Revista del IEEM
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La economía global: una puesta a punto con buenas noticias

El panorama externo para 2019 es complejo y está lleno de incertidumbre. La guerra comercial entre Estados Unidos y China marcó un punto de inflexión en la dinámica global. Hace un año, la prensa financiera internacional hablaba de boom, hoy se lee cada vez más la palabra recesión. Una buena parte de nuestra suerte se juega en canchas que vemos de lejos, pero que afectan factores que tienen incidencia directa e indirecta sobre la actividad económica en Uruguay. A continuación, veremos por qué este enfriamiento económico global puede terminar en buenas noticias para nosotros.

Una buena parte de nuestra suerte se juega en canchas que vemos de lejos, pero que afectan factores que tienen incidencia directa e indirecta sobre la actividad económica en Uruguay.

Hace muchos años que desarrollamos y monitoreamos en tiempo real modelos de proyección del PBI de Uruguay, en los cuales dos terceras partes de las fluctuaciones son explicadas por factores externos. Tanto para bien como para mal, en el corto plazo no podemos zafar. La historia es otra para plazos mayores, en los que reformas internas que mejoran nuestra competitividad son la clave.

El desempeño actual de la economía de Estados Unidos está bajo la lupa. Gracias a las tensiones generadas por la guerra comercial con China, en el cuarto trimestre del año pasado se terminó la fiesta. Si bien la actividad económica y los salarios crecen y el desempleo sigue en mínimos históricos, las expectativas se están deteriorando marcadamente. No solo los indicadores de la confianza de los consumidores y de los empresarios pegaron la vuelta, sino que analistas internacionales hablan de recesión. La inflación se desacelera y, luego de haber estado por encima del objetivo de la Reserva Federal (2 %) durante gran parte del año pasado, se ubica nuevamente adentro. La Reserva Federal deja saber su preocupación por el menor optimismo en los negocios y anuncia que va a escuchar con extrema atención a los mercados y ser muy paciente con la suba de tasas. Ya los mercados futuros asignan muy bajas probabilidades a nuevas subas de tasas de interés. Finalmente, se ve un cambio de tendencia en las tasas de los bonos del Tesoro a 10 años —la tasa de interés global—, que luego de cortar el 3 % el año pasado, ahora mira para abajo y araña el 2,5 %.

El desempeño actual de la economía de Estados Unidos está bajo la lupa. Gracias a las tensiones generadas por la guerra comercial con China, en el cuarto trimestre del año pasado se terminó la fiesta.

En Europa el enfriamiento es generalizado. Ya no es un tema específico de algún país puntual. Las expectativas empresariales en la industria manufacturera llegaron a su mínimo en cinco años. Los indicadores de confianza del consumidor también se contraen. De todas formas, no se espera una recesión, sino un tenue crecimiento apenas superior al 1 %.

En China también refrescó. Las ventas minoristas crecen mucho menos que antes. Solo por poner un par de ejemplos: el crecimiento de las ventas de muebles cayó de 12 % a 6 % y el de cosméticos cayó de 14 % a 11 % en 2018. Cayeron las ventas de celulares y las ventas de autos por primera vez en 28 años. Cayó el precio de los inmuebles, lo que pega duro en la confianza de los consumidores cuando sus ingresos crecen cada vez menos. Si los chinos se aprietan el cinturón, no solo se resiente la economía china (dos terceras partes del crecimiento del año pasado fue explicado por el consumo), sino que las compañías globales tienen un sacudón en sus ventas. Con este panorama, el gobierno chino acelera el gasto en infraestructura, reduce el impuesto a la renta y busca impulsar el crédito, asumiendo el riesgo de aumentar los ya elevados niveles de deuda. A pesar de ello (y de las declaraciones del gobierno chino), no se vislumbra recuperación en la actividad económica.

En Europa el enfriamiento es generalizado. Ya no es un tema específico de algún país puntual. Las expectativas empresariales en la industria manufacturera llegaron a su mínimo en cinco años. Los indicadores de confianza del consumidor también se contraen.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China se fue de mambo: pegó duro en las expectativas globales, tanto de consumo como de inversión. La inversión de China en Europa y América cayó 70 % el año pasado. Hay una fuerte expectativa de deterioro en los márgenes de ganancia de las empresas globales, con un pesimismo que no se observaba desde mediados de 2008 —previo a la crisis financiera en Estados Unidos—. Todos los indicadores de avance de la industria manufacturera se encuentran sincronizadamente estancados, tanto en las economías avanzadas como en China. El FMI acaba de reducir sus proyecciones de crecimiento global e insinúa que se puede haber quedado corto. Una situación inversa a la del comienzo del año pasado.

Intensas negociaciones entre Washington y Beijing tratan de buscarle la vuelta para desatar el nudo antes de marzo, fecha límite en las que se gatillan nuevas subas de tarifas por parte de Estados Unidos. Hay esperanza de que se llegue a un acuerdo. A esta altura es esperable que Trump declare una victoria imaginaria y ponga freno a la guerra comercial con China. Sin embargo, hay que tener claro que las relaciones entre Estados Unidos y China se han tensado de tal forma que aspectos económicos intangibles y asuntos de seguridad nacional seguirán latentes, con consecuencias imposibles de predecir.

Paradójicamente, el enfriamiento del crecimiento global podría ser una buena noticia para nosotros. Esta paradoja se vio con claridad el año pasado, cuando la economía global estaba en pleno boom, pero la expectativa de suba de las tasas de interés frenó la inversión en las economías emergentes. En promedio, las bolsas de las economías emergentes cayeron casi 20 % en 2018.

El enfriamiento del crecimiento global podría ser una buena noticia para nosotros. Esta paradoja se vio con claridad el año pasado.

Una pausa en la suba de la tasa de interés global es una ventana de oportunidad para todas las economías emergentes. Le da aire a Argentina para salir del CTI y le da el impulso inicial para que despegue el nuevo gobierno de Brasil. Afecta el precio internacional de los alimentos que son activos financieros y cuyo precio tiende a moverse de forma inversa a las tasas de interés. Una baja no esperada de la tasa de interés en Estados Unidos impulsa al alza el precio de los alimentos al tentar a los inversores globales a colocar los fondos en una inversión con mayor rendimiento potencial.

Si bien algún rubro de nuestras exportaciones puede sufrir por un menor crecimiento de la demanda debido al enfriamiento económico global, este efecto podría ser más que compensado por el cambio de expectativas sobre las tasas de interés.

Una pausa en la suba de la tasa de interés global es una ventana de oportunidad para todas las economías emergentes.

El nuevo panorama global mejora las posibilidades de atraer nuevas inversiones del exterior, que necesitamos como el agua. Pero la situación actual de competitividad del país nos obliga a extremar esfuerzos para que la inversión extranjera encuentre nuevamente en Uruguay un destino atractivo. Es nuestra responsabilidad capitalizar esta ventana de oportunidad con inversiones rentables que pueda ofrecer el país. Por más que estemos en un año electoral, es una oportunidad que no podemos dejar pasar.

Autor

Profesor de Economía en

PhD en Economía, Universidad de San Andrés (Argentina); máster en Economía, Universidad de Chicago; Programa de Alta Dirección, IEEM, Universidad de Montevideo; licenciado en Economía y Analista en Contabilidad y Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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