Revista del IEEM
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Cadenas de bloques: nuevos horizontes

Las particularidades de esta tecnología, sus diferentes usos y los principales desafíos a la hora de implementarla.

La blockchain, en su acepción más amplia, es un tipo de aplicación de software pensada para registrar transacciones entre partes, con una serie de propiedades que comentaremos más adelante. Por supuesto, requiere de una infraestructura en la que ser ejecutada (servidores y enlaces), pero esto no tiene nada de particular. En una acepción más específica, podemos hablar de “cierta blockchain” haciendo referencia a una determinada implementación hecha por una o un grupo de organizaciones con un fin concreto. Estas dos acepciones son similares a las de “bases de datos” como término general (aplicaciones de software que permiten almacenar y recuperar información) y a la específica “se cayó la base de datos”, que refiere a una implementación concreta.

¿Qué hace particular a esta tecnología? En la blockchain la información se almacena en un conjunto de “bloques”. Cada bloque almacena un cierto número de registros de información, así como eventuales transacciones de activos digitales llamados tokens, que indican que un activo determinado pasó de un usuario a otro en un momento concreto. Los bloques están encadenados entre sí, utilizando criptografía, para garantizar el orden adecuado, de modo que se puede reconstruir toda la secuencia de modificaciones de la información y transacciones desde el inicio de la blockchain hasta el momento presente. Los bloques se encuentran almacenados en copias idénticas de computadoras, en forma simultánea, sin jerarquía entre ellas. En algunas aplicaciones, estas pueden ser cientos o incluso miles; es el caso típico de las criptomonedas. Cada nuevo registro y cada nuevo bloque es validado por todos los servidores. Este esquema tiene dos características clave:

a) Es extremadamente difícil orquestar un ataque y falsear o corromper los registros, puesto que esto debería hacerse en todos los servidores a la vez (no basta con atacar a un servidor, como en esquemas habituales de base de datos; si se intenta hackear un servidor o falsear una transacción, el resto de los nodos lo identificarán y reportarán).

b) No se requiere una autoridad central que oficie de custodio, no hay una “entidad certificadora”. El uso de blockchains permite prescindir de la figura del intermediario en quien las partes tradicionalmente confían. Mediante el uso de mecanismos como el de clave pública/privada, un usuario de la blockchain puede demostrar que posee cierto activo, que dio una orden, o la recibió, etc. Pensemos en el ejemplo de un registro de propiedad inmobiliaria. Tradicionalmente, hay una agencia nacional en la que están registradas las transacciones, y en la que las partes confían en última instancia (sería la “típica base de datos centralizada”). Con un esquema con base en la blockchain, las transacciones se efectuarían directamente entre las partes, sin necesidad de una figura central que las registre y dé fe de las mismas.

La blockchain es descentralizada y distribuida, pues no es necesario un tercero que certifique que los intercambios que se registran sean correctos.

Es decir, una blockchain no está alojada en un único lugar ni es gestionada por un único propietario, sino que es compartida y pueden acceder a ella aquellas personas que dispongan de los permisos oportunos. Por ello se la cataloga como “descentralizada y distribuida”; no es necesario un tercero que certifique que los intercambios que se registran sean correctos.

Las blockchains pueden ser públicas o privadas. En las públicas, cualquier persona puede tener acceso y consultar las transacciones; Bitcoin es un ejemplo de ello. No debe por ello pensarse que es fácil trazar la actividad de personas o empresas concretas, puesto que las transacciones se registran empleando códigos anónimos. Por otra parte, en las privadas, los datos de transacciones son confidenciales y solamente acceden miembros de confianza bajo mecanismos de seguridad administrados por una entidad o consorcio.

 

El valor agregado de los smart contracts

Gran parte del valor aportado por las blockchains reside en el concepto de “contrato inteligente” (smart contract). Las blockchains permiten embeberlos, consistiendo en conjuntos de acciones y reglas programadas para cumplirse de forma atómica (indivisible), relacionadas a intercambios entre las partes. Estos contratos habilitan, por ejemplo, a enviar fondos en fechas determinadas como respuesta a una cierta acción. Un ejemplo habitual de contrato inteligente es el de un seguro para retraso o cancelación de vuelos. Según este, se crearía un registro en la blockchain cada vez que alguien compra un seguro para un vuelo. Al ejecutarse, el contrato verifica automáticamente si el vuelo sufrió un retraso, accediendo a ciertas fuentes externas de información, y, de ser el caso, transfiere el pago correspondiente a la cartera del asegurado, sin necesidad de hacer ningún reclamo ni iniciar un procedimiento administrativo como es habitual.

 

Más allá de las criptomonedas

La blockchain nació como el mecanismo que daba soporte a los bitcoins en 2009; con la popularidad que cobraron estos rápidamente, se vio la posibilidad de emplearla para otros fines. Naturalmente, los mayores hitos relacionados a la blockchain aún están vinculados a los bitcoins y a otras criptomonedas (y por eso suelen ser confundidos).

A modo de ejemplo, en 2017 las criptomonedas fueron reconocidas oficialmente en Japón y en Europa varios bancos grandes lanzaron Digital Trade Chain, una plataforma de financiación comercial basada en la blockchain; y en 2018 Suiza comenzó a aceptar el pago de impuestos con bitcoin.

 

Desafíos de adopción

Hoy en día la blockchain es una tecnología ya madura y puede ser empleada en cualquier sector; sin embargo, podemos citar tres dificultades para su difusión:

  1. Pocos directivos comprenden de qué se trata y qué ventajas concretas ofrece.
  2. No se comprenden las escalas mínimas que deben tener los proyectos para que los esfuerzos de implementación se vean compensados por dichas ventajas.
  3. Aún es relativamente escasa la oferta de profesionales capacitados para llevar adelante proyectos basados en la blockchain.

 

Plataformas y proyectos

Como cierre, y para bajar a tierra los conceptos explicados, mencionaremos ejemplos de plataformas de blockchain y proyectos concretos que utilizan esta tecnología.

Ethereum es un sistema de blockchain público sumamente popular, que fue desarrollado como proyecto de código abierto, financiado mediante crowdfunding. Permite registrar contratos inteligentes y ejecutar acciones asociadas cuando se registran las transacciones adecuadas, incluyendo su propia criptomoneda embebida (los “ethers”), cuya valoración global solo está por debajo hoy en día de la de bitcoins.

Hyperledger, por otro lado, es un proyecto de la Fundación Linux, que engloba varios subproyectos (entre ellos Hyperledger Fabric, una infraestructura para blockchains privadas), que permiten la generación de blockchains de código abierto.

Amazon, Google, IBM, Oracle y Microsoft incluyen herramientas de desarrollo y plataformas cloud para crear aplicaciones que hagan uso de Ethereum y Hyperledger.

Los proveedores como Amazon, Google, IBM, Oracle y Microsoft incluyen en general herramientas dentro de sus suites de desarrollo y plataformas cloud para crear aplicaciones que hagan uso de Ethereum y Hyperledger.

A continuación, describiremos un par de proyectos concretos implementados por el Centro de Excelencia “Grant Thornton Blockchain Lab”, formado por profesionales de sistemas, negocios, economía, finanzas y asuntos legales.

Niuron es un consorcio entre numerosas cajas bancarias españolas (CaixaBank, IberCaja, Abanca, Cecanak, etc.), cuya finalidad es crear una identidad única de los beneficiarios de servicios bancarios, a efectos de que cuando un usuario que ya operó con una entidad desee acceder a servicios de otra, no deba presentar nuevamente toda la documentación pertinente, como ser documento de identidad, licencia de conducir, nómina, IRPF, seguridad social, etc.

Por medio de este sistema, el usuario presenta a una entidad por primera vez sus documentos, y esta los registra en la blockchain de Niuron. Luego, cuando el usuario quiere acceder a servicios de otro integrante del consorcio, ya están disponibles allí los documentos con las consiguientes ventajas en practicidad y reducción de costos administrativos. En caso de requerirse nuevos documentos, son registrados por esta entidad en la blockchain, enriqueciendo así la información del usuario. El sistema otorga tokens a cada entidad cuando registran usuarios y cuando les agregan documentos, y les resta tokens cuando acceden a información de usuarios. Los costos de mantener la plataforma operativa se reparten entre los miembros del consorcio en forma proporcional a sus tokens. Las principales tecnologías involucradas en el proyecto son Parity y Ethereum a nivel de blockchain, MongoDB para base de datos, Java Spring como backend de la aplicación y la plataforma Amazon Web Services.

Por otro lado, Digitalis es un proyecto con características similares, diseñado para facilitar a los grandes contratantes de empresas en España, como Repsol, Ferrovial, CEPSA, Red Eléctrica, Sabadell y Mapfre, el acceso a la documentación de los miles de proveedores con los que trabajan, en forma centralizada y colaborativa. De este modo se evita que cada proveedor deba “presentarse” y mantenerse en regla ante cada contratante, y a estos, el trabajo de registrarlos y validar la vigencia de sus documentos en forma repetitiva. A nivel de tecnologías empleadas, las principales son Quorum como blockchain open source privada, MongoDB para base de datos, Java Spring Boot para backend de los proveedores y la plataforma Microsoft Azure.

Estos ejemplos de plataformas de blockchain y de proyectos que tienen sus operaciones con base en la blockchain permiten dimensionar el potencial que tiene esta tecnología, así como proyectar la enorme posibilidad de usos que puede tener en distintos sectores e industrias.

Autor

Profesor de Análisis de Decisiones y Sistemas de Información en

Ph.D. en Informática, Universidad de la República y en Computer Sciences, INRIA (Francia); máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; máster en Informática, Universidad de la República (Uruguay); ingeniero en Computación Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

Consultor senior en Grant Thornton Uruguay

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