres, podemos ser feministas sin que ello implique un enfrentamiento, sino una gran oportunidad de crecimiento y desarrollo para todos. Hoy en día creo que las organizaciones son conscientes de la importancia de atraer y retener al mejor talento y el mejor talento implica diversidad (no solo de género).