
El agro impulsará a la economía en 2024, pero sin euforia
Al cierre de esta columna, en febrero, el calor agobia a Uruguay. Los productores, aún bajo la influencia del fenómeno del Niño, esperan con ansiedad las lluvias para prevenir posibles desastres. El clima será un factor cada vez más decisivo para determinar el resultado de las empresas agropecuarias y, por lo tanto, en el caso de Uruguay, de toda la economía.
Los pronósticos prometen que las lluvias volverán a tiempo para prevenir un desastre general, aunque en la franja sur habrá daños irreparables. Ese es un componente de incertidumbre creciente y, por ahora, poco evitable. La agricultura en un mundo recalentado es cada vez más difícil. Pero la primavera 2023 y el mes de enero fueron favorables de modo que el impulso del agro se hará sentir. El periodo que abarcó desde 2021 hasta mediados de 2023 resultó sumamente desfavorable debido a la sequía, reflejándose en un crecimiento económico prácticamente nulo en 2023.
El 2024 tendrá una aceleración, derivada de una mejora en los cultivos de invierno, la ganadería y la lechería, y probablemente también en los cultivos de verano. Eso se derrama al transporte, la logística portuaria y, en general, al consumo en el interior del país. Pero cuánto será ese crecimiento, todavía sigue dependiendo del clima.
El contexto de mercados será muy moderado. Y, al momento del cierre de esta columna, todavía no está definido el resultado de los cultivos de verano. Si las lluvias llegan, la mejora en el agro será un componente importante para que la economía uruguaya pase de prácticamente 0 en 2023 a cerca del 3 % en 2024. Pero los mercados deben verse con cautela. La desaceleración en el crecimiento global, proyectada en un modesto 3,1% según el FMI, junto con los desafíos en China y el aumento en las exportaciones de Brasil, limitan el aumento de los precios, que se mantendrán en niveles intermedios. Para lograr márgenes, es necesario destacar con un rendimiento excepcional o diferenciarse por la calidad.
El rendimiento excepcional de las cosechas de trigo y cebada ocurrió a fines de 2023, y se expresará comercialmente en los dos primeros trimestres de 2024 con un crecimiento exportador que será acompañado por la ganadería que también crecerá fuerte en base a la cosecha del forraje abundante de la primavera y verano. El crecimiento de las exportaciones será notable en el segundo trimestre.
Si febrero y marzo tienen las lluvias necesarias, habrá un salto en la producción de soja y maíz con efectos diferentes. En la soja, el año pasado la cosecha quedó en unas 650 000 toneladas. Este año con un área que supera 1,1 millones de hectáreas, un rendimiento de unos 2700 kilos ubicará la producción en unos 3 millones. La soja debe generar un ingreso cercano a USD 1100 millones por exportaciones, que el año pasado cayeron a USD 414 millones.
La producción de maíz tendrá un aumento también muy fuerte, luego de una producción de solo 265 000 toneladas en 2023, puede pasar este año a cerca de un millón de toneladas, aunque depende de las lluvias de febrero y marzo. Pero esto no se trasladará a exportaciones, sino a una mayor disponibilidad y a precios accesibles para la alimentación animal, lo que contribuirá al crecimiento de la producción de carne y lácteos. Se espera un año más favorable para la producción avícola, de cerdos y para la terminación de ganado de corral, que a su vez mejora la demanda por novillitos y terneros.
El aumento en la producción de maíz se notará indirectamente en la producción lechera (que puede ser la mayor de la historia) y en la ganadera, que tendrá un crecimiento, así como la producción avícola y de cerdo. En estos dos casos, tampoco habrá un impacto en las exportaciones que sea significativo, pero probablemente serán rubros que ayudarán en el objetivo de mantener la inflación en el rango meta del Banco Central, por debajo de 6 % anual.
El arroz tiene una perspectiva comercial muy favorable. Sosteniendo un volumen de producción similar al de años anteriores, 1,3 millones de toneladas, va a crecer en facturación porque el precio internacional y regional es de los mayores que se hayan registrado. Las exportaciones de arroz que pasaron de USD 500 millones en 2022 a USD 600 millones en 2023 por un mayor volumen, principalmente, pueden volver a crecer en base a un mayor valor por tonelada.
De modo que la agricultura va a ser una palanca importante para la economía de 2024, que más allá de la estadística y la recaudación de impuestos se trasunta en términos humanos en un movimiento intenso en la zona oeste por los cultivos de secano y en el este por el arroz. Generan empleo en sectores como el transporte, la mecánica, el transporte de carga y una amplia gama de servicios, tanto en carreteras como en puertos.
En materia ganadera viene un año de recuperación. Los precios al productor salieron del pozo en el que cayeron en 2023 y, sin ser brillantes, pasan a ser al menos aceptables en el ganado para faena e interesantes en el precio de terneros y otras categorías de reposición. El precio internacional de los lácteos también salió de la baja fuerte de la primavera de 2023 y puede dar tranquilidad a los productores, pues los precios deberían subir en vez de bajar.
El precio accesible del maíz, la cebada y el trigo forrajeros serán un aliciente para la producción de proteína animal que tendrá una baja de costos de alimentación.
Sin embargo, pesan cuatro factores de riesgo sobre el agro. La veloz baja de temperaturas en el Pacífico que puede volver a traer una Niña, es decir pocas lluvias en la próxima primavera (riesgo productivo). Una moneda muy fuerte que irá pesando cada vez más sobre el sector exportador. Un riesgo de suba de precios del petróleo por el grave conflicto en Medio Oriente que puede impulsar a los costos. Mientras el primero de los riesgos pesa sobre el volumen de producción, los otros dos ponen a la relación insumo/producto en una lógica de márgenes muy exiguos. Una muy fuerte producción de Brasil en carne y soja que empieza a poner un techo a los precios.
Aun así, el sector agropecuario será un motor de la economía. Tiene solidez para seguir creciendo en un mundo que crece poco y exige cada vez más. Dado el freno de China, que tiene una población en importante descenso, Uruguay deberá concentrarse cada vez más en la diferenciación, especialmente en base a aspectos ambientales, que serán de cada vez mayor importancia.