
Mujeres ejecutivas en Uruguay: una invitación a la acción
Es de público conocimiento que las mujeres no tenemos las mismas oportunidades de crecimiento que los hombres en nuestros entornos laborales. Que la brecha de género, por más que sea trending topic en redes sociales y ocupe espacios destacados de la agenda, no desaparece, también lo es. Esto me ha llevado a cuestionarme respecto a las oportunidades que tenemos las mujeres para desarrollar nuestras carreras profesionales en Uruguay y a tomar acciones al respecto.
Hace cinco años formé parte de la generación 17/18 del MBA Senior del IEEM y conocí a un grupo de mujeres que me inspiraron en su diversidad y me motivaron en su visión: compartíamos ese deseo, esa inquietud de impulsar el desarrollo de las mujeres ejecutivas en las organizaciones del Uruguay, de promover caminos accesibles para todas. De la iniciativa de algunas de ellas y la visión compartida de todas las fundadoras surge RedME (Red de Mujeres Ejecutivas del Uruguay), con el propósito de construir organizaciones más inclusivas, justas y sostenibles.
¿De qué forma construimos nuestra carrera profesional y promovemos nuestro desarrollo? ¿Qué datos tenemos de la situación de las mujeres ejecutivas en Uruguay? ¿Qué acciones concretas podemos tomar para ayudar a otras mujeres a alcanzar su mayor potencial y aportar desde posiciones de liderazgo a las organizaciones? Estas y otras preguntas relacionadas a nuestra realidad, la de las mujeres ejecutivas en Uruguay, me han acompañado durante los últimos años de mi carrera profesional y de mi historia personal.
Según un estudio de ONU Mujeres e Inmujeres, el porcentaje de mujeres en cargos directivos (directoras, gerentas) considerando el sector público y privado en las empresas de Uruguay era de 35,7 % en 2019.
Por otro lado, de acuerdo con la encuesta a empresas que realizó el Banco Mundial en 2017, se observa que solamente en el 11 % de las empresas de Uruguay las mujeres ocupan cargos de máxima autoridad, mientras que en América Latina y el Caribe el porcentaje asciende a casi el doble.
A su vez, un estudio reciente llevado adelante por el Círculo para la Mejor Gobernanza de las Organizaciones del Uruguay mostró datos reveladores sobre la participación de mujeres en directorios en nuestro país. El estudio destaca la preocupante ausencia de diversidad de género, siendo solo un 6,6 % de ellos ocupados por mujeres. Estas cifras contrastan con otros países del continente americano, en los que la representación femenina varía entre el 10 % y el 32 %.
Todos estos datos reafirman la inequidad de género en cargos de decisión y el aumento de la brecha en los cargos de mayor jerarquía.
Promover una mayor presencia femenina en dichas posiciones debe ser un esfuerzo conjunto de mujeres y hombres, con acciones desde los diferentes ámbitos: Estado, sociedad, organizaciones.
Si ampliamos el enfoque de la información y miramos a nivel internacional, en noviembre de 2022 la Unión Europea marcó un hito al exigir un 40 % de mujeres en cargos directivos para 2026. Esto subraya la creciente comprensión global de la necesidad de acelerar la equidad de género en los liderazgos empresariales.
En este contexto, es fundamental la existencia de organizaciones como RedME con el propósito de visibilizar y destacar el aporte que el balance de género y el talento de las mujeres genera en los equipos de trabajo, en la gestión organizacional y en el desarrollo de la sociedad.
La escasez de espacios de networking para mujeres es un obstáculo que debemos superar. Potenciar y tejer redes que nos vinculen, contengan, acompañen e impulsen depende de nosotras. La generación de espacios de crecimiento e intercambio de experiencias tanto personales como profesionales, con base en la sororidad, con un propósito común que trascienda los objetivos individuales es enriquecedor para todas.
Es sabido, además, que contar con mujeres referentes en cargos de decisión acelera la transformación, ya que rompe barreras e inspira a mujeres más jóvenes porque ven que es posible acceder a posiciones históricamente reservadas para los hombres. El impacto positivo es mayor cuando, además, estas referentes pueden ser sus mentoras y ayudarlas a desarrollar todo su potencial.
Otro punto no menor es el rol social que la mayoría de las mujeres tienen en relación a los cuidados en la familia y el trabajo no remunerado asociados a estos, al cual dedican en promedio más tiempo que los hombres. Es necesario que las organizaciones se adapten para que sea posible el balance familia-trabajo tanto para mujeres como para hombres y, así también, facilitar el proceso para que dichos roles sean compartidos.
Entre el sinfín de investigaciones sobre el tema, hay un artículo interesante de Margarethe Wiersema y Marie Louise Mors difundido por Harvard Business School que afirma que la presencia femenina no solo es una cuestión de equidad, sino que mejora la calidad de las decisiones y altera la dinámica en el tablero corporativo al traer más diversidad a la mesa.
Al ritmo actual, se necesitarán 300 años para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, alertó en marzo de 2023 el secretario general de la ONU, António Guterres.
¿Qué estamos esperando para ayudar a acelerar dicho cambio si está demostrado que la diversidad y la equidad de género traen mayores beneficios a las empresas y a la sociedad en su conjunto? ¿Qué prácticas podemos cuestionar y hacer diferentes a como se hicieron hasta ahora? ¿Qué pequeñas acciones podemos tomar en nuestra vida personal y profesional para colaborar y ser parte del cambio?
“Es evidente: una pequeña acción lleva a otra y resulta que las grandes transformaciones son la suma en el tiempo de pequeñas acciones”, Alex Rovira.