Revista del IEEM
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Una oportunidad que llega de afuera y no se puede dejar pasar

Hacia fines de enero, los mercados internacionales interpretaron como un giro en U a las declaraciones de Jerome Powell (presidente de la Reserva Federal de EE. UU.) sobre la cautela que se tendrá a la hora de considerar nuevas subas de tasas de interés. Hacia fines de febrero, Powell lo confirmó en su comparecencia en el Senado.

La pausa en la suba de las tasas de interés globales a causa del deterioro de las expectativas económicas en los países avanzados, generado por la guerra comercial entre EE. UU. y China —y el ruido extra de tensiones comerciales entre EE. UU. y Europa—, es una oportunidad para los países emergentes. Los capitales globales, que el año pasado le dieron la espalda a América Latina, ahora están de nuevo mirando a la región para invertir.

La pausa en la suba de las tasas de interés globales a causa del deterioro de las expectativas económicas en los países avanzados es una oportunidad para los países emergentes.

Para aprovechar esta oportunidad hay que ofrecer proyectos atractivos para invertir en el sector productivo. De lo contrario, seguiremos ofreciendo a los mercados solamente nuevas emisiones de deuda pública —con buena calificación crediticia, es cierto— que necesitamos para financiar el déficit fiscal, pero que presiona a la baja el tipo de cambio y genera mayor atraso cambiario. El desafío es enorme. Los números así lo indican.

Un indicador utilizado urbi et orbi por inversores para analizar el potencial de productividad de los países es el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial. Este amplio índice tiene en cuenta una serie de factores considerados relevantes a la hora de hacer rentable un emprendimiento productivo. Incluye el entorno macroeconómico, la calidad de las instituciones, de la infraestructura física, de la tecnología disponible y del capital humano (salud, educación y capacitación). También analiza la competencia en los mercados, la adaptabilidad de la regulación laboral, y el desarrollo del mercado financiero.

Para aprovechar esta oportunidad hay que ofrecer proyectos atractivos para invertir en el sector productivo. De lo contrario, seguiremos ofreciendo a los mercados solamente nuevas emisiones de deuda pública.

Uruguay queda bastante bien parado en la tabla de los países de la región —que se parece más a una tabla para evitar el descenso que a una tabla por el campeonato—. Ahí Chile lidera; después viene Uruguay, seguido muy de cerca por Colombia y Perú. Más abajo están Brasil, Argentina, Ecuador, Paraguay y Bolivia.

Otro indicador muy observado por inversores y organismos multilaterales es el de Facilidad para hacer negocios que elabora el Banco Mundial. Cuantifica las complejidades para abrir una empresa, obtener permisos de construcción, obtener suministro de energía y registrar una propiedad. También mide la facilidad para obtener crédito, pagar impuestos o acceder al comercio exterior. Finalmente, determina el grado de protección de los inversores minoritarios, el cumplimiento de contratos y la calidad del proceso de resolución de insolvencia o quiebra.

También en la tabla Latinoamericana, Uruguay no queda tan mal parado en este indicador, aunque está un poco más abajo que en el anterior. Acá estamos por debajo de Chile, Colombia y Perú; y arriba de Brasil, Paraguay, Ecuador, Argentina y Bolivia.

Un indicador muy observado por inversores y organismos multilaterales es el de Facilidad para hacer negocios que elabora el Banco Mundial.

Ninguno de los indicadores anteriores se debe mirar individualmente. A la hora de analizar las posibilidades de atraer inversión, es necesario cruzarlos con alguna cuantificación de los costos para producir en el país —para lo que existen muchos indicadores y todos son cuestionables—.

El encarecimiento relativo de los países se puede medir como la distancia actual del tipo de cambio real con respecto al promedio histórico (últimos 50 años). De esta forma, se considera el precio en dólares de una canasta amplia y representativa de los bienes y servicios que se consumen usualmente en cada país. En este campeonato, Uruguay desciende seguro, está en entre los más caros de Sudamérica.

En las figuras 1 y 2 se presenta este indicador de encarecimiento relativo de Uruguay con el Índice de Competitividad de Global del Foro Económico Mundial y el de Facilidad de hacer negocios del Banco Mundial, respectivamente.

Ninguno de los indicadores anteriores se debe mirar individualmente. A la hora de analizar las posibilidades de atraer inversión, es necesario cruzarlos con alguna cuantificación de los costos para producir en el país.

Productividad y encarecimiento
Facilidad para hacer negocios

Es natural ver que el país más atractivo para invertir sea aquel que es productivo, que presenta facilidad para hacer negocios y que tiene relativamente bajos costos. Es el mundo ideal, deberían florecer oportunidades rentables. En América Latina, el que hoy más se acerca a este ideal es Chile.

Pero hay otras combinaciones para atraer inversiones. Un país se puede haber encarecido, pero si es productivo y tiene amplia facilidad para hacer negocios puede ser atractivo porque es rentable. En la región, este sería el caso de Perú.

También podría ser atractivo para invertir un país que, si bien es poco productivo y no presenta amplia facilidad para hacer negocios, tiene costos relativamente bajos. En América Latina este es el caso de Paraguay y Ecuador. En esta categoría se podrían agregar Colombia y Brasil.

El mayor desafío se presenta en aquellos países poco productivos, con trabas elevadas para hacer negocios y con costos para producir que han subido demasiado en términos relativos. Lamentablemente, ahí está hoy Uruguay.

No puede sorprender que si se considera toda la información anterior de forma integral en un índice resumen de atracción de inversiones —que incluye productividad, facilidad para hacer negocios y nivel de costos— este esté directamente correlacionado con la llegada de inversión extranjera a los países de la región. Así lo ilustra la figura 3.

Facilidad para hacer negocios

Por lo tanto, si Uruguay no tiene un shock urgente y contundente de reformas para mejorar la productividad y facilitar hacer negocios en el país, va a ser muy difícil que pueda atraer nueva inversión productiva.

Aclaro que dejo de lado la alternativa de un abaratamiento abrupto como camino posible para recuperar la rentabilidad del sector productivo. Abaratar el país implica reconocer en los hechos que no es sostenible mantener el actual nivel de vida de la mayoría de los uruguayos.

Uruguay tiene una oportunidad de atraer nuevamente inversión productiva. Dejar pasar un largo año electoral sin avanzar en las reformas necesarias para lograrlo sería un lujo demasiado caro para el país.

Autor

Profesor de Economía en

PhD en Economía, Universidad de San Andrés (Argentina); máster en Economía, Universidad de Chicago; Programa de Alta Dirección, IEEM, Universidad de Montevideo; licenciado en Economía y Analista en Contabilidad y Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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