Revista del IEEM
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El emprendimiento femenino en Uruguay

Un análisis de los elementos que explican la situación del emprendimiento femenino en Uruguay.

En este artículo procuraré caracterizar el emprendimiento femenino en Uruguay, identificando aquellas dimensiones en las que adolece de limitaciones.

Existen tres dimensiones fundamentales a los efectos del análisis: actitudes, intenciones y comportamiento emprendedor. Las actitudes miden dimensiones motivacionales afines al emprendimiento, dentro de las que se destacan el atractivo que despierta la actividad emprendedora y la capacidad autopercibida para emprender. Las intenciones miden la predisposición a la acción emprendedora. Por último, tenemos una serie de indicadores que reflejan el comportamiento emprendedor efectivo.

Existen factores que inciden en la actividad emprendedora independientemente del género, y otros en los que existen diferencias significativas de acuerdo con el género. En este artículo me concentraré en los segundos.

 

Atractivo y prestigio de emprender para las mujeres

Como he analizado en la columna de Emprendimiento, las mediciones indican que la deseabilidad de la carrera emprendedora está en picada desde hace unos diez años, no habiendo diferencias significativas entre hombres y mujeres. Este declive vino acompañado de un deterioro paralelo de las mediciones en cuanto a la percepción del prestigio y la respetabilidad de los emprendedores en nuestra comunidad. La diferencia es que, en este segundo indicador, el deterioro en el caso de las mujeres ha sido mucho más pronunciado que en el de los hombres, tal como puede observarse en el Gráfico 1.

Gráfico 1 – Prestigio y respetabilidad de los emprendedores

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay.

Existen otros factores que pueden explicar este deterioro en el prestigio y deseabilidad de la carrera emprendedora. Cuando a los encuestados se les pregunta si conocen a alguien que haya emprendido en los últimos dos años, las respuestas afirmativas caen de 2011 a 2016, percibiéndose una recuperación en los últimos dos años. Como puede observarse en el Gráfico 2, las respuestas afirmativas de las mujeres solían estar entre 5 y 10 puntos por debajo de los hombres, pero en 2018, por primera vez desde que el GEM mide la actividad emprendedora en Uruguay, la tasa fue prácticamente idéntica entre hombres y mujeres.

Gráfico 2 – Conocimiento de un emprendedor

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay.

Otro factor que podría incidir en el atractivo y prestigio del emprendimiento es la visibilidad en los medios de comunicación de los emprendedores. A partir de 2014 se observa un declive lento en la visibilidad para ambos géneros, siendo el nivel del ratio femenino un poco más bajo.

Podríamos decir, entonces, que en la última década ha habido una desvalorización de la actividad emprendedora en general, sin que exista una marcada diferencia entre hombres y mujeres.

 

Autopercepción de las capacidades para emprender entre las mujeres

Más allá del hecho de que emprender puede resultar o no una carrera atractiva, es necesario saber si la persona se considera capacitada para ejercerla, en el caso de que así lo decidiera. Para eso preguntamos a los encuestados si consideran que poseen los conocimientos, habilidades y destrezas que se requieren para emprender. Las respuestas afirmativas a esa pregunta, traducidas en ratios y discriminadas por género, se presentan en el Gráfico 3. Aquí sí comenzamos a apreciar diferencias significativas por género. Los hombres siempre han superado a las mujeres por márgenes amplios, los cuales se han estabilizado en torno a los diez puntos en los últimos años.

Gráfico 3 – Autopercepción de capacidades, por género

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay.

Identificación de oportunidades para emprender entre las mujeres

Un emprendedor es aquel que identifica una oportunidad en su entorno y va por ella. El identificar oportunidades es una capacidad propia de un emprendedor. A efectos de medir esa identificación, se pregunta a los encuestados si consideran que habrá buenas oportunidades para emprender en el lugar donde viven en los próximos seis meses. Consistentemente con los resultados en materia de capacidades autopercibidas, los resultados de las mujeres también están aquí alrededor de los diez puntos por debajo de los hombres en los últimos años.

Gráfico 4 – Buenas oportunidades para emprender en los próximos seis meses

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay.

El miedo a fracasar entre las mujeres

Otro de los factores relevantes al efecto de comprender por qué se emprende pasa por medir cuánto incide el miedo al fracaso como disuasivo. En el Gráfico 4 se presentan los resultados por género. En promedio, la tasa femenina ha sido un 4 % superior a la masculina desde 2007. A partir de 2012-2013 se da un crecimiento de la tasa del miedo al fracaso de ambos.

Gráfico 5 – Miedo al fracaso, por género

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay.

La intención de emprender entre las mujeres

La intención de emprender está influenciada por el atractivo y prestigio percibido de la carrera emprendedora, la autopercepción de capacidades, las oportunidades identificadas y la ausencia de un miedo paralizante a fracasar. En el GEM esto se mide preguntando a los encuestados si tienen la intención de iniciar un negocio propio dentro de los próximos tres años. Los resultados se presentan en el Gráfico 6. Se observa que ha habido una distancia importante entre los ratios de hombres y mujeres en todo el período del que se dispone de datos, con la excepción de 2011 y 2018. La confluencia de los niveles de actividad emprendedora en este último año viene acompañada de un aumento de las intenciones emprendedoras entre las mujeres y un declive entre los hombres de 2015 en adelante.

Gráfico 6 – Intenciones emprendedoras y actividad emprendedora masculina

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay.

Comportamiento emprendedor femenino

Por último, analicemos la traducción de las intenciones a la acción. En el Gráfico 7 se presentan las tasas de actividad emprendedora por género, medido a través de la TEA. Existe una marcada diferencia en el nivel de actividad emprendedora entre hombres y mujeres en Uruguay. Puede observarse que la tasa se presenta como levemente declinante en el caso de los hombres desde 2011. En el caso de las mujeres se da algo similar, pero la declinación es más leve y con oscilaciones. El resultado final es que las diferencias se están reduciendo lentamente, aunque todavía hay siete puntos de diferencia entre ambas.

Gráfico 7 – Tasa TEA por género

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay.

Algunas conclusiones

Las mujeres, al igual que los hombres, ven el emprendimiento como una opción de carrera cada vez menos atractiva y prestigiosa. Tienen una autopercepción de sus capacidades para emprender que está marcadamente por debajo de la de los hombres e identifican menos oportunidades para nuevos negocios. La consecuencia de todo ello son menores intenciones para emprender y menor actividad emprendedora.

A partir de esta realidad, la tentación de formular políticas para remediar síntomas por no saber o no haber buscado las causas es una tentación muy grande. Las consecuencias son medidas costosas e inefectivas. Por otra parte, disponemos de mucha información y muy valiosa, pero no disponemos de toda la información. Comencemos, pues, a buscar cuáles pueden ser las causas del bajo nivel del emprendimiento femenino.

En primer lugar, este tiene que ser un análisis diferencial. Aquellos problemas que afectan de forma similar a hombres y mujeres deben ser atendidos, pero no son el objeto de lo que procuramos analizar aquí. Dentro de esta categoría de problemas se encuentra la enorme caída que ha tenido el prestigio de los emprendedores en los últimos diez años y, junto con ello, la deseabilidad de la carrera emprendedora.

Lo primero que se destaca es que las mujeres se consideran menos capacitadas para emprender que los hombres. Si esa autopercepción fuera correcta, deberíamos encontrar que identifican menos oportunidades para emprender que los hombres y más miedo a fracasar, cosa que efectivamente se refleja en los datos. Esa combinación de sentirse menos capacitadas, tener más miedo a fracasar y de ver menos oportunidades lleva a que las intenciones emprendedores femeninas sean más bajas. Aquí hay que destacar que la distancia entre las intenciones emprendedoras femeninas y masculinas desapareció en determinados momentos. En 2011 las intenciones emprendedoras femeninas fueron mayores que las masculinas y en 2018 convergieron al mismo nivel. En el período 2006-2018 el promedio de las intenciones femeninas fue un 46 % superior a las de los hombres.

Si no hubiera obstáculos diferenciales, las tasas de emprendimiento por género deberían acompañar razonablemente las intenciones. Sin embargo, cuando pasamos de las intenciones a los comportamientos, encontramos que en el período 2006-2008 la tasa de actividad emprendedora masculina fue 85 % superior a la femenina. Esto indica que sí existen obstáculos que solo afectan a las mujeres o las afectan más duramente.

Con estos elementos podemos concluir que existen obstáculos diferenciales que afectan el emprendimiento femenino. No tenemos información suficiente para establecer cuáles son, pero podemos formular algunas hipótesis al respecto.

Una hipótesis es que esos obstáculos son de carácter económico. Los hombres de alto nivel de ingresos son los grandes protagonistas de la actividad emprendedora. La actividad emprendedora de los hombres ha sido, en promedio, un 116 % superior a la femenina en el nivel de altos ingresos, 61 % en el de ingresos medios y 7 % en el de ingresos bajos. Dicho en otros términos, el incremento del nivel de ingresos disuade a las mujeres de emprender.

Las tasas de actividad intraemprenedora aportan información complementaria valiosa, en la medida que se trata de un entorno en el que la estabilidad de ingresos es mayor. La actividad intraemprendedora de los hombres es 90 % superior a la femenina en el nivel de altos ingresos, 44 % en el de ingresos medios y -6 % en el de ingresos bajos.

Todos los elementos que hemos analizado indican que existe un componente cultural importante en la explicación de la situación del emprendimiento femenino. Existe una menor orientación a la actividad emprendedora entre las mujeres, lo que se refleja en menos mujeres capacitadas y proactivas en la búsqueda y explotación de oportunidades para emprender. A mayor libertad económica este sesgo cultural se pronuncia más.

Autor

Responsable del GEM Uruguay y profesor de Economía Política en

Ph.D. en Gobierno y Cultura de las Organizaciones, Universidad de Navarra; máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; contador público, Universidad de la República (Uruguay); licenciado en Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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