Revista del IEEM
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“Ser mujer en el mundo emprendedor es un activo y un punto que entendemos relevante destacar”

Magdalena Furtado

Representante de ONU Mujeres en Uruguay

En Uruguay, dos tercios del tiempo de trabajo de las mujeres es dedicado al trabajo no remunerado y un tercio al remunerado. ¿Qué significa esto para el emprendimiento femenino?

Ese dato surge de la última Encuesta de Empleo del Tiempo que dispone Uruguay, realizada en 2013 por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sería deseable hacer otro relevamiento en esta administración de gobierno para actualizar la información y evaluar si han ocurrido cambios en la sociedad uruguaya respecto a la distribución desigual y brechas de género en el uso del tiempo.

Su significado es muy importante: el tiempo disponible de las mujeres para el trabajo remunerado —ya sea como emprendedoras o como empleadas dependientes— es mucho más limitado que el de los hombres, debido a que las tareas domésticas y de cuidados (trabajo no remunerado) recaen principalmente en las mujeres.

Esto es atribuible a normas sociales que aún hoy siguen vigentes en Uruguay y en la región, donde existe una marcada división sexual del trabajo. Dado que el día tiene 24 horas y las mujeres dedican la mayor parte de su tiempo al trabajo no remunerado, tienen menos horas disponibles para el trabajo remunerado que es lo que les otorga la autonomía económica. Muchas veces esa autonomía económica es imprescindible para salir de las situaciones de violencia, ejercida por parejas o exparejas, que es un problema de gran magnitud en Uruguay y en la región de América Latina y El Caribe.

 

¿Cómo se acentuó esta problemática con la pandemia?

A raíz de la llegada del COVID-19 a Uruguay, desde ONU Mujeres y UNICEF se consideró pertinente y oportuno obtener datos que reflejaran la realidad que estaban viviendo los hogares en el marco de las diversas medidas de distanciamiento social impulsadas por el gobierno.

Con este fin, se encargó en abril 2020 la realización de una encuesta específica a Opción Consultores sobre “Género, Niñez y Uso del tiempo” para registrar con claridad varios de los principales impactos en el segmento de hogares con hijos e hijas menores de 18 años. La conclusión del estudio indica que se mantuvo la fuerte brecha de género en el uso del tiempo preexistente en términos relativos y se incrementó la brecha existente en términos absolutos. En promedio, las mujeres pasaron de destinar 6,9 horas diarias de trabajo no remunerado antes de la pandemia, a destinar 8,1 horas en pleno confinamiento. Los valores absolutos para los hombres aumentaron de 3,9 a 4,6 horas diarias de trabajo no remunerado. La encuesta arroja, además, que un 20 % de las mujeres declaró sentirse muy o bastante sobrecargada, mientras que solamente un 4 % de los hombres lo percibió de igual forma[1]. Las madres fueron el adulto referente que dio mayor apoyo para la realización de las tareas escolares en casa mientras las escuelas permanecieron cerradas.

Debido a esta sobrecarga de trabajo no remunerado que se incrementó durante la pandemia y que recae mayormente en las mujeres, el reciente informe anual de McKinsey —con base en 40 000 entrevistas en empresas de EE. UU. y Canadá— reveló que una de cada cuatro mujeres está pensando en dejar su empleo, congelar su carrera o reducir su horario de trabajo debido a las obligaciones domésticas que ha creado la pandemia.

Por otra parte, en lo que respecta al trabajo remunerado, el sector de los servicios, que se destaca como uno de los más afectados, emplea a 78 % de las mujeres en el mercado laboral[2]. Entre las personas trabajadoras de la economía informal que han sufrido un impacto significativo debido a la pandemia por COVID-19, 42 % de las mujeres están en sectores de alto riesgo, en comparación con el 32 % de los hombres.

«Las desigualdades de género constituyen un rasgo estructural de Uruguay».

Desde ONU Mujeres hablan de los nudos de la desigualdad de género, ¿cuáles son?

Las desigualdades de género constituyen un rasgo estructural de Uruguay, así como de otros países de la región de América Latina y El Caribe. Si bien Uruguay avanzó en la igualdad formal (leyes, normativas, etc.), reconocemos aún al menos cuatro nudos estructurales que impactan de alguna manera en la vida cotidiana de las mujeres.

El primero, la desigualdad económica derivada de las brechas salariales que persisten independientemente de cómo se calculen y dan cuenta, además, de una penalidad por maternidad. El segundo, la concentración del poder, ya que hay muy pocas mujeres en lugares de decisión en todos los ámbitos: política, empresas, sindicatos, cámaras en Uruguay. El tercero, los patrones culturales machistas, discriminatorios y violentos, que alimentan y normalizan la ocurrencia de estereotipos de género y de violencia hacia las mujeres en muchos ámbitos como el privado y el público. Por último, la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado naturalizada en la sociedad. Estos cuatro nudos se refuerzan mutuamente y dificultan el avance hacia la igualdad sustantiva, esto es, la igualdad entre hombres y mujeres en la vida real.

Para ONU Mujeres el objetivo es impulsar cambios que puedan desatar estos nudos estructurales de las desigualdades de género, buscando mecanismos para trabajar con todas las instituciones del gobierno y priorizar el avance hacia un desarrollo sostenible y una sociedad más igualitaria e inclusiva.

 

Desde “Ganar-Ganar”, un programa de ONU Mujeres, la OIT y la Unión Europea, hacen hincapié en que la igualdad es un buen negocio. ¿Qué oportunidades presentan las políticas de igualdad de género para las empresas?

La gestión con perspectiva de género es un caso de negocio exitoso que ha evidenciado que aquellas empresas que promueven la igualdad de género y una política de diversidad tienen un mejor ambiente de trabajo, mayor creatividad e innovación, atraen más talento, mayores niveles de inversión y tienen una mejor imagen, reputación y prestigio.

En este sentido, diversos estudios confirman que las empresas con mayor diversidad son más rentables y productivas. Asimismo, las empresas que gestionan con perspectiva de género impulsan un camino de transformación socioeconómica que reconoce a hombres y también a las mujeres como beneficiarias e impulsoras del crecimiento y del desarrollo, dejando de manifiesto que la igualdad de género es un tema de justicia socioeconómica, clave para el desarrollo sostenible y que es, además, un buen negocio.

Finalmente, las prácticas equitativas y de promoción de igualdad de género en las empresas, como su mayor participación en los lugares de toma de decisión, la igualdad de remuneración, las licencias parentales, la no discriminación, el respeto y la corresponsabilidad son fundamentales para la autonomía económica de las mujeres y además impactan positivamente en el lugar de trabajo, en el desempeño de las empresas, en el mercado y en la sociedad en su conjunto.

 

¿Cuáles son las claves para que el espacio de la mujer sea mayor en el sector empresarial y para que pueda emprender?

Comprender que las mujeres son un agente dinamizador de la economía nos parece clave. En este sentido, es importante considerar que, en promedio, las mujeres son las responsables de entre el 65% y el 80 % de las decisiones de compra. En este sentido, si por un lado deben ser consideradas del lado de la demanda, por el otro, son fundamentales del lado de la oferta, en el desarrollo de bienes y servicios adaptados a un público conocido.

Por otra parte, a la hora de emprender aún es necesario contar con más modelos de mujeres en los cuales reflejarnos y de los cuales aprender. Concebir que ser mujer en el mundo emprendedor es un activo es un punto que entendemos relevante destacar.

«Las emprendedoras y empresarias que han logrado consolidar sus empresas todavía enfrentan barreras de acceso a financiamiento».

Finalmente, las mujeres emprendedoras y empresarias que han logrado consolidar sus empresas todavía enfrentan muchas barreras de acceso a financiamiento, tanto para expandir sus negocios como para internacionalizarlos, y allí también es preciso ampliar las oportunidades.

Según un estudio que analizó las pymes activas de la región en Facebook, las mujeres dueñas de pymes tienen un 27 % menos de probabilidades que los hombres de recibir un préstamo de un banco para fundar una empresa. En particular, América Latina es la región en la que una mayor cantidad de mujeres al frente de microempresas establecen sus negocios con capital inicial facilitado por familiares. En este contexto, se genera un círculo vicioso: las mujeres no pueden obtener o no buscan el financiamiento que necesitan para sus negocios porque sus empresas son juzgadas de bajo crecimiento, precisamente porque carecen de fondos (McGorman y otros, 2018).

ONU Mujeres es la entidad de las Naciones Unidades dedicada a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. En todo el mundo las mujeres y las niñas son privadas sistemáticamente de acceso a la educación y a la atención de la salud, están subrepresentadas en la adopción de decisiones económicas y políticas, y son víctimas de violencia y discriminación. ONU
Mujeres fue creada para acelerar el progreso en la satisfacción de sus necesidades en todo el mundo.

Referencias

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