Revista del IEEM
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Contenido útil y confiable, el nuevo intento del periodismo para enfrentar a la era digital

Si los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales estuvieran en un ring, los fenómenos de los últimos meses podrían verse como un round ganado por los primeros. La proliferación de noticias falsas sumada a la certeza de que los algoritmos sesgan la información que reciben las personas y determinan sus decisiones, han elevado el valor percibido por acceder a contenidos con sello de calidad, por lo menos para algunos.

A fines del año pasado, algunos diarios locales lanzaron sus suscripciones digitales. Es claro que las razones de fondo tienen que ver con la necesidad de diversificar su fuente de ingresos, en el marco de una crisis del modelo de negocios anterior, pero también implica que existen personas dispuestas a pagar por información relevante y confiable. Sin embargo, a nivel mundial algunos analistas opinan que estos últimos no son tantos como para transformar a esta tendencia en un modelo sostenible.

La proliferación de noticias falsas, sumada a la certeza de que los algoritmos sesgan la información que reciben las personas y determinan sus decisiones, han elevado el valor percibido por acceder a contenidos con sello de calidad, por lo menos para algunos.

Los abanderados de la verdad

Si se obtienen ingresos por lector, lo que importa no es el volumen de clics de las noticias, sino el número de lectores que les encuentran valor, reflexiona el periodista norteamericano Matt Skibinki en su artículo Predictions for Journalism 2019, escrito para Nieman Lab. “Esto requiere que los medios se enfoquen en contenido local, importante, creíble y confiable”, asegura.

Algo similar sostienen El País y El Observador al presentar sus suscripciones digitales. “En tiempos de fake news y superabundancia informativa, de grieta y de ‘burbuja social’, el rol de los medios como El Observador, que le ponen un sello de credibilidad e independencia a cada una de sus publicaciones, es cada vez más importante”, sostiene Gonzalo Ferreira, editor jefe de El Observador. En tanto, El País, afirmaba en la nota del lanzamiento de la suscripción digital: “(en el contexto actual) los medios buscan poner a disposición el mejor periodismo para cumplir con su misión social de informar para la toma de decisiones”.

Por supuesto que estos mensajes tienen su veta comercial, pero también es cierto que la avidez de las personas por contenidos fiables es una realidad cada vez más extendida, dando lugar al surgimiento de empresas como NewsGuard, con base en Nueva York, que ayuda a distinguir sitios confiables de los que no lo son.

Es que durante gran parte de la historia “dimos por sentado que los hechos estaban ahí y eran fáciles de obtener”, asegura el periodista británico y exeditor jefe de The Guardian, Alan Rusbridger. “Pero, de repente, no es fácil establecer o estar de acuerdo con qué es la verdad y qué es falso”, continúa[1].

Para Adriana Amado, docente, investigadora y analista política argentina, se necesitan cada vez más periodistas DJ. “La figura del periodista DJ da cuenta de que en tiempos de redes sociales todos son potencialmente periodistas, pero la diferencia la hace aquel que, además de seleccionar y distribuir, aporte a la información estilo, mirada y autoridad”[2].

Si se obtienen ingresos por lector, lo que importa no es el volumen de clics de las noticias, sino el número de lectores que les encuentran valor

Calidad que importa pero… ¿cuánto?

La popularización de Netflix o Spotify ha llevado, por un lado, a que a los usuarios les resulte cada vez menos ajeno pagar por acceder a contenidos. Sin embargo, esta misma realidad puede tener su contracara: las personas ya cuentan con varias plataformas pagas, y no están dispuestas a sumar otras de abono mensual a su tarjeta de crédito.

En tanto, si bien en la teoría los medios de comunicación deberían enfocarse en contenidos de calidad, e incluso algunos exclusivos para sus suscriptores, lo cierto es que la realidad económica de muchas de estas empresas lleva a que no puedan costear la producción de contenidos premium.

Los diarios uruguayos no han hecho más que subirse a una tendencia mundial, que ya ha tenido varios intentos en el pasado con éxito relativo, pero recientemente la gran mayoría se ha subido a la ola. Para 2019, el 52 % de los medios pretende que las suscripciones sean su principal fuente de ingresos, según un estudio de Reuters Institute, citado por un artículo del diario digital Puro Marketing. Sin embargo, solo un porcentaje pequeño de personas asegura estar dispuesta a pagar para acceder a noticias con sistemas de suscripción (solo un 4 % de los españoles, por ejemplo).

Es difícil prever si el modelo será sostenible o no para las empresas locales. Sin embargo, en un año electoral como el que los uruguayos tienen por delante, sería bueno que al menos se cuestionen la necesidad de informarse de manera cabal, ya sea pagando por contenidos con cierto sello de calidad o buscándole la vuelta para no mirarse el ombligo con las noticias que las redes sociales le mostrarán.

 

Cómo se leen y comparten las noticias en 2019

Dentro de los cambios en la manera en que las personas consumen noticias, se destaca que es cada vez más común que recuerden en qué red leyeron una noticia sin poder precisar qué medio la produjo[3]. En tanto, los usuarios cada vez más utilizan, en lugar de Facebook, otro tipo de plataformas para compartir y comentar noticias, como WhatsApp o grupos de afinidad en Facebook Messenger, porque se sienten libres de expresarse en entornos privados.

Referencias

[1] Breaking News, The Remaking of Journalism and Why it Matters Now, de Alan Rusbridger. Farrar, Straus y Giroux, 2018.

[1] La Prensa de la prensa, periodismo y relaciones públicas en la información, de Adriana Amado. Editorial Biblos, 2016.

[1] Máquinas de Mentir, “Noticias falsas” y “posverdad”, de Daniel Mazzone. Crujía 2018.

Autor

Gerenta de Marketing y Comunicación en

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