
La marca ni se hereda ni se roba: se construye día a día
«La mayoría de quienes hoy formamos parte de esta firma no estábamos presentes en el momento de su fundación”, reflexionó un socio de la empresa en la que trabajo durante una jornada anual de planificación. Quería marcar un punto importante: los integrantes de las organizaciones suelen creer que la marca es algo que viene dado, que se hereda y se mantiene incambiado hasta el final de los tiempos.
Si bien las raíces de una empresa definen su identidad de origen, lo que hay detrás de una marca —que se representa como la punta de un iceberg con un logo y un eslogan— es un tejido vivo y cambiante. Este tejido se alimenta, por supuesto, de las definiciones y la visión de quienes la dirigen, pero también de las acciones cotidianas de todos sus trabajadores y de las interacciones entre ellos, incluso con los clientes y la comunidad.
Si será clave recordarles a los trabajadores que su rol contribuye significativamente a la creación y evolución de la reputación de la empresa. En su libro Influencia: La psicología de la persuasión, Robert Cialdini explica que las personas sienten un mayor compromiso y agrado cuando han sido parte de la creación de algo. Este fenómeno se relaciona con los principios de compromiso y coherencia, que el autor detalla en su publicación. Implica que una inversión inicial de tiempo o recursos, por más pequeña que sea, termina desarrollando cierto sentido de lealtad. En definitiva, saber que forman parte de la construcción de la marca incrementa el sentido de propósito que muchos buscan a lo largo de su vida laboral.
Lo que hay detrás de una marca —que se representa como la punta de un iceberg con un logo y un eslogan— es un tejido vivo y cambiante.
En la misma reunión de planificación, se llevó a cabo una actividad para reflexionar sobre algunos asuntos relevantes para la empresa, como las luces y las sombras del trabajo híbrido. La metodología elegida fue peculiar: un grupo de teatro ayudó a recrear historias que estaban guardadas en la memoria de los participantes. Estas historias fueron compartidas con los facilitadores, depositándolas en un buzón o comentándolas rápidamente de manera oral.
Ladridos que ya son esperados cuando alguien toma una videollamada desde casa, una “carrera” de surfista interrumpida por un título de Contador Público, innumerables anécdotas de visitas al interior y a las oficinas de los clientes, las preguntas y respuestas más comunes de las frecuentes entrevistas laborales, el sueño de crecer dentro de la empresa: a través de la interpretación satirizada de estos recuerdos por parte de los actores, los presentes vivieron momentos de risa y complicidad.
Pero el ejercicio no se trató solo de diversión. Por la original forma de contarlas, las historias comunicaron un mensaje mucho más poderoso que cualquier discurso de apertura o cierre. Al conectar con las emociones, revelaron valores de la firma que muchos ya conocían o intuían. Fue una manera potente de explicitarlos, de traerlos al presente, darles realismo y fijarlos en la memoria.
Aunque este tipo de actividades no son frecuentes, es posible aprovechar otras instancias, formales e informales, para introducir el storytelling dentro de los esquemas de comunicación habituales de la empresa, ya que resulta ser un gran aliado en la fijación de mensajes clave. En este sentido, se recomienda recurrir a experiencias cercanas, mostrar humanidad, dar detalles, pero no aquellos que sean innecesarios, e incluir nombres propios cuando sea posible. Y, sobre todo, recordar que el final de la historia es lo más esperado; junto a él, aprovechar para plantear un aprendizaje.
Es posible aprovechar instancias, formales e informales, para introducir el storytelling dentro de los esquemas de comunicación habituales de la empresa.
Asimismo, el storytelling tiene la capacidad de hacer que los mensajes sean memorables. Cuando una historia resuena emocionalmente, es más probable que se recuerde y que su mensaje sea internalizado. Esto es especialmente importante cuando se busca que todo el equipo esté alineado con la visión y los objetivos de la empresa.
En resumen, una marca no es estática ni está estancada en el pasado; es un proceso continuo de creación y reinvención en el que todos los integrantes de la organización contribuyen. Al proyectar la marca hacia el futuro, resulta fundamental mantener este espíritu de colaboración y reflexión. En esta construcción, el storytelling se presenta como una herramienta poderosa para fortalecer la cultura y construir una marca de la que todos los integrantes se sientan parte. Así, cada historia compartida, cada experiencia vivida y cada interacción cotidiana contribuye a la formación de una identidad corporativa fuerte y, no por eso, estática.
En definitiva, una empresa no son solo los productos o servicios que ofrece, sino las personas que la integran y las experiencias que comparten. Estas historias no solo influyen en cómo luce esa marca hacia afuera, sino también puertas adentro, creando un sentido de pertenencia y orgullo que impulsa a todos sus integrantes a dar lo mejor de sí mismos, porque los ayuda a visualizar el propósito del lugar donde trabajan. En esta línea, cada miembro de la organización es un embajador, un divulgador de la historia corporativa y un protagonista en la continua construcción de la marca.