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Emprendedores y emprendedoras uruguayos: actitudes e intenciones (Parte I)

Una actitud es una creencia u opinión que tiene un componente evaluativo. Una definición clásica de actitud es la establecida por Allport, que la consideraba “un estado de disposición mental y nerviosa, organizado mediante la experiencia, que ejerce un influjo directivo dinámico en la respuesta del individuo a toda clase de objetos y situaciones” (Allport, 1935, en Martín-Baró, 1988). La actitud tiene un papel motivacional de impulsión y orientación a la acción, pero no es la acción. A su vez, las intenciones consisten en la predisposición para realizar una conducta particular. Las actitudes influyen sobre las intenciones, y estas, a su vez, sobre los comportamientos de los sujetos.

Relación entre actitudes, intenciones y comportamientos

Gráfico 1 – Relación entre actitudes, intenciones y comportamientos

Como puede observarse en el Gráfico 1, ni las actitudes explican las intenciones, ni estas explican los comportamientos. Esto se debe a que existen otros factores que actúan concomitantemente, pudiendo atenuar, neutralizar o incluso revertir su incidencia potencial. Puedo, por ejemplo, tener la intención de emprender, pero encontrarme en una situación en la que carezco del capital suficiente para hacerlo, resultando en que el comportamiento no sea determinado por la intención, sino por el contexto. Sin perjuicio de estas limitaciones, las actitudes e intenciones emprendedoras son un dato relevante al momento de explicar el nivel y la calidad de la actividad emprendedora. En el presente artículo las analizaremos incluyendo una variable adicional: el género.

Podemos clasificar esas actitudes en dos grandes grupos. Por un lado, las actitudes que parten de alguna autopercepción del sujeto en alguna dimensión que tiene relación con la actividad emprendedora. Por otro lado, tenemos actitudes que parten de la percepción de determinados aspectos del contexto.

 

Actitudes basadas en autopercepciones

Hay dos cuestiones referidas a la propia persona que están vinculadas a emprender:

  1. El miedo a fracasar si se emprende.
  2. La autopercepción en cuanto a las habilidades, destrezas y conocimientos que requiere emprender.

Teóricamente, una persona que tiene miedo a fracasar, o que siente que no cuenta con las habilidades, destrezas y conocimientos requeridos al emprender, sería una persona poco propensa a hacerlo. Veamos los resultados.

 

El miedo a fracasar

A efectos de cuantificar las actitudes de las personas con respecto a este punto, en la encuesta anual del GEM se le pregunta a todas las personas encuestadas —sean o no emprendedores— la siguiente pregunta: ¿El miedo a fracasar lo disuadiría a usted de iniciar un nuevo negocio? En el Gráfico 2 se presentan los resultados obtenidos, por género.

Miedo al fracaso, por género

Gráfico 2 – Miedo al fracaso, por género

Fuente: Centro de Emprendimiento del IEEM/GEM Uruguay

Como puede observarse, el miedo al fracaso es superior en las mujeres que en los hombres, con la excepción del año 2013. En promedio, la tasa femenina ha sido un 4 % superior a la masculina desde 2007. Se constata, asimismo, que la evolución es bastante similar, si bien las oscilaciones en las mujeres son más pronunciadas que en los hombres. A partir de 2012-2013, se da un crecimiento de la tasa del miedo al fracaso de ambos. En el caso de los hombres, en 2018 llegó a su máximo histórico desde que se mide este ratio, alcanzando un 38,89 %.

 

Autopercepción de las capacidades para emprender

Otra cuestión relevante es si la persona considera que posee las capacidades que se requieren para emprender. A efectos de cuantificar la autopercepción que las personas tienen de sí mismas en este respecto, se formula la siguiente pregunta: ¿Considera que tiene los conocimientos, habilidades y destrezas que se requieren para emprender? Las respuestas afirmativas a esa pregunta, discriminadas por género, se presentan en el Gráfico 3.

Autopercepción de capacidades, por género

Gráfico 3 – Autopercepción de capacidades, por género

Fuente: Centro de Emprendimiento del IEEM/GEM Uruguay

En caso de autopercepción de capacidades, también se observa una evolución similar en el tiempo de ambas tasas. Aquí la tasa masculina siempre ha estado por encima de la femenina, sin excepciones. La tasa masculina ha estado a partir de 2009 en un promedio de alrededor de 11 puntos por encima de la femenina. Hay dos aspectos adicionales destacables. En primer lugar, en los años 2008 y 2009 hubo un aumento muy marcado de la autopercepción femenina de capacidades, alcanzando un 68,11 % en 2009. En segundo lugar, puede observarse que a partir de 2010 la autopercepción de capacidades ha presentado una tendencia declinante, tanto para hombres como mujeres.

 

Conclusiones

Si bien existe una evolución bastante similar de las tasas que miden las actitudes de hombres y mujeres en cuanto a sus ascensos o descensos, las mujeres presentan una tasa de miedo al fracaso superior a la de los hombres y una tasa de autopercepción de capacidades para emprender inferior. La tasa de miedo al fracaso ha presentado una tendencia reciente a partir de 2012-2013, y la tasa de autopercepción de capacidades una tendencia decreciente desde 2010.

Autores

Responsable del GEM Uruguay y profesor de Economía Política en

Ph.D. en Gobierno y Cultura de las Organizaciones, Universidad de Navarra; máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; contador público, Universidad de la República (Uruguay); licenciado en Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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