Revista del IEEM
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Bucketlist para 2024: construyendo el futuro del trabajo

Lo que Uruguay necesita para convertirse en un laboratorio de innovación y desarrollo económico.

En el comienzo de este nuevo año, nos enfrentamos a la incertidumbre y a la expectativa de lo que el futuro nos deparará en el mundo laboral. Desde la perspectiva de Uruguay, quiero compartir una lista de deseos para el año 2024, porque como escuché de un reconocido speaker en una charla de ACDE, “Uruguay tiene una deuda con el futuro”. ¿Puede haber algo más imperdonable que esto?

En Argentina, como parte de la campaña de Milei, ha surgido un eslogan con una frase que se hizo viral: “No hay plata”, hasta se han creado camisetas con el lema. Creo que en Uruguay podríamos cambiarla por: “No hay tiempo”. Como país ya no podemos darnos el lujo de seguir esperando, necesitamos algunos cambios que son urgentes y son impostergables.

No hay excusas, es hora de dar el gran salto. Hemos hecho bien los deberes en materia de estabilidad macroeconómica y podemos jactarnos de tener la democracia más igualitaria y próspera de la región. Tenemos todo como para despegar y convertirnos en un auténtico laboratorio para la innovación y el desarrollo económico.

Para que esta transformación sea posible, es imprescindible que haya avances en estas áreas clave para obtener resultados.

 

  1. Educación, educación, educación. ¡Adaptada al futuro!

Mi primer deseo es que 2024 sea el año en que abracemos una revolución educativa. Imaginemos un sistema educativo que fomente la creatividad, el pensamiento crítico y la adaptabilidad. Un sistema que se centre en habilidades prácticas, preparando a los estudiantes para el mundo laboral de manera más efectiva.

En el libro Laboratorio Uruguay, de las argentinas Silvia Naishtat y María Eugenia Estenssoro, que recomiendo muy especialmente, se señalan algunas de las razones por las cuales Uruguay se mira con cierto encantamiento. Sin embargo, en el capítulo de la educación aparece un “warning”. Me gusta principalmente el pasaje en el que las autoras se hacen la pregunta: ¿qué diría Varela acerca del estado de la educación en Uruguay? Luego acotan que la pregunta correcta no es que diría Varela, sino qué haría Varela.

Seguro que lo primero que hizo Varela antes de emprender fue tomarse un barco. Se fue a Europa y a Estados Unidos y copió lo que estaba funcionando mejor en el mundo. Por lo tanto, ser fieles a Varela implicaría observar lo que están haciendo los países líderes en las pruebas PISA, que evalúan las habilidades de estudiantes de 15 años en lengua, matemáticas y ciencia. ¿Qué están haciendo Canadá, China, Corea del Sur, Estonia, Finlandia, Hong Kong, Irlanda, Japón, Polonia, Singapur y Taiwán? Hasta hace no tanto tiempo estaban más atrasados que nosotros, pero sus líderes optaron por revertir el rezago educativo y encaminaron a sus países hacia la economía del conocimiento, fijando metas de excelencia.

 

  1. Una mayor flexibilidad laboral

En mi lista de deseos —y seguramente muy influenciado por mis puntos de vista personales que se sustentan en la libertad y mayor autonomía de las personas—, anhelo una reforma laboral que promueva una mayor flexibilización laboral.

Sucede que hoy tenemos un marco normativo rígido en material laboral. Muchas de las normas e interpretaciones, desde el punto de vista doctrinario y jurisprudencial, aparentan ofrecer una mayor protección al trabajador. Sin embargo, terminan convirtiéndose en un lastre, un ancla que obstaculiza el progreso y la creación de nuevas oportunidades laborales.

Tenemos un marco normativo rígido en material laboral que termina convirtiéndose en un lastre, un ancla que obstaculiza el progreso y la creación de nuevas oportunidades laborales.

Es necesario superar esta traba y flexibilizar las normativas en temas clave como las jornadas laborales y los horarios. Sería positivo para los trabajadores contar con marcos que les permitan trabajar muchas horas algunos días y no trabajar en otros. Estos esquemas pueden resultar muy interesantes o atractivos para determinados sectores de la sociedad. Por parte de las empresas, tendrían muchas más oportunidades laborales variadas si existiera esa flexibilidad. Y, unido a esta mayor flexibilidad, vendría un mayor reconocimiento de los contratos a nivel de las relaciones laborales. Es esencial dejar atrás el esquema arcaico en el que la empresa aparece como sujeto dominante y el empleado como sujeto inferior de la relación (hace tiempo que ya no es así).

También necesitamos responder a otra velocidad a las nuevas demandas que llegan de la mano de las denominadas “economías de plataforma”. Las economías de plataforma, también conocidas como gig economies o economías colaborativas, presentan varios desafíos en materia de regulación laboral. Abordar estos desafíos requiere de un enfoque integral que equilibre la flexibilidad que ofrecen las plataformas con la necesidad de proteger los derechos y la seguridad de los trabajadores.

 

  1. Impulso a la economía digital y al sector tecnológico

Imaginemos un impulso significativo en la economía digital que convierta a Uruguay en un líder regional en innovación tecnológica. Desearía que las inversiones se orienten hacia el desarrollo de habilidades digitales, creando un ejército de profesionales listos para abrazar los desafíos de la transformación digital. Esto no solo fortalecería la economía, sino que también abriría nuevas puertas para emprendedores locales y startups.

¿Qué fue lo que hizo Israel, un país pequeño, con poca población, sin grandes recursos naturales y en permanente guerra, para convertirse en una “Start-up Nation” (nación de nuevos emprendimientos) de la noche a la mañana?

Hace 50 años, Israel era un país con un PBI per cápita de apenas USD 8000 por habitante y exportaba flores y naranjas. Eso fue así hasta que decidió pasar, en pocas décadas, del subdesarrollo a ser protagonista de la economía del conocimiento y, en poco tiempo, logró quintuplicar su ingreso por habitante.

¿Qué hay detrás del milagro de Israel? Las autoras del libro Laboratorio Uruguay cuentan la explicación que da un científico israelí en el Punta Tech que se organiza en Punta del Este: “Las madres judías sueñan con tener hijos e hijas que sean emprendedores high tech”. Y nosotros podríamos preguntarnos, ¿con qué sueñan las madres uruguayas?

En la misma dirección apunta Andrés Oppenheimer en su libro ¡Cómo salir del pozo! El autor viajó a Silicon Valley, a Israel, a Corea del Sur, Singapur y otras capitales de la innovación. Llegó a la conclusión de que en todos estos países hay una veneración a los innovadores y a los emprendedores. Todos tienen sus centros de innovación. Le llamó la atención que todos los jóvenes quieren ser el próximo Steve Jobs o Elon Musk, mientras que en nuestros países la mayoría de los jóvenes quieren ser el siguiente Messi o la próxima Shakira. Son muy pocos los niños que sueñan con ser el creador del próximo algoritmo que revolucione la economía mundial.

 

  1. Inversión en innovación y mayor apoyo a emprendedores y startups

También sueño con un ecosistema emprendedor vibrante y un apoyo constante a las startups. Desearía ver programas, tanto gubernamentales como privados, que fomenten la innovación, proporcionando financiamiento, mentoría y recursos para convertir ideas audaces en realidades exitosas. Un Uruguay donde la creatividad y el riesgo sean celebrados, y donde los emprendedores encuentren el respaldo necesario para florecer.

Desearía ver programas, tanto gubernamentales como privados, que fomenten la innovación, proporcionando financiamiento, mentoría y recursos para convertir ideas audaces en realidades exitosas.

En nuestro querido país, hay mucho camino por recorrer en materia de innovación. Es sabido que los países que invierten anualmente por lo menos un 1,5 % del PBI en I+D son los que más crecen y aumentan su bienestar. Los países más innovadores también tienen en común que le otorgan un lugar central a la ciencia y a la tecnología. Israel es el país que invierte más en I+D en el mundo, con un 4,95 % del PBI, seguido muy de cerca por Corea del Sur. La media mundial es de 2,27 % del PBI, una cifra que ningún país latinoamericano ha alcanzado, siendo Brasil el que más se acerca con un 1,17 %, seguido por Argentina con un 0,49 % y Uruguay con un 0,39 %.

El economista Ricardo Pascale, autor del libro El Uruguay que nos debemos, de lectura obligada para políticos, empresarios y emprendedores, dice: “En América Latina pensamos que somos pobres para invertir en ciencia y tecnología como hacen los países desarrollados, pero es al revés, somos pobres porque no invertimos lo suficiente en ciencia y tecnología”.

Según el Índice Mundial de Innovación, que evalúa a 132 países, la nación más innovadora es Suiza. Chile es el primer país latinoamericano que aparece en el ranking, en el puesto 50, seguido por Brasil y México. Uruguay se encuentra en el puesto 64, después de Colombia y antes que Perú.

La pregunta es: ¿Cómo generamos más riqueza? Países como China o Corea del Sur, decidieron invertir en ciencia y tecnología para salir de la pobreza. Me pregunto si, de cara a la campaña electoral que tendremos este año, algún político tomará seriamente esta posta.

 

  1. Desarrollo sostenible, responsabilidad social e inclusión

Finalmente, mi lista de deseos incluye un fuerte compromiso con el desarrollo sostenible y la responsabilidad social corporativa. Visualizo empresas uruguayas siendo pioneras en prácticas sostenibles, adoptando políticas que no solo beneficien a la comunidad local, sino que también reduzcan su impacto ambiental. Un mundo laboral en el que la ética empresarial sea una prioridad y las organizaciones se esfuercen por hacer una diferencia positiva.

En Uruguay, necesitamos más oportunidades para los jóvenes, para las mujeres, para los mayores de 45 años, para las personas con discapacidad, para los liberados y otras poblaciones vulnerables. Por fortuna, ya tenemos la Ley de Promoción de Empleo, aunque está muy subutilizada. Todavía no llegamos al nivel de contrataciones que se busca (en 2023 hubo 4500 contrataciones por esta vía) y queda camino por recorrer. Es necesario continuar trabajando en la difusión para que estos planes sean más conocidos por las empresas y para que puedan incluir a más trabajadores. Igual de importante será eliminar la burocracia para que sea más fácil para las empresas utilizar estas herramientas.

Otra gran preocupación, y un frente para atacar, es la población carcelaria. Hay aproximadamente 15 000 personas viviendo en cárceles en Uruguay, esto nos sitúa como el décimo país en el mundo con la tasa más alta de encarcelados per cápita. Una realidad demasiado triste como para dejarla pasar por alto. Son los rankings en los que nadie quiere figurar y se necesita de todo el tejido social para reeducar a los liberados, para que tengan otra contención y acceso a nuevas oportunidades laborales.

 

Futuro, una palabra olvidada

Dice Pascale que Uruguay tiene una mala relación con el futuro y carece de una estrategia de largo plazo, en contraste con los países más desarrollados. ¿Qué soñamos para los próximos 40 años en Uruguay? ¡Es hora de poner las luces largas y saldar esa deuda!

Muchos analistas piensan que Uruguay podría emular el caso israelí, ya que somos un país chico, pero con talento significativo. Sugieren que, si encaramos el futuro con determinación, podríamos dar el gran salto, pasando de la segunda a la cuarta revolución industrial y entrando de una buena vez a la economía del conocimiento. Pero, para eso, advierten que esta debería ser una causa nacional y que se requiere dejar a un lado el corto plazo y buscar el consenso de los partidos políticos, el sector empresarial y sindical.

Para aumentar la productividad, Uruguay necesita más libertad económica, mejor educación, más apertura comercial, mejores regulaciones, mejores reglas laborales, más ciencia y más innovación, y menos burocracia. Solo así se logrará la ansiada convergencia con los países que están a la cabeza.

En este artículo, he compartido una lista de deseos para el mundo laboral en 2024, una visión optimista que fusiona la realidad con la aspiración. A medida que nos adentremos en el año, espero que estas reflexiones sirvan como inspiración para construir un futuro laboral más prometedor y enriquecedor en Uruguay y en el mundo.

Los temas están planteados, las cartas sobre la mesa. Pero no hay tiempo para más gradualismo ni dilaciones, tenemosal que construir el futuro que queremos.

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Comentarios (1)

  • maria teresa miro

    me encanto. gracias, que se concrete, es mi deseo.

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