Objetivo de la reforma

La reforma previsional en examen tiene varios objetivos que pueden resumirse en los conceptos de mayor justicia e igualdad. Por un lado, hay un objetivo de justicia entre generaciones, que implica volver a dotar al sistema previsional de sustentabilidad a mediano y largo plazo, en un contexto demográfico desafiante. Alcanzar este objetivo requiere de un cambio normativo que extienda, todo lo pausadamente que se pueda, la vida laboral de las personas, contemplando las situaciones que tengan fundamento para un tratamiento diferente, tales como personas con muy extensas carreras laborales, del orden de los 40 años, trabajadores ocupados en actividades particularmente exigentes, como la construcción o el trabajo rurales.

Otro objetivo es mejorar la justicia hacia el interior de una misma generación. En la actualidad, cada peso aportado genera beneficios de muy diferente cuantía y características según el sector de actividad o “caja” a la que se aporta. En este aspecto, el anteproyecto en elaboración se inspira en el principio de igualdad, conforme al cual ante una misma contingencia o riesgo social todas las personas tendrán los mismos derechos y obligaciones, sin perjuicio de los tratamientos diferenciales que se reconozcan en aquellos casos en que exista sólido fundamento y relación de proporcionalidad entre el fundamento y el tratamiento diferencial.

Un desafío y una oportunidad

El envejecimiento de la población es un desafío en términos financieros, económicos, sanitarios y sociales. En el primer aspecto, las jubilaciones son el centro del problema.

El desafío económico del envejecimiento es de dotación de capital humano, en cantidad y en formación. En unas décadas, la dinámica demográfica del país llevará a una reducción de la población en edad de trabajar, razón por la cual los niveles de actividad laboral de la mujer y de los mayores tendrán la oportunidad de ampliarse. Lo primero requiere instituciones que faciliten el desarrollo profesional y laboral con la maternidad (sistema de cuidados eficaz) y lo segundo tendrá un abordaje inicial en la reforma en proceso: la libertad de trabajo de las personas mayores, removiendo las incompatibilidades vigentes entre jubilarse y volver a desarrollar actividad económica remunerada con la intensidad y ritmo que la persona mayor desee, si lo desea.

El desafío sanitario del envejecimiento está relacionado con la construcción del “buen envejecer”. Hay cierto consenso en que, aproximadamente, el 25 % de las enfermedades asociadas al envejecimiento derivan de la “lotería” genética, mientras que el 75 % deriva de nuestros hábitos y costumbres.

Al mismo tiempo es una oportunidad ya que buena parte de las personas mayores están en condiciones de gozar de un envejecimiento en estado activo y saludable. La democratización de esta oportunidad o “dividendo” de longevidad exige la superación de barreras críticas en materia de organización social y participación ciudadana, empleo y jubilación, servicios de asistencia social, salud, educación y recreación; incluso el hábitat urbano y doméstico. Todos estos elementos determinan una nueva cultura del envejecimiento y son la base de la economía plateada.

Envejecimiento y políticas públicas

El envejecimiento requiere de políticas públicas en salud, seguridad económica, trabajo, urbanismo, transporte, vivienda y cuidados. En los dos primeros aspectos, Uruguay está razonablemente alineado con los países de renta alta, o incluso mejor en algunos casos. En los otros aspectos considero que tenemos oportunidades de mejora marcada.