Revista del IEEM
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Un modelo emergente de liderazgo

Para crecer, las empresas necesitan criterios nuevos para identificar y preparar a los líderes del mañana. Existen ciertos modelos capaces de ayudar a las organizaciones a identificar qué individuos cuentan con las características necesarias.

Los paradigmas de liderazgo están cambiando. Los viejos conceptos de liderazgo —frutos de un contexto de estabilidad económica, patrones predecibles, y relaciones empleador-empleado de un solo sentido— han caducado. En ManpowerGroup utilizamos el término “Modelo de Líder P3” para denominar lo que entendemos como una posible forma de liderazgo en un mercado incierto y dinámico.

Este modelo cuenta con tres componentes. El primero, los resultados de liderazgo efectivo; es decir, lo concerniente al talento, por lejos el activo más valioso en los negocios de hoy. Es imprescindible medir el impacto de un líder basado en los resultados de talento, tales como ayudar a los empleados a realizar su potencial y crecer en sus carreras, o contribuir de una manera significativa a la empresa.

El segundo componente tiene que ver con los facilitadores de liderazgo efectivo. Este es un paso fundamental en la evaluación de talento basado en los atributos personales inherentes al candidato. En la medida en la que estos facilitadores formen parte de la constitución del individuo, la persona tendrá mayor potencial de triunfar en roles de liderazgo.

El tercero tiene que ver con las capacidades de liderazgo efectivo, aquellas que ayudan a las empresas a focalizar sus recursos para el desarrollo en las áreas con mayor probabilidad de brindar un mayor rendimiento en el desempeño organizacional.

 

Pensando hacia el futuro

Es de suma importancia que los líderes de hoy piensen más allá de los parámetros tradicionales de rendimiento de negocio: deben trabajar duro para lograr los objetivos enfocados en el talento, tales como un sentido de propósito compartido, y oportunidades y recursos de desarrollo de carrera significativos.

Es necesario, en primer lugar, saber evaluar los denominados “facilitadores inherentes” del potencial del líder, esos que han sido importantes desde siempre: la adaptabilidad (concerniente a la comodidad ante la incertidumbre y la complejidad), la gestión (el impulso, la energía y el deseo de tener éxito), la resistencia (la resiliencia y la tenacidad) y la brillantez (la curiosidad y la agudeza intelectual, así como el aprendizaje continuo).

Luego hay que fomentar las capacidades con mayores posibilidades de ayudar al desempeño organizacional y a las perspectivas de crecimiento de la empresa lo que genera resultados concretos: resultados de negocio. Estos siguen basándose en el talento, el activo más valioso en los negocios. El talento es igual de importante que la evaluación de los indicadores financieros.

El líder debe contar, principalmente, con un sentido agudo del propósito individual y organizacional. Esto implica que ha de saber proporcionar una perspectiva acerca del propósito y el valor de las contribuciones de sus empleados, fomentando así un sentido de empoderamiento y responsabilidad personal con el fin de ayudar a la organización a tener éxito. Todo esto tiene un efecto energizante y eficaz a la hora de conducir un negocio.

Otro rol esencial del líder es el de incrementar el nivel de participación en la empresa. Debe saber cómo conservar a los mejores talentos de la empresa, crear una fuerza de trabajo comprometida, así como alinear programas de compensación con estrategias de talento, lo cual solo es posible afianzando el sentido de pertenencia.

Los buenos líderes comprenden que la relación empleador-empleado es una alianza de beneficio mutuo.

Quizá más difícil pero igual de necesaria sea la obligación de reconocer la nueva realidad de la “carrera para mí”. Los buenos líderes comprenden que la relación empleador-empleado es una alianza de beneficio mutuo. Los candidatos de hoy se focalizan en el crecimiento personal y profesional más que en un trabajo en particular. Por eso el líder ha de proporcionar a los empleados oportunidades para ampliar sus habilidades y conocimientos, tener conversaciones significativas con ellos, fusionar la carrera del empleado con el camino de la empresa, e integrar la colaboración de persona a persona, así como el aprendizaje de la capacidad tecnológica.

Idealmente, el líder también debe contrarrestar el efecto de la tecnología brindando una cultura organizacional más humana. En una época de tiempos fragmentados e impersonales, es esencial que los líderes siembren una cultura orientada a valores como el respeto, la confianza, la diversidad y la transparencia. También es su rol demostrar los valores y la misión establecidos por la organización en carne propia.

Es a través de estas herramientas que es capaz de demostrar la integridad y la transparencia de la empresa. Su rol es generar confianza, demostrar generosidad (el “nosotros” siempre antes del “yo”), dar y recibir información, y crear oportunidades para que los empleados crezcan y tengan carreras significativas.

Un buen liderazgo también trae como resultado la aceleración del rendimiento de la empresa y su crecimiento.

Un buen liderazgo también trae como resultado la aceleración del rendimiento de la empresa y su crecimiento. Proporcionar una visión compartida para la transformación en la que los empleados comprendan el porqué de sus contribuciones; navegar tanto en una agenda de corto como de largo plazo; saber hacer un balance entre la consistencia global y la relevancia local; inspirar y movilizar a la organización en la transformación son todos factores que mejorarán y acelerarán el rendimiento general.

Se necesitan líderes capaces de tomar decisiones valientes en tiempos complejos.

Finalmente, el nuevo liderazgo también conlleva saber arriesgar. Se necesitan líderes capaces de tomar decisiones valientes en tiempos complejos; que sepan tomar riesgos calculados y aprovechar las oportunidades; que desafíen constructivamente a la autoridad; que fomenten la innovación y cambien el enfoque de la empresa cuando sea necesario.

Solo de esta forma, haciendo hincapié en el elemento humano, versátil y creativo del liderazgo, las empresas podrán navegar el mundo cambiante del trabajo.

 

El liderazgo y la transformación digital

Si están listas para la transformación, las empresas deben, además, fomentar una cultura de innovación. Esto requiere estar abiertas al cambio, siempre listas para asumir riesgos calculados y dispuestas a fallar en ocasiones. La transformación en los tiempos que corren es fundamentalmente digital.

Dar un salto al vacío puede ser abrumador y, en general, el ser humano se muestra reacio al cambio. Es notable que el 87 % de los responsables en RR. HH. digan no contar con el talento de liderazgo necesario para afrontar el éxito en la era digital. Pero no hay por qué desesperar.

El liderazgo digital no significa reemplazar completamente los atributos del liderazgo tradicional. El 80 % de las competencias tradicionales mantendrán su relevancia de siempre; es solo un 20 % de las competencias que resultan completamente nuevas. Este porcentaje se compone de capacidades que no solían ser tan necesarias, pero que ahora son fundamentales para forjar líderes modernos y actualizados.

Las “habilidades naturales” mencionadas anteriormente seguirán siendo cruciales. Las capacidades nuevas implican saber cómo impulsar el talento, fomentar las carreras de los individuos de forma provechosa para todos los involucrados; acelerar el desempeño de la empresa a través de un rendimiento digital sostenido; y atreverse a tomar riesgos que requieran coraje y solvencia en momentos de adversidad.

Cuando se habla de revolución digital, se suele pensar en robots de ciencia ficción, pero, en gran medida, la mayor amenaza para los empleados no son las máquinas, sino otras personas: personas más calificadas, poseedoras de las herramientas digitales de las que la mayoría carece. Comprender qué habilidades van a necesitarse en el futuro constituye un desafío para los empleadores en todas las industrias; no entenderlo pone en jaque el crecimiento de las empresas. Para 2020, se estima que más de un tercio de las habilidades en demanda estará compuesto por habilidades que hoy no son esenciales o que incluso son inexistentes.

Es por estos motivos que el líder digital tiene la enorme responsabilidad de mapear un marco operativo para la nueva empresa digital, comunicar con claridad una visión inspiradora y movilizar la nueva fuerza de trabajo.

Para crecer en la era digital, los líderes de las empresas han de fusionar lo mejor de la inteligencia humana y de la máquina.

Para crecer en la era digital, los líderes de las empresas han de fusionar lo mejor de la inteligencia humana y de la máquina para crear una empresa inclusiva y con una visión concisa. Deben forjar un clima de innovación y experimentación dentro de parámetros claros, siempre listos para corregir velozmente el rumbo si algo va mal.

Eso sí, no existen líderes perfectos. Y lo primero que debe hacer una persona en una posición de liderazgo es asumir su propia imperfección. Aprender a navegar la incertidumbre, saber escuchar al otro, y reconocer los errores también son cualidades de liderazgo. Hay una cierta grandeza en aceptar que no se tiene las respuestas para todo. Eso hace que la confianza en el líder sea aún más profunda y genuina.

 

Un momento para la autocrítica

No hay otra forma de dar el gran salto al futuro que preguntándonos a nosotros mismos si realmente estamos preparados para lo que se viene. ¿Somos lo suficientemente ágiles y abiertos al cambio como para afrontar etapas de fuerte transformación? ¿Nuestros procesos están fundamentados por ideas digitales? ¿Estamos desarrollando programas diseñados para alimentar y desarrollar futuros líderes digitales? ¿Contamos con los líderes necesarios para acompañar el crecimiento de la empresa?

Ir de la mano del cambio es el único camino hacia un crecimiento real.

El temor a los cambios que se aproximan —y que ya están ocurriendo— es natural y humano. Pero, si hemos de tener éxito en la era digital, debemos bregar por una verdadera cultura de innovación. Para eso es indispensable identificar a los líderes del futuro. Lo humano jamás debe perderse de vista, pero es necesario comprender que lo que entendemos por humano está en constante evolución. Ir de la mano del cambio es el único camino hacia un crecimiento real.

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