Revista del IEEM
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Un aliado valioso para emprendedores

Las incubadoras, organizaciones dedicadas a acelerar el crecimiento y asegurar el éxito de emprendimientos, pisan cada vez más fuerte en Uruguay. Conversamos con las directoras de Gepian, Khem y Rabbit para conocer su historia y los desafíos particulares a los que se enfrentan.

La cultura startup ya no está en auge, está candente. El costo de empezar un nuevo negocio está en mínimos históricos, especialmente en el sector tecnológico. Por todo esto, no sorprende que ver que tantas startups están contratando personal. Están creciendo y lo están haciendo rápido.

Hace ya algunos años el término startup comenzó a formar parte del vocabulario diario del ecosistema emprendedor uruguayo y ha habido grandes avances en lo que refiere a la cantidad de recursos disponibles para los emprendedores. Un actor clave en el proceso de fortalecimiento del ecosistema son las incubadoras, organizaciones que se dedican a acelerar el crecimiento y asegurar el éxito de los emprendimientos a través de variados recursos y servicios que ponen a disposición de los emprendedores.

La primera incubadora del país, Ingenio, se fundó en 2001. Desde entonces, el sector ha evolucionado hasta convertirse en el rico ecosistema colaborativo que es hoy en día.

 

LOS ORÍGENES

Según Cecilia Aguirrezabala, directora Ejecutiva de Rabbit, una incubadora local con foco en proyectos de hardware, el surgimiento de las incubadoras en Uruguay “no se dio por un único puntapié inicial, sino por múltiples causas que generaron un caldo de cultivo para que proyectos de esta índole puedan surgir, implementarse y sostenerse en el tiempo de forma exitosa”.

Entre ellas, destacó que Uruguay contaba con una masa crítica de emprendedores con una cultura emprendedora en su ADN, por lo cual existía el talento y la materia prima para comenzar a construir un ecosistema emprendedor más profesional. Otros factores fueron la existencia de un sector privado pujante, una academia abierta y vinculada con los emprendedores y otros actores, así como un gobierno consciente de la importancia de esta industria y dispuesto a habilitar recursos y generar políticas públicas que faciliten el proceso de emprender. También resaltó que los medios de comunicación y la propia sociedad civil juegan roles de suma importancia, sobre todo, como promotores y formadores de la cultura emprendedora.

En el sector emprendedor se habla mucho de “ecosistema”, haciendo referencia a una unidad en la que diferentes organismos interactúan entre sí en un delicado equilibrio, y en el que cada parte que lo conforma juega un papel crucial para su adecuado desarrollo. En este sentido, Aguirrezabala subrayó que para que las incubadoras surjan y tengan éxito, todos los factores antes mencionados deben existir, ser lo más fuertes posibles y colaborar de forma conjunta con las propias incubadoras —y las incubadoras también deben colaborar entre sí—, para lograr un bien común que sea superior al que se podría lograr si se trabaja de forma fragmentada.

Desde el año 2000 las incubadoras ofrecen de forma constante instrumentos y programas, además de que fomentan el capital inversor.

Cristina Montero, directora de Khem Biotech, destacó que desde el año 2000 las incubadoras ofrecen de forma constante instrumentos y programas, además de que fomentan el capital inversor. Más que un boom de incubadoras, afirmó que lo que finalmente sucedió es que “se dio una apropiación —en el sentido del reconocimiento de su potencial— por parte de diferentes actores dentro del ecosistema emprendedor de las incubadoras como instrumento”.

Otro avance importante para el ecosistema es que cada vez hay más instituciones patrocinadoras de emprendimientos en zonas del país que antes no contaban con instrumentos de fomento a la creación de empresas. La incubadora Gepian es una de ellas. Nació con el Centro Comercial e Industrial de Salto como institución madre y el financiamiento de la ANII y, desde sus comienzos, apostó a propuestas innovadoras al norte del Río Negro.

Las incubadoras son, sin lugar a dudas, una herramienta dinamizadora de la economía. Pero, según Montero, el panorama actual “es de un conjunto de instituciones en movimiento, aún en busca de un lugar acorde a su potencial”. Resaltó que, si bien ya existe un número importante de incubadoras que demuestran día a día su importancia y capacidad de generar emprendimientos con impacto a diferentes niveles y en diferentes sectores, todavía no cuentan con compromisos reales y que, en muchos casos,  deben navegar la incertidumbre de tratar de comprometer a las instituciones que las alojan.

 

RESPONDER A DIFERENTES OPORTUNIDADES

Rabbit nació en enero de 2017 a raíz de una oportunidad identificada en el sector de las startups. Notaron que existía un leve estancamiento a nivel mundial de las startups de software, fundamentalmente de apps, y un gran despegue en el sector de hardware, puntualmente en IoT. El momento eureka, señala Aguirrezabala, fue al darse cuenta de que “ninguna de las startups de hardware estaba en América Latina”. Una vez identificada la oportunidad, se preguntaron por qué sucedía, si efectivamente había emprendedores en el sector, y qué necesitaban. Su estrategia de lanzamiento fue una campaña digital que llegó a siete países de Latinoamérica. Hoy en día, han reducido su área de enfoque y se especializan en Uruguay y la región.

Gepian respondió a otra oportunidad, la de atender a emprendedores de la región norte del país. Hasta el momento, se han incubado e incuban allí 32 empresas del norte uruguayo: de Artigas, Bella Unión, Salto, Paysandú, Río Negro, Rivera y Tacuarembó, liderados por emprendedores uruguayos, argentinos y brasileños. Según la gerenta general, su visión es “transformarse en la incubadora de empresas referente del norte del país por su contribución al desarrollo de empresas con valor agregado diferencial, innovadoras, altamente competitivas y capaces de contribuir a la creación de empleos y al fortalecimiento de la economía regional y nacional”.

Por su lado, Khem Biotech, una incubadora local especializada en empresas de base tecnológica, surgió con la misión de acercar al sector productivo el conocimiento generado en los laboratorios de investigación del Polo Tecnológico de Pando, la Facultad de Química y la UdelaR.

 

DESAFÍOS

La mayoría de las incubadoras a nivel mundial se sustentan económicamente ofreciendo espacios de cowork o reciben un subsidio gubernamental. Es la forma en la que se pueden fusionar los servicios de incubación con un modelo de arrendamiento del espacio, permitendo ofrecer un servicio all-in-one. Según explicó Aguirrezabala, cuando se intenta salir del modelo de real estate, la sustentabilidad de las incubadoras pasa a depender de otros actores o potenciales clientes —como venture capitals o fondos de inversión de distintos grupos de interés—. Destacó que el desafío en Uruguay es que “este punto todavía está demasiado verde, ya que los capitales de riesgo no existen, y los grupos de interés que sí existen son más bien tradicionales, por lo que es difícil convencer a estos grupos de participar”.

Montero también remarcó la necesidad de fomento de la inversión en emprendimientos y agregó que uno de los desafíos tiene que ver con la educación de los futuros emprendedores, necesaria para aspirar a generar emprendimientos de mayor sofisticación.

Por  su lado, Oliveri habló de los desafíos particulares a los que se enfrenta Gepian, ya que su foco está en una región que presenta una clara situación de rezago en los indicadores socioeconómicos (ingreso, vulnerabilidad socioeconómica y capital humano). Destacó que por este motivo buscan apoyar la innovación social local, e impulsar ideas e iniciativas para hacer frente a desafíos muy locales, incentivando y fomentando el cambio.

“Deberíamos optar cada vez más, entre apoyar la creación de empresas y la creación de empresas exitosas, por la segunda; apostando a empresas dinámicas, escalables, innovadoras, y, fundamentalmente, el debe está en que aprovechen mejor las tecnologías exponenciales, que tengan potencial de internacionalización y se propongan desde sus inicios el triple impacto”, remarcó.

Aún queda mucho por recorrer en lo que refiere a valorar la curaduría que hacen las incubadoras.

A diferencia de lo que sucede en otros países, Aguirrezabala contó que los actores privados que invierten en incubadoras en Uruguay generalmente lo hacen atados a un modelo de renta asociado al espacio y no al success sharing de las empresas incubadas. En este sentido, aún queda mucho por recorrer en lo que refiere a valorar la curaduría que hacen las incubadoras —que implica mapear el talento existente, evaluarlo, clasificarlo y mantener una “cartera activa” de emprendedores que podrían generar un impacto global y positivo en la vida de las personas—.

 

PONERSE A LA DELANTERA

Aguirrezabala dijo que hace falta embarcarse “en un proceso serio, responsable, transparente, de largo plazo y con la mayor inversión que nos sea posible”. Resaltó que los países más innovadores, que más patentes generan y que más startups exitosas tienen, son los mismos países que más invierten en I+D. “Un país que toma consciencia de la importancia de la investigación, acompañada del desarrollo, es un país que se pondrá en la delantera y marcará el rumbo para los demás”, remarcó.

Será de vital importancia hacer frente a los desafíos particulares que se presentan en Uruguay.

Para lograrlo, será de vital importancia hacer frente a los desafíos particulares que se presentan en Uruguay: falta de masa crítica, los emprendedores “ocultos” o esparcidos y la necesidad de inversión.

Por su lado, Oliveri agregó que el desafío constante debería ser la profesionalización de las instituciones que trabajan con el emprendedor, y la evaluación, medición de impacto y sistematización de los procesos. Montero añadió que también es fundamental la educación de los futuros emprendedores, que permitirá aspirar a generar emprendimientos de mayor sofisticación.

Autor

Productora de Hacer Empresa

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