«El gran desafío para la próxima administración es lograr una mayor eficiencia»

Ana Laura Fernández
Asesora económica de la Cámara de Comercio y coordinadora de la Academia Nacional de Economía
¿Cuáles creés que serán los principales eventos globales de impacto que condicionarán la economía uruguaya en 2025?
En 2024, la economía mundial se mostró resiliente, con niveles de inflación en descenso y acercándose a los objetivos propuestos por la política monetaria de los principales Bancos Centrales. Esto ocurrió en un marco de relativa estabilidad en términos de crecimiento económico. Sin embargo, el inicio de 2025 trae un debilitamiento de las expectativas en diversos frentes. Para las economías emergentes, como la uruguaya, el panorama externo es complejo e incierto: se esperan un menor crecimiento mundial, un dólar fortalecido, altos costos y tasas de financiamiento global elevados por un tiempo más (lo que limita la llegada de capitales a la región) y una mayor volatilidad de los precios de los commodities, con una tendencia a la caída debido a la menor demanda global y tensiones comerciales y geopolíticas.
En este contexto, las relaciones comerciales estarán enmarcadas en un ambiente más tendiente al proteccionismo, lo que afectará tanto la oferta como la demanda global de bienes y servicios, impactando también la oferta exportadora y procesos productivos locales. Por ejemplo, para ilustrar posibles cambios en la demanda y precios de bienes comercializados internacionalmente por las principales economías: en 2024, China fue el principal destino de las exportaciones uruguayas, representando el 24 %, incluidas las exportaciones desde las zonas francas. Entre los bienes exportados, la celulosa fue el principal producto vendido, con un valor de USD 2545 millones, seguida por la carne bovina (USD 2026 millones) y la soja (USD 1199 millones). En el caso de la celulosa, China también fue el principal mercado, con una participación del 42 %.
En cuanto a las importaciones, el rubro más relevante fue la categoría “suministros industriales elaborados”, que alcanzó los USD 3142 millones y representó el 29 % del total de las importaciones de bienes.
¿En qué áreas considerás que el Gobierno uruguayo debería enfocar sus esfuerzos para garantizar un crecimiento sostenible?
Según las proyecciones de crecimiento económico para este año y los próximos, las tasas de crecimiento previstas para la economía uruguaya son moderadas, en torno al 2,5 %. Esto demuestra que el principal desafío sigue siendo alcanzar una fase de mayor velocidad de crecimiento que se traduzca en una mejora del bienestar para toda la población.

«Las tasas de crecimiento previstas para la economía uruguaya son moderadas, en torno al 2,5 %».
En definitiva, el gran desafío no solo para la próxima administración, sino también para todos los actores que integran la estructura productiva del país, es lograr una mayor eficiencia. Esto debe traducirse en un entorno de negocios que facilite y promueva mayores niveles de competitividad de las diferentes actividades productivas. Este factor es clave para atraer y generar mayores inversiones que impulsen un crecimiento superior en el futuro.
Para lograr estos objetivos, es fundamental seguir trabajando en reformas y medidas clave, enfocándose en fortalecer los niveles de inversión y mejorar la productividad. No quedan dudas de que mejorar el ambiente empresarial y fomentar la competencia son medidas esenciales para impulsar la inversión y la productividad sin requerir grandes recursos fiscales. Esto incluye reformar regulaciones del mercado doméstico para eliminar barreras a la competencia en sectores clave como energía, transporte y comercialización de bienes y servicios esenciales para los procesos productivos. Además, mejorar la gestión y gobernanza de las empresas públicas es fundamental para atraer nuevas inversiones más diversificadas, innovadoras y sofisticadas.
Al mismo tiempo, es indispensable generar y atraer talento hacia actividades económicas más sofisticadas. En este sentido, Uruguay también presenta importantes desafíos, en particular en las bajas tasas de finalización de la educación secundaria entre personas de 20 a 24 años. Esto agrava el desempleo juvenil, lo que afecta negativamente la calidad del empleo, la productividad y las oportunidades de desarrollo.
La evidencia empírica muestra que la mayoría de los jóvenes trabajan en ocupaciones de baja productividad o con medio-alto riesgo de automatización. Estas suelen ser tareas más bien básicas, rutinarias, y, en general, con bajos niveles de remuneración. Asimismo, se observa un alto nivel de informalidad laboral, superando la media del mercado de trabajo global. Esto es preocupante, ya que las trayectorias laborales que comienzan en empleos informales o de baja calidad suelen convertirse en trampas que dificultan la transición hacia empleos de mejor calidad.
Por lo tanto, resulta clave abordar esta doble vulnerabilidad: jóvenes con bajos niveles de formación y empleos de menor calidad. Esto debe hacerse mediante la articulación de políticas activas de empleo que fomenten la contratación de jóvenes desempleados, complementadas con programas adecuadamente diseñados de formación y finalización de ciclos educativos. Estas medidas contribuirán a mejorar la calidad del capital humano y, por lo tanto, a aumentar la productividad del trabajo y de la economía en su conjunto.
¿Qué acciones creés que llevará a cabo el nuevo Gobierno para impulsar la economía? ¿Y cuáles considerás que probablemente no abordará?
Más allá de los aspectos mencionados anteriormente, otro tema clave para la economía uruguaya, dado su impacto en el crecimiento, es la política exterior del próximo gobierno. Una de las mayores incógnitas es la estrategia que adoptarán las nuevas autoridades: si continuarán los intentos por flexibilizar el Mercosur, como en años anteriores, o si, en cambio, optarán por alinearse más claramente con los intereses de Brasil. También está por definirse el grado de acercamiento o distanciamiento con el gobierno de Milei y, en consecuencia, con Estados Unidos o China.
Otro punto relevante será la estrategia de apertura comercial, ya sea mediante acuerdos con nuevos países y bloques comerciales o mejorando las condiciones de acceso en determinados mercados y productos. Esto incluye no solo la reducción de aranceles, sino también la eliminación de trabas no arancelarias, como requisitos sanitarios, técnicos y regulatorios, así como protocolos de producción y medidas para facilitar el comercio en los principales productos exportados por Uruguay.
Aunque la economía uruguaya depende en gran parte de lo que suceda globalmente, las decisiones políticas y los liderazgos existentes serán esenciales para lograr una economía más abierta, con resultados concretos en términos de crecimiento, comercio e inversiones.

«Es esencial flexibilizar las corrientes de bienes que ingresan al país, tanto de insumos productivos como de bienes de consumo final».
En este marco, es esencial flexibilizar las corrientes de bienes que ingresan al país, tanto de insumos productivos como de bienes de consumo final. Esto requiere avanzar en una agenda que aborde no solo los aranceles, sino también las barreras para-arancelarias. A modo de ejemplo, los productos textiles tienen un arancel de importación promedio del 20 %, mientras que el calzado alcanza el 27,3 %. Además, para productos de fuera del Mercosur, se suma el 5 % de tasa consular. En comparación, Chile, aplica un arancel promedio del 6 % fuera de sus acuerdos preferenciales, y su arancel efectivo ponderado es menor al 1 % cuando se incluye todo el comercio bajo acuerdos de libre comercio. En Uruguay, solo la tasa consular ya se acerca al promedio chileno.
Además, muchos de los productos que ingresan al país enfrentan, además de aranceles y la tasa consular, medidas para-arancelarias e intervenciones de organismos que, en muchos casos, exceden su espíritu de control y resguardo. Estas barreras se transforman en trabas burocráticas con fines recaudatorios, limitando la competencia de los mercados y generando sobrecostos innecesarios.
¿Cómo evaluás la situación económica de los principales socios comerciales de Uruguay, como Brasil y Argentina, en el marco de este panorama 2025?
En cuanto a la región, el gran desafío será el desempeño económico de Brasil, que enfrenta un crecimiento más lento, depreciación de su moneda y tensiones fiscales. Esto afectará la competitividad de precios de Uruguay, impactando negativamente las exportaciones de bienes, los servicios (especialmente el turismo) y, de forma indirecta, incrementando el contrabando y su impacto en el comercio minorista.
Por su parte, desde Argentina se esperan noticias más positivas para este año. Además de la mejora en la relación de precios desfavorable para Uruguay, hay perspectivas de crecimiento optimistas ante un contexto de reactivación económica y la recomposición de su moneda. Esto podría mejorar el poder adquisitivo de su población y aumentar el consumo privado, generando un escenario favorable para Uruguay, especialmente en sectores relacionados con el comercio y los servicios.
Por lo tanto, los acontecimientos más recientes sobre la situación económica en la región subrayan algunos de los desafíos que enfrentará la economía uruguaya. Estos no solo condicionarán los niveles de crecimiento de la economía en 2025 en particular, sino también las pujas sobre la distribución de recursos, las decisiones en el mercado laboral frente a una nueva ronda salarial, la estrategia tributaria frente a medidas anunciadas que prevén un mayor gasto, y los objetivos de la política monetaria, considerando las tensiones entre inflación y competitividad.