Revista del IEEM
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El liderazgo que necesitamos

Un recorrido por las cualidades que convierten a la crisis en una oportunidad.

Nunca hay que desaprovechar una buena crisis”. Esta cita, que se le atribuye a Winston Churchill, remite a la idea de que una crisis es una situación que no solo derrumba el statu quo o las normas y reglas establecidas, sino que además se nos presenta como una buena oportunidad. En realidad, la mejor manera de entender la crisis es como un período de transición: cuando el pasado aún no se ha ido, no se ha muerto, y el futuro aún no ha llegado.  Estos períodos de transición siempre son bastante traumáticos, pero para eso están los líderes, que son quienes tienen que ser agentes de cambio.

Así, la frase de Churchill resuena con más vigor y claridad. Tanto en las empresas como en la política, los buenos líderes se caracterizan no solo por poder tolerar, soportar (el endurance), y manejar las crisis de mejor manera, sino también por transformar estos momentos tan estresantes y de tanta presión en oportunidades genuinas para el cambio. Son momentos clave para aprovechar la situación y reemplazar lo que no funcionaba muy bien, con algo que funcione mejor en el futuro. Por esta razón, creo que no hay ninguna variable, ningún concepto, ningún tema que sea más relevante ahora mismo, que el buen liderazgo.

Propongo, entonces, hacer un breve recorrido por aquellas cualidades o rasgos distintivos del liderazgo que esta pandemia o esta crisis han resaltado como esenciales. Cabe subrayar que estas cualidades no solo se restringen a los líderes políticos, sino que son extrapolables y adaptables para el líder de empresa, para los equipos y, en última instancia, también para las sociedades.

Sin querer tomar partido, y más allá de cualquier connotación de índole política, me interesa trazar un contrapunto entre algunas habilidades que han estado presentes en el manejo de la crisis sanitaria, que ofician como auténticas lecciones aprendidas para el sector empresarial.

 

Inteligencia

La primera y más relevante de todas es la inteligencia. La capacidad de tomar decisiones racionales, objetivas, coherentes y basadas en datos. No en la ideología, no en el populismo y decididamente no en la parte emotiva de la intuición (muchas veces se le llama intuición a la impulsividad). No debería hacer falta una pandemia para resaltar la importancia de la inteligencia. Sin embargo, si fijamos nuestra atención en líderes de empresas, incluso en los que son seniors y tienen muchos años ejerciendo ese rol, veremos que realmente no utilizan tanto la inteligencia en el día a día, sino que se basan mayormente en la experiencia.

Por eso la crisis presenta un desafío tan importante: porque el líder no puede resolver el problema o los desafíos que se le presentan en base a su experiencia, ni puede seguir en piloto automático perpetuando todo lo que hizo durante los últimos cinco o diez años. ¡Hay que pensar! El punto es que pensar cuesta mucho cuando uno cree que ya tiene la respuesta o la solución para todo, con el agravante de que, si los problemas son nuevos, las viejas soluciones ya no sirven.

 

Curiosidad y deseo de aprender

El segundo rasgo se relaciona con la inteligencia, pero es algo diferente. En ámbitos empresariales y de coaching organizacional sabemos que esta competencia o cualidad es una de las razones fundamentales por las que algunos líderes mejoran y son “coacheables”. Porque aprenden y tienen una motivación e interés y la curiosidad de internalizar el feedback, de hacer preguntas, de escuchar más de lo que hablan. Cuando se está en una situación nueva en la que no se tienen todas las respuestas, la mayor contribución que un líder puede aportar es la capacidad de hacer las preguntas correctas.

Hace algunos años venimos trabajando mucho desde ManpowerGroup en el concepto de learnability: la capacidad y el deseo de aprender permanentemente. En un mundo que sigue aumentando su nivel de complejidad y se está volviendo menos y menos predecible, será cada vez más crítico apostar al talento futuro, y una buena forma de medir su potencial será, precisamente, evaluar en qué medida los trabajadores actuales tienen las ganas y la curiosidad para aprender cosas nuevas. Los ciclos del conocimiento son cada vez más cortos y es evidente que lo que uno aprendió, lo que estudió y la experiencia que tiene, probablemente tenga una fecha de caducidad mucho más temprana de lo que esperaba.

 

Humildad

En un contexto de crisis, es clave la capacidad del líder de reconocer sus limitaciones y sus propios errores. Esto es muy interesante y hasta paradójico porque, por lo general, si uno demuestra demasiada humildad, hasta se le hace más difícil llegar a una situación de liderazgo.  Pareciera que, si un líder oculta su humildad y en cambio proyecta una buena dosis de arrogancia, o incluso de soberbia, se le hace más fácil convencer a los demás de que sí sabe, de que tiene expertise y conocimiento.

Un líder soberbio se convierte en un peligro para todos en una crisis.

Un buen líder deberá entonces tener capacidad de proyectar seguridad externamente, pero si esa seguridad no va de la mano de una humildad interna, será un líder arrogante y narcisista, que es el peor de los casos. Lo opuesto de la humildad es el narcisismo. Un líder soberbio con un exceso de autoconfianza se convierte en un peligro para todos en una crisis. Como si el virus no fuese ya un peligro suficiente, imagínese lo que sería si además tuviéramos un líder manejando un país o una organización que subestima los riesgos de una pandemia. ¡No haría falta predecir los resultados!

 

Resiliencia

La resiliencia es muy importante en un líder porque, obviamente, los líderes —por ahora—  son humanos. Al menos por los próximos cinco, diez o veinte años, vamos a seguir teniendo líderes humanos, sin que esto implique desconocer los increíbles avances que han tenido los robots y la inteligencia artificial.

Normalmente, en los periodos de calma y estabilidad, es bueno tener líderes que sepan inyectar un poco de sentido de urgencia, de motivación, de sana presión en sus equipos. Pero cuando la tormenta se desata, y hay demasiado estrés externo, es cuando aparecen los verdaderos líderes, con su capacidad para mantener la calma mental y la estabilidad emocional.

En los últimos 10 años, la cualidad que más se ha trabajado como predictor de resiliencia de los líderes es la inteligencia emocional, que incluye dimensiones como la empatía, el self-awareness o autoconocimiento, y también la capacidad de entender y preocuparse por las emociones y la estabilidad de los demás.

 

Empatía

Esta cualidad está relacionada con poder conectar a nivel emocional: con saber y sentir qué es lo que sienten los demás. Al igual que la humildad, esta aptitud guarda una correlación negativa con el narcisismo, porque cuando menos se centre el líder en sí mismo, más abierto estará para escuchar a los demás y para entender la perspectiva de los otros. Esto lo coloca en mejor situación para manejar a sus equipos y para tomar mejores decisiones que beneficien a sus organizaciones.

 

Integridad

Si un líder tiene las cinco cualidades descritas antes, pero carece de integridad y no tiene ética, solo lo guiará su propio interés y lo único que le preocupará es seguir manteniéndose en su cargo o acumular poder. Así, todas las demás competencias se pueden volver en su contra y hasta convertirse en algo negativo. La integridad implica comunicar con honestidad y transparencia, y dar la cara cada vez que sea necesario. Es más fácil de decir que de hacer, se necesita coraje y valentía, pero el resultado bien vale la pena y es reconocido el esfuerzo de estar presente y cercano en momentos de gran incertidumbre.

La integridad implica comunicar con honestidad y transparencia, y dar la cara cada vez que sea necesario.

Reflexiones finales y lecciones aprendidas

Cuántas veces los países han estado cautivos del populismo, en el que muchos líderes toman el poder mediante tácticas o estrategias que no unifican, sino que buscan dividir, polarizar y profundizar las diferencias. Esto es lo opuesto de la empatía: si la estrategia para llegar al poder o para llegar a una posición de liderazgo es antagonizar, generar conflicto y dividir, será perjudicial para todos. También lo sería en un escenario sin pandemia y, sin lugar a dudas, en una crisis de escala global como la que ahora nos toca navegar, esto es aún mucho más tóxico y problemático.

En muchos países observamos con profundo dolor que el liderazgo está en crisis, tanto en la arena política como en las organizaciones. Esto sucede porque sus líderes están en crisis, porque siguen atados a viejos modelos que ya no se ajustan a la nueva realidad.

Afortunadamente, el caso de Uruguay es muy distinto y permite sacar en limpio algunos apuntes para poder replicarlos en el sector empresarial.

Entonces, la pregunta del estribo sería: ¿qué tipo de liderazgo hace falta en una crisis? La respuesta es el buen liderazgo: necesitamos mejores líderes para el futuro, mejor equipados: con inteligencia, pero con curiosidad para seguir aprendiendo; con humildad, pero con coraje y valentía para hacer los cambios que hagan falta; con empatía para mantener la calma; con resiliencia para aguantar la tormenta y, por sobre todas las cosas, con integridad incondicional para ser el modelo del cambio que se quiere ver.

Aprovechemos la oportunidad, honremos a Churchill, no desperdiciemos esta crisis y inventemos el futuro en vez de rediseñar el pasado. A fin de cuentas, no hay ninguna crisis que no haya resultado, al final, en una gran maestra.

 

 

* Artículo inspirado en la charla “Liderazgo femenino en tiempos de crisis” del 24 de marzo de 2021, a cargo de Tomas Chamorro-Premuzic, Chief Talent Scientist de ManpowerGroup y profesor de psicología empresarial en University College de Londres y Columbia University de Nueva York.

Autor

Gerenta general de ManpowerGroup Uruguay

Comentarios (2)

  • Juan Ignacio de Lisa

    Muy bueno el artículo Inés , felicitaciones!!

    Nos ayuda a descubrir y conseguir la mejor versión de nosotros mismos.

    Saludos

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  • Alejandro Carrera

    Felicitaciones Ines! Muy interesante y actual tu post.
    Características muy bien definidas de un buen líder y más en estos momentos de crisis.
    Saludos

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