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¿Qué nos dicen los datos?

Determinantes socioeconómicos de la votación a los principales partidos políticos en las elecciones de 2019.

¿Lo que realmente importa es la seguridad? ¿La gente vota con el bolsillo? ¿Qué otras políticas son valoradas a la hora de ofrecer el voto a un determinado partido político? En este artículo buscamos dar respuesta a estas preguntas para el caso de Montevideo mediante un análisis por barrios de los votos obtenidos por los cuatro principales partidos que compitieron en la primera vuelta de las pasadas elecciones nacionales de octubre de 2019.

Existe una amplia literatura nacional que busca caracterizar el comportamiento de los votantes a la hora de decidirse por un determinado candidato. Dentro de esta, es posible distinguir dos grandes perspectivas que dan cuenta del comportamiento de distintos segmentos del electorado.

En los electores estables las preferencias responden a características que no se modifican en el corto plazo.

Por un lado, están los enfoques que consideran que existen electores estables. En este caso, las preferencias responden a características que no se modifican en el corto plazo, como la clase social, el lugar de residencia, la ocupación y la ideología. Históricamente, la mayor parte de los votantes uruguayos han sido estables a la hora de votar, cambiando muy gradualmente su comportamiento.

Por este motivo, distintos investigadores han buscado crear un perfil del votante promedio de cada partido. Tradicionalmente, el Frente Amplio ha captado un electorado “moderno”, compuesto en mayor proporción por jóvenes, personas que viven en Montevideo y con un nivel de educación relativamente alto (Moreira, 2000)[1]. Sin embargo, a lo largo del tiempo la izquierda ha captado cada vez más votos provenientes de sectores poco educados y de menores recursos (Luna, 2002)[2]. En contraposición, el voto a los partidos tradicionales ha estado históricamente vinculado a personas de mayor edad y residentes en el Interior.

Por otro lado, están los enfoques que se concentran en los votantes inestables. Dado que toman decisiones basándose en cuestiones de corto plazo, tales como la coyuntura económica, tienden a cambiar sus preferencias dependiendo del contexto. Este segmento es el que determina la alternancia de diferentes partidos en los gobiernos. Para caracterizarlo, muchos autores han recurrido al llamado modelo de expectativas racionales o “voto económico”, según el que los electores seleccionan su candidato preferido mediante un cálculo económico. Las personas buscan maximizar su utilidad y premian con su voto a quien consideran que mejorará su situación personal. De esta manera, se dejan de lado las lealtades partidarias. Aunque constituyen un segmento relativamente pequeño del electorado, con frecuencia son los que terminan definiendo las votaciones (Esposito et al, 2015; Navia y Osorio, 2015)[3]. En particular, Esposito et al (2015) se enfocan en individuos encuestados que declararon no tener una fuerte identidad partidaria y concluyen que quienes evaluaron positivamente la gestión del gobierno, su situación personal y la del país tendieron a votar al oficialismo, de forma que existió un voto racional que “premió” el percibido buen desempeño.

Para estudiar posibles condicionantes de la votación en las elecciones de octubre de 2019 fuimos directamente a los datos. Para ello fue necesario cruzar y compatibilizar tres fuentes de información diferentes: los datos de votación en las elecciones nacionales publicados por la Corte Electoral, los datos socioeconómicos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) del Instituto Nacional de Estadística (INE), y datos de denuncias de delitos en las diferentes jefaturas de policía de Montevideo provenientes del Ministerio del Interior. Toda esta información fue procesada de forma tal de obtener diferentes variables a nivel de barrio (de acuerdo con la clasificación del INE), por lo que se trabajó con muestras de 62 observaciones.

A partir de estas variables, se realizó una serie de regresiones econométricas para analizar la relevancia estadística de ciertas variables sobre el resultado de votos al Frente Amplio (FA), Partido Nacional (PN), Partido Colorado (PC) y Cabildo Abierto (CA) en la última elección. Se evaluaron diferentes variables construidas a partir de la ECH relacionadas al nivel socioeconómico de los individuos, su familia, su educación, la seguridad en el barrio, así como la valoración que hacían de determinadas políticas sociales. Es importante aclarar que para la construcción de estos indicadores solo se tuvo en cuenta a personas mayores de 18 años, de manera que solo se reflejan las características de las personas habilitadas a votar en cada barrio. También, se incluyeron en las regresiones datos por barrio de hurtos, rapiñas y homicidios del Ministerio del Interior.

En la siguiente tabla se resumen los resultados obtenidos para explicar la proporción de voto por partido político en cada barrio de Montevideo (las variables finalmente utilizadas en cada regresión están separadas por temática).

Nota. Variable significativa: Significa que, en la prueba-t correspondiente, la variable tiene un efecto significativo sobre la variable dependiente, con un 90 % de certeza. En la regresión del Partido Nacional se incluye también la proporción de los habitantes del barrio que cuentan con un seguro médico privado. La variable no es significativa.

En primer lugar, para representar el problema de la inseguridad, se calculó la suma de homicidios ocurridos en cada barrio en los últimos cuatro años. En segundo lugar, se testearon numerosos indicadores con el fin de reflejar los niveles socioeconómico y educativo medios de cada barrio. Las variables incluidas en la tabla son: el promedio de ingresos personales de los individuos en el barrio, el porcentaje de personas desempleadas, el porcentaje de personas mayores de 25 años que asistió a una institución de educación media pública, el porcentaje de personas mayores de 25 años que culminó el nivel universitario y el porcentaje de personas mayores de 25 años con educación técnica completa. Dentro de las políticas sociales, se considera el porcentaje de personas que recibe algún tipo de canasta, así como la variación del porcentaje de personas que cobró asignaciones familiares en 2018 con respecto a 2014[4]. Finalmente, se incluyen variables relacionadas a la familia: porcentaje de personas en el barrio en cualquier tipo de unión con una pareja del mismo sexo, porcentaje de personas cuya ascendencia principal es indígena y promedio del número de hijos de los habitantes de cada barrio.

La inseguridad fue uno de los asuntos más mencionados durante la campaña electoral. Por lo tanto, sería esperable que hubiera tenido un impacto relevante en la votación. Sin embargo, los datos no lo pueden confirmar. El total de homicidios observados en cada barrio no es una variable que tenga poder explicativo sobre la votación proporcional de los cuatro principales partidos, una vez que se consideran las variables socioeconómicas. Lo mismo sucede con hurtos y rapiñas. A su vez, tampoco es significativo el incremento observado en los últimos tres años en cada barrio de la incidencia de homicidios, rapiñas y hurtos.

La evidencia indica que las variables socioeconómicas condicionan significativamente los votos recibidos por cada partido.

Por su parte, la evidencia indica que las variables socioeconómicas condicionan significativamente los votos recibidos por cada partido en cada barrio de Montevideo; a excepción del PN, todos los partidos tienen alguna variable significativa dentro de esta categoría.

En el caso del FA, para predecir el porcentaje de votos obtenidos en cada barrio, son significativos el ingreso promedio y la tasa de desempleo. A su vez, ambas tienen un efecto negativo en el resultado electoral del partido. Así, los barrios con mayores ingresos, en promedio, votan menos al FA[5]. Lo mismo ocurre en los barrios con mayores tasas de desocupación[6]. Esto puede ser ilustrado con ejemplos concretos. El barrio con mayor ingreso medio es Punta Carretas, donde el 27,1 % de los individuos votaron al FA. En contraposición, en Casavalle, el barrio con menores ingresos promedio, un 47,2 % votó al FA. Este valor constituye un 20,1 % más que en Punta Carretas, pero se acerca a la media de todos los barrios (48,1 %). Al poner el foco en el desempleo, se destaca que Bañados de Carrasco fue el barrio que registró mayores niveles de desocupación en 2018 (9,4 %). Pocitos tuvo una tasa de desempleo mínima (2,8 %). Mientras que en Bañados de Carrasco el FA obtuvo un 33,5 % de los votos, en Pocitos dicho valor fue mucho más elevado (48,5 %).

En el caso del PC, dos variables parecen afectar el porcentaje de votos obtenido: haber finalizado el nivel universitario y poseer una educación técnica completa. Ambos efectos son positivos, de forma que los barrios con porcentajes mayores de cualquiera de estas dos variables registran, en promedio, mayor porcentaje de votos para el PC[7]. Los dos casos extremos son Punta Carretas, en donde un 49,4 % de los mayores de 25 años culminó el nivel universitario y un 24,9 % de los habitantes votó al PC, y Jardines del Hipódromo, donde dicho valor es de apenas 0,5 % y solo un 7,9 % se decantó por el PC. Mientras que el 17,8 % de los individuos mayores de 25 años culminó una educación técnica en Jacinto Vera, solo 6,8 % lo hizo en Casavalle. En estos barrios, el porcentaje de votos al PC fue de 24,9 % y 7,9 %, respectivamente.

Por otro lado, dos variables socioeconómicas y educativas afectaron los resultados de Cabildo Abierto. En primer lugar, el promedio de ingresos personales en el barrio impactó negativamente al porcentaje de votos captados por CA en cada barrio[8]. Por el contrario, quienes asistieron a centros de educación media pública tienden a decidirse en mayor proporción por CA[9].

Con respecto a las políticas sociales, se observa un impacto positivo de la variable canasta sobre la votación obtenida por CA: en promedio, los barrios con mayores porcentajes de personas que acceden a una canasta votan en mayor proporción a este partido[10]. A su vez, la variación del porcentaje de personas que recibió una asignación familiar tuvo efectos negativos para el FA y el PN. Para el primero, se observa que en aquellos barrios donde hubo una variación mayor, los votos captados fueron menores[11]. En La Blanqueada, donde hubo un aumento del 135,4 % en las asignaciones, el FA fue votado por un 39,5 %. En cambio, en Carrasco, donde hubo una variación negativa de 100 % en dichos beneficios, el resultado fue de 43,6 %. Para el PN se observa el efecto contrario: una variación mayor significa más votos[12]. Para el PC, resulta significativo el porcentaje de personas que recibieron una asignación (observando el año y no la variación). Aquellos barrios con un número mayor de personas que reciben una asignación, en promedio, votaron más al PC[13].

En principio, estos resultados son sorprendentes, ya que se podría esperar que sucediera lo contario. Uno supondría que aquellos barrios donde porcentajes mayores de personas reciben una asignación (o que han registrado un mayor crecimiento en las mismas) votarían más al oficialismo, pero sucede lo opuesto. Existen varias interpretaciones posibles; una de ellas podría ser que la asistencia del gobierno constituye un síntoma de carencia de recursos. Entonces, si ha aumentado el porcentaje de individuos que reciben una asignación, significa que ha empeorado su situación económica y se atribuye la responsabilidad al gobierno oficialista.

Completamos el análisis con variables que están asociadas a la familia. Mientras que el PC obtiene menos votos en aquellos barrios en los que se tiene en promedio más hijos, con CA sucede lo contrario[14]. El promedio máximo observado en cada barrio es de 1,7 hijos en Bañados de Carrasco y el mínimo de 0,9 en el Centro. En estos barrios, el porcentaje de votos para el PC fue de 4,6 % y 13,7 %, respectivamente. En contraste, los votos a CA fueron 15,7 % en Bañados de Carrasco y 7,1 % en el Centro. Por su parte, los barrios con más parejas del mismo sexo votan proporcionalmente más al FA y menos al PN[15].

La inseguridad en sí misma no es una variable que haya impactado significativamente el resultado de las elecciones.

En conclusión, los datos sugieren que la inseguridad en sí misma no es una variable que haya impactado significativamente el resultado de las elecciones nacionales de octubre de 2019. Sin embargo, existen varias características socioeconómicas que contribuyen a explicar la votación por partido en los distintos barrios de Montevideo. Más allá de los estereotipos que se puedan tener, los números hablan.

Referencias

[1] Moreira, C. (2000): Las paradojas eleccionales del fin de siglo uruguayo: comportamiento electoral y cultura política, Instituto de Ciencia Política, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.

[2] Luna, J.P. (2002): “¿Pesimismo estructural o voto político? Macropolitics en Uruguay”, Revista Uruguaya de Ciencia Política, Montevideo.

[3] Esposito, E.; Nieves, C.; Pérez, M.; Ruiz Díaz, M. (2015): “La otra cara de la partidocracia uruguaya: voto económico, evaluación de la gestión y efectos de la campaña electoral en los votantes con débil identidad partidaria”, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y Navia, P.; Osorio, R. (2015): “Una aproximación al Estado del voto económico en América Latina”, Revista de Ciencia Política, vol. 53.

[4] En particular, para la regresión del Partido Colorado se utilizó solamente el porcentaje de personas que cobra asignación familiar (sin variación).

[5] Una suma de $ 1000 de los ingresos promedios se traduciría en 0,4 % menos de los votos.

[6] Un aumento de 1 % de la tasa de desempleo se traduce en 1 % menos del total de los votos del barrio.

[7] A partir de los coeficientes estimados se puede afirmar que, un alza de 1 % de las personas con educación universitaria se traduce en un aumento promedio de 0,3 % de sus votos. En forma análoga, un crecimiento de 1 % en las personas que hayan terminado educación técnica significa un aumento de 0,3 % de sus votos.

[8] Mil pesos adicionales en los ingresos promedios de cada barrio significan, en promedio, 0,1 % menos del total de votos.

[9] En este caso, un crecimiento de 1 % de las personas que recibieron una educación media pública se refleja en un aumento promedio de 0,1 % del total de votos.

[10] Un 1 % más de personas que reciben una canasta se traduce en un aumento esperado de 4,1 % en la proporción de votos.

[11] Un aumento de un punto porcentual en la variación de las personas que recibieron asignaciones familiares en 2018 con respecto a 2014 significa, en promedio, 0,05 % votos menos.

[12] Un punto porcentual más en la variación significa una media de 0,02 % más del total de votos.

[13] Esto se refleja en el coeficiente: un 1 % más de personas que reciben una asignación familiar conlleva una media de 0,5 % más de votos.

[14] Para el PC se espera que un hijo más en el promedio de cada barrio genere una disminución de 0,1 % de los votos al partido. Para CA se observa que un hijo adicional en el promedio de cada barrio provoque un aumento de 0,1 % de los votos en el total de los votos captados.

[15] Para el FA, se espera que un crecimiento de un 1 % de las parejas del mismo sexo redunde en un 1,4 % más en la proporción de votos. Este mismo incremento para el PN conlleva a un 0,6 % menos de los votos.

Autores

Profesor de Economía en

PhD en Economía, Universidad de San Andrés (Argentina); máster en Economía, Universidad de Chicago; Programa de Alta Dirección, IEEM, Universidad de Montevideo; licenciado en Economía y Analista en Contabilidad y Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

Investigadora del Centro de Economía Grant Thornton del IEEM
Investigadora del Centro de Economía Grant Thornton del IEEM.

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