Revista del IEEM
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Educación siglo XXI

Se presentó en mayo el Libro Abierto de EDUY21 con las bases para la reforma —a esta altura vital— de nuestro sistema educactivo. Ahora se espera tener un amplio debate público, alcanzar un acuerdo previo a las elecciones y que el nuevo gobierno se comprometa a implementarla.

Más allá de la discusión de si las últimas administraciones han avanzado o no en materia educativa, lo que importa: los resultados, son desalentadores. Y por resultados no me refiero a tasas de egreso porque las personas que pasan de año es una variable que el propio sistema puede manejar a su voluntad. Me refiero a evaluaciones externas de rendimiento diseñadas específicamente para medir la capacidad de las nuevas generaciones para insertarse en el mercado de trabajo.

Es realmente desalentador ver que la mitad de los uruguayos que entran al mercado de trabajo no está en condiciones de cumplir con tareas que requieran tomar decisiones complejas. Que son funcionalmente analfabetos: saben leer y escribir, pero no pueden procesar información para resolver un problema, ni hacerse preguntas relevantes para aprender en el proceso. Ante un mundo en el que el avance de la tecnología cuestiona al futuro del trabajo, nuestro sistema educativo presenta a uno de cada dos personas con capacidades fácilmente automatizables.

Con este panorama, si no hacemos algo ya, tendremos que resignarnos a que la calidad de vida de la mayoría de los uruguayos empeore. La principal conclusión de la auditoría externa que nos hizo la OCDE hace un par de años —disponible en su página web— fue que la educación es el principal cuello de botella que impide al país avanzar.

EDUY21 pone foco en este drama para buscar “respuestas al impacto de la tecnología en las tareas (…) contenidas en las diversas ocupaciones”, en las que “las oportunidades de trabajo van a estar crecientemente permeadas por la capacidad de responder a problemas que no pueden ser resueltos por las máquinas”. “Los trabajadores tendrán más espacios y oportunidades para desarrollar competencias (…) tales como el pensamiento creativo, las habilidades de interactuar y la flexibilidad”. “Las personas tendrán que construir un ámbito de empatía y mantener un tipo de interacción amigable y productiva con los otros, así como desarrollar el pensamiento crítico, riguroso y creativo para buscar respuestas ingeniosas a órdenes de problemas que hoy no existen”.

El Libro Abierto de EDUY21 propone cambios en el sistema educativo para que sea capaz de formar en las habilidades esenciales para el trabajo del futuro. Para ello, se plantea generar los instrumentos necesarios para que los alumnos puedan desarrollar “la capacidad de producir, integrar y compartir múltiples conocimientos que crucen áreas de aprendizaje y disciplinas, que esos conocimientos puedan ser aplicados a diversos contextos y que entre formación y trabajo medie una lógica de sucesivas idas y vueltas”. Del mismo modo, “la convivencia, el respeto recíproco, el saber comunicarse y el poder trabajar con otros en armonía debe estar integrado naturalmente en el programa educativo”.

Estos objetivos son difíciles de imaginar con el sistema educativo que tenemos. EDUY21 plantea eliminar “la separación entre el educador que transmite contenidos y el estudiante que los recibe”, “la fragmentación de la educación” en primaria y secundaria, así como “las opciones de formación excluyentes entre humanidades y ciencias, y entre formación teórica y conocimiento aplicado”. La alternativa propuesta es el aprendizaje basado en proyectos, junto con tutorías personalizadas de apoyo a los aprendizajes, que naturalmente vienen luego de un periodo de alfabetización fundamental.

El aprendizaje basado en proyectos expone al alumno a situaciones reales, para impulsarlo a desarrollar todos los recursos necesarios para resolver un problema que podría darse perfectamente en el mundo laboral. Su consecución exige el aprendizaje de conceptos técnicos y el desarrollo de actitudes. A través de la guía del equipo docente y la interacción con el resto de los alumnos, se desarrolla la capacidad de trabajar en equipo, la creatividad, la planificación, la cooperación, la comunicación no verbal, la escucha activa, así como todos los aspectos emocionales que afectan el comportamiento de la persona.

Muchos pensarán que la idea es muy buena pero utópica para nuestro país. Lo cierto es que no es necesario viajar a un país del primer mundo para ver y analizar ejemplos exitosos de aprendizaje basado en proyectos. Alcanza con ir a Casavalle. Desde comienzos de 2016, en el Centro Educativo Los Pinos funciona un liceo técnico con 106 estudiantes, comprometido con el modelo de aprendizaje basado en proyectos. Y ya existen evaluaciones que permiten ilusionarse con los resultados, por más preliminares que sean. Por ejemplo, en pruebas estandarizadas que miden capacidad analítica se observa una mejora anual superior al 40 % entre los alumnos que participan del programa. (El promedio de la clase mejora en medio desvío estándar, como se dice en la jerga).

Claro que esta receta no funciona si las cosas no se hacen bien. No basta con tirar los ingredientes adentro de la olla y revolver. El equipo docente tiene que ponerle dedicación, profe¬sionalismo y, fundamentalmente, —como todo buen cocinero— pasión por lo que hace. Conseguir a los profesores es sin duda un enorme desafío. Un buen docente marca objetivos claros, ambiciosos y alcanzables, empuja hacia elevados estándares de comportamiento y maneja el aula velando para que ningún cerebro deje de trabajar.

Recientes investigaciones muestran que uno de los factores más relevantes para mejorar los resultados educativos es la calidad de los docentes. Afortunadamente también existe evidencia internacional de que la formación docente, si se hace bien, es efectiva. A su vez, un entrenamiento profesional y permanente a los docentes en las instituciones, bajo el liderazgo de mentores especializados, también tiene un impacto significativo sobre los resultados educativos.

La ministra de Educación dijo que “no se hacen cambios en la educación sin los docentes”, insinuando que los planteos de EDUY21 no tenían en cuenta a los docentes. Nada más alejado de la realidad. Hasta ahora, el trabajo de los docentes ha sido minimizado en discusiones sobre cambios de programas y fundamentalmente sobre estructuras de poder, que son irrelevantes si no cambian la forma y la intensidad con la que los alumnos aprenden. Ese es el objetivo de EDUY21. Y para ello lo que realmente importa son los docentes.

Autor

Profesor de Economía en

PhD en Economía, Universidad de San Andrés (Argentina); máster en Economía, Universidad de Chicago; Programa de Alta Dirección, IEEM, Universidad de Montevideo; licenciado en Economía y Analista en Contabilidad y Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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