Revista del IEEM
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Preguntas más que repuestas

La IA tiene hoy el mismo rol que tuvieron los oráculos hace varios siglos.

Corría el año 546 antes de Cristo. El rey Creso gobernaba Lidia, un próspero reino que ocupaba gran parte de Anatolia, la actual Turquía. Al este de sus dominios crecía la influencia de Ciro II, rey de Persia. Por aquello de que la mejor defensa es un buen ataque, Creso comenzó a analizar la posibilidad de lanzar una “guerra preventiva” sobre su vecino. Antes de decidirse a realizar la invasión hizo lo que cualquier rey de su época hubiera hecho, acudir al oráculo de Delfos para que este le informara acerca de lo que deparaba el futuro. La respuesta del adivino fue contundente: la invasión de Creso acabaría con un gran imperio. El ambicioso monarca no dudó más, la información era contundente, además ratificaba sus deseos. La decisión estaba tomada, invadiría Persia. Poco tiempo después lo hizo. Efectivamente sucedió como el oráculo había anticipado. Un gran imperio quedó destruido. Solo que, para desgracia de Creso, el imperio que dejó de existir fue el suyo, ya que fue derrotado por los persas y estos arrasaron sus dominios.

La historia del infortunio del rey Creso puede ser considerada un ejemplo de la ironía del destino o simplemente una argucia de la pitonisa de Delfos, que vaticinó con tal ambigüedad que fuera cual fuera el resultado de la guerra su pronóstico siempre sería acertado. También puede servir de punto de reflexión acerca del proceso decisorio y el peligro que encierra apoyarse en sistemas de información que analizan los datos y emiten recomendaciones.

Hacer las preguntas correctas

En los últimos tiempos la IA ha avanzado en forma exponencial a través de lo que para la mayoría de las personas es ChatGPT, más allá de que esta sea solo una de las tantas herramientas que operan en esta nueva ola de inteligencia artificial. La gran pregunta que muchos se hacen es cómo va a cambiar el mundo del trabajo de su entorno como consecuencia del avance de este tipo de tecnología.

La gran pregunta que muchos se hacen es cómo va a cambiar el mundo del trabajo como consecuencia del avance de este tipo de tecnología.

Obviamente la IA se presenta como un gran “respondedor” a todo tipo de cuestiones. Uno puede preguntarle lo que sea y, de una u otra forma, siempre responde. A veces mejor, a veces peor, pero siempre de una forma que sorprende. Es imposible pensar que alguien que dirige una empresa vaya a poder ignorar esta herramienta en su trabajo. No hay vuelta atrás. La inteligencia artificial generativa vino para quedarse y su capacidad de respuesta no hará más que mejorar en alcance y eficiencia.

Dejemos por un momento el mundo de la tecnología. ¿Qué hace un buen directivo cuando debe tomar una decisión compleja? Muchas cosas, pero una es fundamental. Me refiero a pedir consejo, a preguntar a otros que puedan aportar datos, experiencia, reflexiones e incluso nuevas miradas. Cualquiera que haya acudido a buscar este tipo de ayuda sabe que tan importante como saber a quién acudir es saber cómo preguntar. Quien aconseja necesita que se le pregunte en forma clara y completa, que se le presente lo relevante de la situación. Cuando alguien acude a pedir ayuda, pero no tiene la capacidad de hacer la pregunta correcta, explicando las circunstancias particulares que lo afligen, muy difícil será que el consejo le aporte algo más que confusión.

No se pide consejo antes de tomar una decisión política para que nos digan qué es lo que debemos hacer. Se acude a buscar insumos para sumar al proceso decisorio propio. El objetivo es contar con la mayor cantidad posible de elementos que permitan anticipar todas las potenciales consecuencias de cada una de las alternativas que se están evaluando.

Volvamos ahora al mundo del ChatGPT. Ya hemos dicho que es un gran “respondedor”, pero nada hemos comentado acerca de que la calidad de su respuesta estará totalmente condicionada a lo apropiado de la pregunta. Cuando me refiero a respuestas incluyo también los ensayos o cualquier otro tipo de entregable que esta IA devuelve ante un pedido que se le requiera.

Los buenos directivos, esos que saben pedir consejo antes de decidir, eligiendo bien a quién acuden y explicitando de forma concisa y completa la ayuda que pretenden, sabrán también utilizar estas nuevas herramientas para expandir su capacidad de tomar decisiones en entornos cada vez más complejos e inciertos. Al final sucede siempre lo mismo. En los asuntos prudenciales las herramientas son solo útiles para quienes tienen la capacidad de usarlas correctamente. Quien no sabe preguntar, nunca obtendrá una buena respuesta, quien no sabe cuáles prompts incluir, tampoco obtendrá nada útil para su trabajo directivo, no importa cuán potente sea el modelo de IA que esté utilizando.

En los asuntos prudenciales las herramientas son solo útiles para quienes tienen la capacidad de usarlas correctamente.

Los Cresos de ayer y de siempre

Creso hizo lo que cualquier directivo hubiera hecho. Acudió a la mejor IA generativa de su época. Pero el oráculo de Delfos solo era útil para los que sabían hacer las preguntas correctas. Muchas veces el error en nuestra consulta, ya sea que la hagamos a un experto de carne y hueso o incluso a un sistema inteligente, radica en que preguntamos de tal forma que la única respuesta posible está incluida en nuestra pregunta. El verdadero consejo se pide para cuestionar nuestra sabiduría, para hacernos dudar de lo que vemos claro. Preguntar de este modo es muy complejo, extremadamente difícil me animaría a decir. Pero es el único tipo de consejo que vale la pena buscar cuando de decisiones directivas se trata.

Si hoy le preguntásemos a muchos ejecutivos de alta gama qué opinan acerca de personajes como Creso, que acudían a pitonisas para obtener información valiosa para sus decisiones de gobierno, no dude usted que como mínimo le responderían con una sonrisa socarrona y perdona vidas. Lo que quizás algunos de ellos no perciben es que, aunque más sofisticadas, el uso que pueden llegar a darle a los oráculos cibernéticos contemporáneos no difiere mucho de la forma en que lo hacían aquellos reyes ignorantes.

Autor

Profesor de Política de Empresa en el IEEM

Ph.D. en Dirección de Empresas, IESE, Universidad de Navarra; máster en Dirección de Empresas, IAE, Universidad Austral; contador público, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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