Revista del IEEM
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“La colaboración funciona, y cuando es entre mujeres, aún más”

Macarena Botta

Cofundadora de BRAVA, consultora de ONU Mujeres, cofundadora de Sinergia Cowork

Comentaste en varias ocasiones que no creías que ser mujer fuera una barrera adicional. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

Es algo que me gusta contar porque me imagino que muchas mujeres experimentan ese giro. Yo estudié Economía, me pagué la carrera y empecé a trabajar a los 18 años. Fundé mi empresa, la vendí y después fundé otra. Y pensaba que, si yo había podido hacer todas esas cosas, las demás también podían.

A lo largo del camino, fui conociendo a muchas mujeres que me hicieron ver que todas nos enfrentamos a desafíos muy similares a la hora de lograr entrar en determinados círculos. Un momento clave fue ser seleccionada en 2015 para ser parte de WeAmericas. Junto a 17 mujeres de América Latina recorrimos Estados Unidos dando a conocer nuestros emprendimientos en una gira comercial. Pero lo más valioso fueron las conversaciones que surgieron en el camino. Generamos espacios seguros en los que compartíamos experiencias y ahí me hice consciente de que ser mujer sí es una barrera adicional.

Esa barrera existe por varias razones. Primero, porque naturalizamos el rol de la mujer y las exigencias del rol desde muy chiquitas. Si sos madre y trabajás, sos una mala madre porque no pasás tiempo con tus hijos. Si no sos madre, te va bien porque no sos madre. Siempre nos medimos con todas estas exigencias y conceptos, y esto nos pone en un lugar de desventaja. En este sentido, creo que el mayor problema que tenemos las mujeres son nuestras propias creencias autolimitantes, que son consecuencia del entorno en el que nos criamos y la sociedad en la que vivimos.

Cuanto más investigo con los lentes de género, más profundo veo que es el problema. Por el mismo trabajo y tiempo, las mujeres ganamos un 20 % menos. A esto se suma el desbalance en el trabajo no remunerado. Las mujeres dedicamos dos tercios de nuestro tiempo a tareas no remuneradas y los varones solo un tercio. Eso hace que, desde el vamos, tengamos menos tiempo para construir nuestras carreras profesionales, crecer, alcanzar puestos de liderazgo, formarnos y tejer redes de contactos. ¡Incluso para descansar! Por todo esto, no podemos pensar que las mujeres llegamos al espacio de trabajo en igualdad de condiciones con los varones. Es un hecho que hay muchísimas exigencias que se aplican solo a las mujeres.

Por otro lado, no es que no alcancemos puestos de liderazgo porque no estamos capacitadas. De hecho, en promedio, las mujeres tenemos dos años y medio más de estudios que los varones. Estamos capacitadas, el problema es que no llegamos a esos lugares. Ya sea porque pagamos un “impuesto” si decidimos ser mamás, o porque quizá, en la búsqueda del balance con la vida familiar, disponemos de menos tiempo para hacer networking.

Hacernos conscientes de estas barreras es clave para todos, no solo para las mujeres. Es clave para las futuras generaciones y para construir una sociedad más justa. Como dice Magdalena Furtado, directora de ONU Mujeres, todos y todas somos parte del problema y todos y todas somos parte de la solución. Una vez que somos conscientes de estas barreras, tenemos la responsabilidad de tender puentes para otras mujeres.

 

¿Por qué es urgente que este tema forme parte de la agenda en torno al emprendimiento?

Por muchos motivos. Desde BRAVA, con mi socia Magdalena Giuria, estamos haciendo muchas investigaciones sobre los mitos y creencias que mencionaba antes. Y cada día somos más conscientes de lo grave y urgente que es el problema.

Al estar tan arraigado en nuestra cultura, es muy difícil de transformar. Tenemos que preguntarnos por qué hay muchas menos mujeres emprendedoras que varones emprendedores. Tenemos que hablar de todas las barreras a las que nos enfrentamos las mujeres. Tenemos que entender las dificultades a las que nos enfrentamos a la hora de acceder a crédito y financiamiento, incluso cuando está comprobado que, cuando las mujeres piden un crédito, son mejores pagadoras que los varones.

También está comprobado que los emprendimientos con fundadoras mujeres tienen un impacto mucho más grande en su comunidad y en su equipo. Devuelven más, derraman más. Esto no quiere decir que seamos mejores, pero sí que somos diferentes. Es urgente que todo esto forme parte de la agenda en torno al emprendimiento porque necesitamos más miradas para desarrollar un ecosistema emprendedor balanceado.

Para que esto suceda, hay que generar nuevos modelos de rol. Y, en este sentido, es muy importante que todas las mujeres que ocupamos puestos de liderazgo y que creamos empresas, alcemos la voz y nos hagamos visibles. Es clave para que las niñas puedan soñar el futuro que quieren tener. Por ejemplo, necesitamos muchas más mujeres emprendedoras en STEM y para eso hay que romper con la idea de que ser científico es de varón.

Necesitamos que más mujeres se animen a emprender, porque su mirada es importante y porque aportan valor. La vida es muy corta para quedarse con ganas de algo y por eso es tan importante tener referentes mujeres que muestren que es posible. En mi caso, trabajé casi ocho años en banca privada y nadie me hablaba de que emprender y crear mi propia realidad era una posibilidad. ¿Cuántas mujeres habrá que tienen ideas pero que no lo consideran una alternativa? Por esto es tan urgente, porque todos y todas nos perdemos del valor que agregarían esas ideas.

Por otro lado, también necesitamos que haya mujeres en puestos de liderazgo. Los equipos balanceados en género son claves para agregar valor, solucionar problemas, crear políticas, y crear productos, servicios y experiencias. De hecho, las empresas de Fortune 500 que tienen mujeres en su directorio son 16 % más rentables porque está demostrado que a mayor diversidad, más innovación y más posibilidades. Está comprobado que tener más mujeres en puestos de liderazgo da resultado: el 54,4 % de las empresas que han incursionado en este camino coinciden con que las iniciativas sobre diversidad de género mejoran sus resultados comerciales. El 60,2 % afirma que aumentaron su productividad y sus ganancias. Ya es hora de que nos demos cuenta de que la igualdad de género no solo es un derecho humano, es un buen negocio.

 

Desde BRAVA trabajan para cerrar la brecha de género, ¿qué resistencias se encontraron en el camino?

La buena noticia es que no encontramos tantas resistencias. Creo que fue así porque hacemos nuestro trabajo desde una óptica de construir, de generar oportunidades, de tender puentes y de que esto no es una lucha ni una guerra. Al final se trata de generar más valor, de impulsar a que más mujeres se animen a apostar, a emprender y a pedir ese cargo que no se animan a pedir porque no creen estar a la altura. De hecho, para un mismo cargo, una mujer que tiene el 100 % de las aptitudes, duda si postularse o no. Un varón aplica con solo un 60 % de las aptitudes.

«Nuestra motivación genuina es que todos y todas estemos mejor y hagamos más y mejores negocios».

Creo que la recepción fue tan buena porque nuestra motivación genuina es que todos y todas estemos mejor y hagamos más y mejores negocios. Todo esto desde un lugar de humildad y de animarnos a buscar soluciones, incluso cuando no tenemos todas las respuestas. Queremos aprender y aportar valor al mismo tiempo, sin perder de vista lo que necesitan las empresas, generando oportunidades y soluciones win-win.

Lo que pasó con BRAVA fue muy mágico y se dio de forma orgánica. Queríamos resolver problemáticas iterando, desde la innovación y desde la mentalidad emprendedora de generar una curva de aprendizaje. De equivocarnos y volver a intentar. Salimos con un prototipo (una web hecha por nosotras) y no esperábamos la respuesta que tuvimos. Nos dieron muchísima visibilidad en la prensa y una cantidad de personas se acercaron a ofrecer su ayuda. Tanto mujeres como varones.

Para mí fue un hito muy importante fundar BRAVA y haber encontrado a Maggie en el camino. Porque, de todos los emprendimientos en los que estuve involucrada, es el que más converge el ser mujer, mi historia personal y el tener un impacto social ayudando a otras mujeres a descubrir su valor, poniendo al servicio nuestra red de contactos para conectar mundos.

 

¿Cómo podemos trabajar para fortalecer nuestra confianza?

Creo que el primer paso es chequear desde qué lugar nos miramos a nosotras mismas y rodearnos de personas que nos ayuden a construir esa confianza personal, a ir a más y a animarnos. También es clave buscar a varones que sean nuestros sponsors, tener mentoras y mentores, y buscar comunidades de mujeres que nos soporten. Tenemos que entender que todo es más difícil sola y que no hay nada mejor que pedir ayuda. Todo esto nos permite luchar contra el síndrome de la impostora, esa sensación de sentir que no somos suficiente, tan común entre mujeres.

 

¿Cuál es tu sueño para el ecosistema emprendedor femenino en Uruguay? ¿Dónde te gustaría que estemos en cinco años?

Creo que venimos bien y están pasando cosas interesantes, aunque todavía faltan políticas que ayuden a las mujeres a emprender. También faltan políticas que descentralicen el emprendimiento de Montevideo. En ese sentido, ANDE está haciendo un gran trabajo.

Faltan más espacios seguros de encuentro y falta poder hablar de la autoconfianza sin que suene cursi. Hay que diseñar herramientas a medida para las mujeres, porque está claro que no llegamos a los lugares de trabajo, ni a emprender, en las mismas condiciones que los varones. Tenemos que facilitar el acceso a financiamiento para mujeres y tenemos que capacitar a mujeres en inversión. También hacen falta más inversores, de ambos géneros, que entiendan el valor de invertir en una mujer. Desde WeXchange y WeInvest están haciendo un gran trabajo en esta área.

En cinco años me encantaría que no tengamos que medir la cantidad de mujeres que hay en STEM porque hay pocas. Me encantaría que cualquier niña o niño que salga de la escuela vea la posibilidad de emprender como una alternativa. Que no haya diferencias para acceder a oportunidades por ser varón o por ser mujer.

Sobre todo, me encantaría que las mujeres nos saquemos la idea de la cabeza de que si hay muchas mujeres juntas hay relajo. La única manera de estar mejor es que las mujeres empecemos a colaborar entre nosotras, que no nos veamos como enemigas, que seamos empáticas con las otras, que tendamos puentes. También que nos animemos a contratar a mujeres y que involucremos a más mujeres en los directorios y en la toma de decisiones. Porque, cuando colaboramos, no nos para nadie. La colaboración funciona, y cuando es entre mujeres, aún más.

¿Qué es BRAVA?

Un emprendimiento fundado por Macarena Botta y Magdalena Giuria con el objetivo de ofrecer más herramientas, oportunidades y, sobre todo, visibilidad a las mujeres.

 

¿Qué ofrecen?

Capacitaciones

Diseñan talleres para mujeres que están insertas en el mercado laboral, ya sea como colaboradoras de empresas, empresarias o emprendedoras.

Programas para empresas

Facilitan la transformación de las organizaciones para la promoción del liderazgo femenino y fomento de la igualdad de género.

Conectan a mujeres con escenarios

Ponen su amplia red de mujeres expertas y talentosas al servicio de eventos, talleres o conferencias.

 

¿Querés saber más? Visitá www.bravasomos.com

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