Revista del IEEM
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India, ¿la nueva China?

El 2023 marcó un hito demográfico: India superó a China como el país más poblado del mundo, con una población mayor a los mil cuatrocientos millones de habitantes. Este cambio se acompasó de una tasa de natalidad que casi duplica a la de su contraparte asiática.

Además, India resultó ser la economía que ―dentro de las denominadas grandes― registró el mayor crecimiento en 2023. Esa tendencia se espera que se mantenga en 2024, superando a China, Estados Unidos y el resto de los países que conforman el G7.

En contraste, la desaceleración económica en China fue notoria en los últimos años. Más allá del impacto que generaron las restricciones para enfrentar la pandemia del COVID-19, la moderación en el ritmo de crecimiento de China refleja un necesario cambio estructural hacia un modelo de crecimiento más sostenible. La transición hacia una economía con mejor balance entre inversión y consumo conlleva un crecimiento más moderado, que la aleja de las tasas de expansión de dos dígitos que exhibió entre 1980 y 2010.

En ese contexto surge la interrogante de si India puede ocupar el rol de ser un nuevo catalizador del dinamismo económico global. Para abordar esta pregunta, resulta necesario evaluar cómo es el estado actual de la economía de India y compararla con lo que fue China en el pasado.

 

¿Cuán grande es la economía de India hoy?

En términos de dólares corrientes, India consolidó su posición como la quinta economía más grande del mundo, ubicándose solo por detrás de Estados Unidos, China, Japón y Alemania. Bajo esa métrica, su PBI alcanza los USD 3,3 billones y es casi 50 veces mayor que el de Uruguay.

Sin embargo, al ajustar esta cifra mediante el método de Paridad de Poderes de Compra (que tiene en cuenta los diferentes niveles de precios entre países), India emerge como la tercera economía más grande del mundo, representando un 7,3 % del PBI mundial.

Si bien India representa una parte importante de la economía mundial desde hace muchos años, su participación ha ido en ascenso en las últimas décadas producto de una aceleración en su crecimiento económico. En los años 70, el país mantenía una tasa de crecimiento económico promedio anual del 3 %, la cual se elevó a 5,5 % en la década de los 90 y alcanzó un 7 % durante el siglo XXI.

Este crecimiento sostenido ha sido impulsado por diversos elementos. En las décadas de los 70 y 80 el crecimiento se atribuyó principalmente a un incremento del factor trabajo, asociado a una mayor participación de la población en el mercado laboral. Durante los 90 y los primeros años de los 2000, el factor de producción que más contribuyó al crecimiento fue el capital. El aumento en los niveles de inversión se explicó en gran medida por las reformas promercado que se realizaron en ese período, abandonando un esquema de economía planificada y de impronta socialista. Durante los últimos años el crecimiento estuvo caracterizado principalmente por un aumento en la productividad total de los factores y en menor medida del capital.

 

Lejos del desarrollo

Pese al impulso en el crecimiento que mostró en el último tiempo, India sigue estando muy lejos de alcanzar un estadio de alto desarrollo. Su crecimiento económico vino acompañado también de un aumento significativo de su población, lo que se traduce en que, en términos de PBI per cápita ajustado por PPC, el país se sitúa en el puesto 131 de 193 a nivel mundial.

Además, India enfrenta desafíos significativos en otros indicadores clave de desarrollo. Ocupa el puesto 132 en el Índice de Desarrollo Humano y presenta niveles de pobreza muy elevados. Según la línea de pobreza establecida por el Banco Mundial (USD 3,65 diarios ajustados por PPA), el 47 % de la población es considerada pobre, en contraste con el 25 % a nivel mundial. La esperanza de vida al nacer y la tasa de alfabetización también se encuentran por debajo del promedio global. Este panorama refleja enormes desafíos sociales a los que India deberá hacer frente en los próximos años.

 

Paralelismos con China

El bono demográfico

India tiene la capacidad de insertarse en el mundo como un potente oferente de mano de obra, empujado por el hecho de ser el país más poblado. La estructura poblacional es similar a la que presentaba China en el pasado y asegura por delante varias décadas en las que su población en edad de trabajar superará a la población dependiente.

Un punto de partida de rezago

India, al igual que lo hizo China, parte de un nivel de riqueza rezagado en términos del promedio mundial y muy alejado de los países desarrollados. Incluso sin adherir a las hipótesis más estrictas de las teorías de convergencia, la evidencia apunta a que crecer a tasas elevadas es más sencillo cuando se está lejos de una situación de desarrollo.

 

Contrastes con la experiencia de China

Menores niveles de inversión

La inversión en India es de alrededor de 30 % del PBI, un valor elevado respecto al resto del mundo, pero menor a los que llegaron a observarse en China de 40 % del PBI. Ello no necesariamente es un elemento negativo, puesto que en los últimos años se cuestionó si los niveles de inversión en China no fueron excesivos (por ejemplo, se discute si no hubo sobreinversión inmobiliaria o en algunas áreas de infraestructura).

También hay diferencias importantes respecto a la Inversión Extranjera Directa, que en India está fluctuando en niveles inferiores a 2 % del PBI. Esa cifra es baja en términos de lo que se ve en el resto de las grandes economías y es muy inferior a los picos de 6 % del PBI por año que recibió China a principios de los 90. De todas maneras, al tener un déficit de cuenta corriente relativamente pequeño, la necesidad de financiamiento externo no es muy grande.

 

Baja participación femenina en el mercado laboral

La capacidad de insertarse en el mundo como oferente de mano de obra requiere aumentar la participación laboral, especialmente entre las mujeres. Datos de la Organización Internacional del Trabajo revelan una tasa de participación laboral del 51 % en India, considerablemente menor que la del 76 % observada en China. La disparidad responde a la baja participación femenina: mientras que en China alcanza a un 71 %, en India es apenas del 25 %.

 

Este desafío adquiere una dimensión relevante al considerar las barreras culturales y religiosas presentes en el país.

Diferencias en la dirección del Estado

Al repasar el proceso de crecimiento intenso de China en las décadas previas, se destaca la presencia de un gobierno verticalista que permitió la ejecución de reformas sin mayores necesidades de coordinar expectativas entre los distintos actores. El panorama en India es diferente. Aunque en los últimos años su posición en los rankings internacionales de calidad democrática se ha deteriorado, posee una sociedad que demanda procesos de negociación y consensos más amplios. Esto es particularmente relevante dadas las enormes diferencias culturales y religiosas que conviven en el país y el arraigado sistema de castas.

 

Consideraciones finales e impactos en Uruguay

Los elementos expuestos anteriormente imprimen cautela respecto a si India puede convertirse en la “nueva China”. El giro proteccionista que viene adoptando el gobierno actual de Narendra Modi tampoco parece ser funcional a que India ocupe un rol central como “motor” de la economía mundial del mismo modo que lo ha hecho China.

Sin embargo, el crecimiento de India es inequívocamente un elemento positivo, ya que es un potencial dinamizador de la economía del resto del mundo.

Desde la perspectiva de nuestro país, la expansión del mercado indio y el incremento de su poder adquisitivo deberían generar mayores oportunidades para nuestros productos, pese a que varias de nuestras exportaciones más tradicionales como la carne vacuna o los lácteos no alcancen la misma relevancia que tuvieron en China dado el marco cultural y religioso que pauta los patrones de consumo indio.

Consultor de Exante
Consultor de Exante

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