El mundo empuja actividad
La economía uruguaya recibe el impacto de la economía mundial a través de dos canales, el comercial y el financiero.
Lo que sucede con el crecimiento de las principales economías demandantes de nuestra producción determina una parte importante del dinamismo de la actividad del sector transable. El otro sector, el no transable (que produce bienes con destino al mercado doméstico y no tienen su dinamismo afectado por lo que sucede en el mundo) depende más de lo que sucede con la capacidad de consumo de los uruguayos.
Otro factor de importancia en ese canal comercial es la competitividad del precio de la producción uruguaya respecto de las economías que demandan nuestra producción y de las economías que compiten con nuestra producción.
Para 2022 la economía de Estados Unidos confirmaría una rápida salida de la crisis de la pandemia 2020 (ver distinción 2020 versus 2021 más adelante) aunque con cierta desaceleración de su actividad económica. Aun así, superará los niveles de actividad prepandemia 2020 y consolidará la recuperación de los niveles de empleo, aunque aún con gente que salió del mercado de trabajo y no ha podido volver a la actividad. Por otro lado, la inflación sigue en registros elevados, la que dejó de ser considerada como transitoria para el presidente de la Reserva Federal Jerome Powell, Esto acelera la política de tapering ordenado (disminución de las compras de activos por parte de la Reserva Federal) y adelantará la suba de tasas. Con una economía que se desacelera, esta política monetaria menos expansiva puede provocar “chispas” y algún freno adicional. Cabe notar que esto último se convierte en el principal factor a la baja dentro del balance de riesgo para la economía estadounidense.
Otro elemento no económico en ese balance de riesgos está vinculado a lo sanitario. Y es algo que quizá no ponderamos en Uruguay dado nuestros altos niveles de vacunación. Desde inicios de 2021 estamos ante la “pandemia 2021”, que afecta a los países en tanto tengan importantes sesgos de no vacunación. Las nuevas variantes han demostrado que afectan de forma más importante a los no vacunados y a los que no están completamente vacunados, lo cual involucra a poblaciones significativas y, en algunos casos específicos como Estados Unidos, está asociado a la población socialmente más vulnerable.
En el cuarto trimestre de 2021 la economía china creció apenas 4 %, la tasa interanual más baja de los últimos 10 años.
En el caso de China, en el cuarto trimestre creció apenas 4 %, la tasa interanual más baja —sin considerar la inmediata a la caída por el efecto de la pandemia en 2020— de los últimos 10 años o más. En este caso, la economía china procesa el ajuste que las autoridades decidieron realizar en el sector de construcción de viviendas y real estate. Por tanto, su crecimiento en el futuro inmediato estará sujeto a cómo sortee la potencial crisis financiera que podría provocar la crisis en el sector de real estate, conocida públicamente por el caso Evergrande, pero que involucra a una cantidad mayor de constructoras y desarrolladores. Cerca de la mitad de los treinta mayores desarrolladores inmobiliarios chinos están incumpliendo algunas de las tres reglas definidas por el gobierno respecto a limitar el crecimiento de este sector a partir del incremento del endeudamiento. Esas “tres líneas rojas” son indicadores financieros bajo los que se tienen que desenvolver estas empresas: ratio pasivo-activo (límite del 70 %), ratio deuda neta-capital y ratio efectivo-deudas de corto plazo. Es decir que el efecto Evergrande sobre el sector de real estate chino es, en sí mismo, un riesgo de crisis financiera general para la economía china: el “momento Lehman”.
El sector de real estate y de la construcción pesan 14 % en el PBI chino, y buena parte de su crecimiento se ha explicado por el financiamiento a partir de deuda. No es posible sostener un crecimiento de la economía a partir de sectores cuyo crecimiento tiene base en el endeudamiento. Al respecto, de acuerdo con datos del Banco de Pagos Internacional (BIS), el crédito —al sector no financiero— en China se ha multiplicado por tres en cuanto a su tamaño respecto al PBI: en 1995 representaba un 99 % del PBI, mientras que en 2020 representó el 289 % del PBI.
El canal financiero
Respecto al segundo canal, el financiero, lo que suceda con los movimientos de capitales en el mundo determinará el comportamiento de los tipos de cambio en diferentes economías. Si hay menos capitales (representados por la moneda dominante a nivel financiero mundial como es el dólar), ese bien (dólar) se vuelve escaso y, a igual demanda, sube su precio (el tipo de cambio). ¿Y qué es lo que provoca ese movimiento de capitales? La búsqueda por parte de los inversores de alternativas rentables ajustadas a su tolerancia de riesgo. Con la suba de tasas —que remuneran los instrumentos financieros emitidos por el Tesoro de Estados Unidos—, esos capitales abandonan países emergentes para irse a Estados Unidos. Y, cuanto menos transitoria sea la inflación, mayor probabilidad de adelantar el periodo de suba de tasas, como se mencioné anteriormente.
Cuando analizamos el 2021, podemos observar dos momentos en los que se registraron importantes salidas de capitales desde emergentes y que el tipo de cambio subió en Uruguay. La primera vez fue en febrero, cuando los inversores descontaron que el Plan Biden sería expansionista (cabe recordar que era un plan destinado a inyectar recursos a las familias, por ejemplo, se destinaba un cheque de 1400 USD para las familias que tenían ingresos menores a USD 75 000 anuales, entre otros incentivos). Esto provocó que los inversores “adelantaran” una suba de la inflación, una suba de tasas. Esa “pulseada” logró ser neutralizada por Jerome Powell y el proceso se “desinfló”. Luego, a partir de setiembre, Jerome Powell y la Reserva Federal transmitieron que en 2022 comenzaría el periodo de suba de tasas de interés, lo cual provocó esa segunda ola de movimiento de capitales, que viene ajustando al alza el tipo de cambio (de Uruguay y de varios emergentes) hasta el día de hoy.

Factores domésticos y conclusiones
El 2022 será un año en el que comenzaremos a abandonar algunos dinamismos que nos acompañaron desde 2020, y, con probabilidad algo más incierta, se podrían comenzar a sumar otros.
El dinamismo de la construcción de la tercera planta de celulosa comenzará a debilitarse, y si bien hay obras que por su rezago se imputarán en 2022, el boom de la construcción dará paso al de la producción industrial de la celulosa, algo que sucederá a finales de este año.
El dinamismo de los agronegocios seguirá vigente, siempre sujeto a la influencia del clima sobre los granos y a la posibilidad de seguir sosteniendo tasas de crecimiento en la ganadería como las que hemos visto recientemente.
A esto, como se mencionó, debe sumarse el sector no transable, que depende de lo que suceda con la capacidad de consumo de los uruguayos, y por tanto depende de lo que suceda con el empleo y salarios reales. El empleo se incrementó en cerca de 49 000 personas en el promedio de 2021 y la recuperación real de salarios comienza a activarse a partir del cierre de la novena ronda de negociación salarial.
En cuanto al dólar, más allá de la baja de enero, si la suba de la Tasa de Política Monetaria local (que presiona a la baja al tipo de cambio) se ubica dentro de lo esperado, 2022 sería testigo de una trayectoria creciente del tipo de cambio en tanto se impondrá el efecto provocado por el desmantelamiento ordenado de la política monetaria en Estados Unidos. Factores amenazantes a esto: China y su crisis financiera de magnitud, los riesgos geopolíticos de actualidad.