Revista del IEEM
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La nueva cabeza

La nueva normalidad da continuidad a la incertidumbre instalada por la pandemia y despierta cuestionamientos en todos los ámbitos. Nada escapa a ser mirado con el filtro de la nueva normalidad.

Hablar hoy de certezas acerca de qué es lo que permanecerá de todos los cambios vividos en estos más de tres meses es muy aventurado. Basta ver cómo se van reactivando cautelosamente los distintos sectores de la economía, con protocolos estrictos de higiene con el fin de mantener a raya al virus, mirando de reojo la cantidad de nuevos positivos día a día. También estamos siendo cautos en el retorno a las actividades y reuniones sociales, pero cada vez más nos vemos sin pantallas de por medio. Todos miramos con un poco de desconfianza a la nueva normalidad.

Esperemos que el usar mascarillas en espacios públicos y el lavarnos las manos con mayor frecuencia no sean los mayores cambios que nos deje esta pandemia.

De un día para el otro fuimos exhortados a no salir de nuestras casas ni a compartir espacios públicos. El miedo por la infección inminente de un virus poco conocido y que venía de hacer estragos en muchos países caló hondo. Pensábamos que eran cosas que pasaban en China. Pero cuando aparecieron los primeros casos en Europa, supimos que pronto tendríamos el primer positivo en el país.

Y a raíz del primer caso de coronavirus se paralizaron las actividades. Dejamos de ir a trabajar, la educación se suspendió, cerraron restoranes, clubes deportivos y algunas empresas, porque sus formas de hacer y ser no eran compatibles con una pandemia. Con el diario del lunes, no hay dudas de que el 13 de marzo marcó el comienzo de una oportunidad de transformación sin precedentes.

Era necesario un shock así, de características globales, que afectara a todas las economías, los sectores y las personas del mundo, para resetear las formas que teníamos de hacer hasta el momento.

Así introduzco el que para mí es el verdadero cambio: el de cabeza. El cambio de mindset. Es que algo se rompió, y no hay con qué emparcharlo. En vano intentarlo. Pero no es negativo. Era necesario un shock así, de características globales, que afectara a todas las economías, los sectores y las personas del mundo, para resetear las formas que teníamos de hacer hasta el momento. O, al menos, evaluarlas.

Es el objetivo de esta edición ayudar a entender lo que estamos viviendo, a través de distintas voces que definen, opinan y acercan, desde sus sectores y experiencias, la nueva normalidad.

Las tecnologías que permitieron continuar las actividades laborales y educativas (e hicieron viable el distanciamiento social) y el e-commerce, que mantuvo la dinámica del mercado, son las vedettes de la nueva normalidad. Ambos tuvieron una explosión en estos meses y afectaron (con pros y contras) la forma de relacionarnos y de hacer las cosas. Algunas organizaciones ya estaban en el baile online y contaban con las herramientas para teletrabajar, pero muchas tuvieron que entrar a la pista de prepo, sin saber ni un paso.

Las nuevas circunstancias trajeron muchos dolores de cabeza, y surgió preguntarse cómo afectaron a los empresarios las decisiones que tuvieron que tomar para sobrellevar la crisis. Es que a partir del 13 de marzo la cultura organizacional quedó expuesta, y la confianza se convirtió en un valor imprescindible. La comunicación y la transparencia pasaron a ser una necesidad básica. De pronto necesitábamos más que nunca saber qué iba a pasar, qué planes tenía la empresa, cómo pensaban seguir operando, cómo afectaría la crisis a la empresa y a nuestro bolsillo… Muchas preguntas que debieron encontrar respuestas en tiempo y forma. De lo contrario, la confianza pudo haberse resentido.

Ya adentrados en la nueva normalidad, aparecen las dudas sobre cómo restablecer el trabajo presencial y, a la vez, mantener y potenciar el trabajo remoto. Porque esta forma de trabajar llegó para quedarse, pero tiene un lado B que es preciso poner en la balanza junto con sus bondades.

Por último, esta crisis destaca porque fue un disparador de la solidaridad de los uruguayos. Surgieron diversas iniciativas, desde la elaboración de canastas hasta apoyar a emprendedores y mipymes para que puedan salir adelante y continuar sus actividades. Es una oportunidad también para evaluar el rol de las empresas como transformadoras de la realidad, como vectores del cambio (y no del virus), y aprovechar las  oportunidades de mejora que el COVID-19 ha dejado expuestas. Es crucial no dejarlas pasar.

Autor

Redactora responsable de Hacer Empresa

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