
La economía argentina en el contexto internacional
La idea de estas líneas es repasar la coyuntura con una perspectiva mundial. Comenzando por Estados Unidos, la novedad es la agenda de Trump, quien dirigirá un país que económicamente está sólido por la administración Biden. Habrá que aprovechar esta herencia, sumado a que hay crecimiento, bajo desempleo, buenos indicadores en el mercado de capitales, bonos y acciones. Comienza un ciclo de reducción de tasas por parte de la Fed, que podría ser más moderado por tensiones inflacionarias actuales y que se pronostican para la gestión de Trump. La inflación podría subir por el aumento de los aranceles, en particular con China, mientras que la reducción prevista para los impuestos a los ricos podría acrecentar el déficit fiscal e influir también en una mayor inflación.
Por otra parte, se especula que, dado el proteccionismo de Trump, se afectará a las monedas —el yuan, por ejemplo— para compensar los aranceles. El yuan se devaluará, y esto implica un dólar más fuerte que se apreciará. Este dólar fuerte puede influir en el descenso del precio de las materias primas a nivel mundial. Trump siempre ha valorado que la Fed tenga una política de tasas de interés bajas. Esto supone un conflicto potencial con el presidente de la Fed, que tiene mandato hasta 2026 y es más moderado.
En lo referente a su posición crítica con la llamada agenda verde, se impulsará fuerte al sector de hidrocarburos tanto en shale como en convencionales. La agencia de eficiencia del Estado está por verse cómo funcionará, va en la línea de hacer una economía más funcional, en forma análoga al Ministerio de Transformación de la Argentina.
En el frente europeo, es relevante que Alemania no termina de salir del estancamiento y no crecerá en 2025. Su modelo industrial exportador perdió potencia en una economía burocrática que ha sido afectada por la restricción energética de Rusia cuando comenzó la guerra.
China sigue a un ritmo de crecimiento más lento, al 5 %. Su posición geopolítica es clave. Apoya a Rusia en una alianza implícita de autocracias contra Estados Unidos. El conflicto con Taiwán podría ser grave si escala. Trump no quiere guerras como lo mostró en su primera presidencia. Quiere arreglar rápido la situación de Ucrania y Rusia, y seguramente actuaría igual con el caso Taiwán.
En la región está sonando fuerte la devaluación del 25 % del real brasileño muy unida al desequilibrio fiscal de un país que crece al 3 % sin inflación. Lula quiere un banco central con menores tasas de interés con la nueva gestión, lo que puede complicar el panorama monetario que venía siendo ortodoxo.
En cuanto a Argentina, donde no se esperan shocks externos relevantes, la actividad cayó 3 % en 2024 y rebotará casi 5 % este año. La recuperación de los sectores será heterogénea. Destacan los sectores clásicos vinculados a las materias primas en mayor expansión que no cayeron durante 2024, Vaca Muerta, minería y pampa húmeda. En esta dinámica preocupa el sector real que sufre más de cerca el atraso cambiario con mucha experiencia histórica de los perjuicios que se pueden dar, como ocurrió en los 90. Estos sectores deberían recuperar competitividad y eficiencia. Es clave que se les nivele la cancha con políticas de reducción de impuestos y reformas estructurales proeficiencia. Es un tema que generará mucho debate, dados los reclamos del mundo industrial.
El programa fiscal, que es el pilar más valioso de la administración actual, seguirá firme y ayudará a que vaya bajando el riesgo país y la inflación. Se estima que esta última se ubicará en el orden del 30 % para 2025, aunque el gobierno es más optimista al respecto. Por otro lado, el ancla cambiaria complementará el ajuste fiscal y se prevé que el crawling peg puede pasar a 1 % mensual dentro de poco tiempo.
Este año es clave salir del cepo, seguramente esta medida será después de las elecciones. Lo ideal sería tener fondos frescos del FMI para fortalecer las reservas que siguen negativas. Se vuelve clave monitorear la cuenta corriente. La balanza comercial disminuirá a pesar de la mayor exportación de hidrocarburos. El turismo castigará mucho a a la cuenta corriente. En definitiva, hay que pensar en un régimen cambiario que sea proclive a que se acumulen reservas del lado de la cuenta corriente y no de la cuenta capital. El debate es si no deberíamos pasar a un régimen flotante. Las importaciones crecerán más por la expansión del PBI, por el dólar bajo y por la apertura comercial.
Es fundamental que se comiencen a encarar las reformas estructurales como la previsional, la tributaria y la laboral para darle mayor solidez al modelo de crecimiento, que tiene como tarea pendiente disminuir la pobreza. La competencia de monedas parece cada vez más cercana.
El 2025 es un año clave de elecciones, donde todo apunta a que Milei las va a ganar. Esto le dará mayor gobernabilidad para disminuir la necesidad de recurrir a decretos de necesidad y urgencia (DNU) y vetos, prácticas que, desde el punto de vista institucional, no son ideales. Sin embargo, la elección puede ser más reñida en el conurbano porteño. En definitiva, este año será una oportunidad para consolidar el modelo y atacar vulnerabilidades para perfeccionarlo.