Revista del IEEM
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¿Por qué es difícil recordar qué no había en el año 2000?

Vivimos en un mundo exponencial, donde hay tantas transformaciones a un ritmo tan acelerado que no nos da el tiempo de entender cuándo y cómo sucedió un cambio determinado.

Un poco de historia

Google apenas tenía dos años. Éramos 1 800 000 000 menos personas en el mundo. Facebook no existía. WhatsApp, Airbnb, Uber y Claro tampoco. Grupo Bimbo, que es hoy la panadería más grande del mundo con más de 135 000 empleados en 32 países, apenas iniciaba su proceso de internacionalización. Uruguay no tenía ni un solo aerogenerador en la red de UTE. El vuelo comercial más largo era de 13 horas y hoy es de 18 horas y 45 minutos. Nokia era el teléfono celular más vendido en el mundo. PedidosYa no existía.

¡Y son solo 20 años! Por eso en este articulo quiero desarrollar el concepto de la apropiación continua de la innovación y los cambios, para que puedan resultar beneficiosos para la empresa.

Y desde mi punto de vista, existen tres factores a tener en cuenta.

Lograr una venta a un cliente no es un gran paso. La mejor experiencia es volverle a vender.

Saber aprender

Lograr una venta a un cliente no es un gran paso. La mejor experiencia es volverle a vender. Y para eso tenemos que escuchar, medir el valor de lo que entregamos, competir continuamente y crear empatía con los diferentes niveles de la empresa. ¿Cuántos de nosotros nos preguntamos por qué nos compraron algo? En esa respuesta hay contenidos importantes que, en la mayoría de los casos, se dan por sentados y, sin embargo,  pueden ser puntos de vista diferentes que pueden guiar (o no) el cambio que hay que realizar para permanecer competitivo.

Saber aprender también significa pedir ayuda. Y hoy ese camino se presenta por diferentes vías. Por ejemplo, incluir pasantes. Es increíble lo que un joven que recién comienza a estudiar, y que tiene la motivación adecuada, puede contribuir a una empresa. Se terminó eso de tener que esperar a que estén recibidos, se terminó pensar que solo el jefe sabe, se terminó el nunca preguntarle al cliente, o inclusive a la competencia. Estamos en un mundo donde los cambios son continuos, el nivel de información es exponencial y es poco probable que un solo equipo tenga todas las ideas y herramientas para ejecutar la mejor estrategia  posible.

Muchas de las empresas que no existían en el año 2000 encontraron una solución diferente a un problema ya conocido.

Proponer una cultura de creatividad

Muchas de las empresas que no existían en el año 2000 encontraron una solución diferente a un problema ya conocido. Esa solución puede ser un producto, una manera de contratarlo, una manera de entregarlo o una forma de colaborar. La innovación y la creatividad siguen siendo las razones por las cuales nos atraen estas empresas y estamos dispuestos a usar y pagar por nuevos servicios o productos. Por ejemplo, vaya hoy a tomar un café. Antes era solo eso. Hoy el servicio incluye Wi-Fi, revistas y diarios, mesas para trabajar y complementos para comer, más allá de la medialuna y el sándwich caliente. Todo está diseñado pensando en el cliente, no en el café. Esa creatividad apunta al cliente. Una cultura de creatividad se da el tiempo para que todos participen en la construcción de nuevas ideas (incluídos los clientes y la comunidad). Se da el tiempo para que las respuestas estén orientadas hacia los próximos pasos, pero no siempre a un hito final. Porque ese hito puede ser modificado por los cambios tecnológicos, de mercado, sociales o de consumo. Una cultura creativa se ve también en cómo están organizados los lugares de trabajo, qué tan cerrados o abiertos son, qué tan rígidos en horarios o en resultados son. También por cuánto espíritu emprendedor se respira dentro de la empresa y, por lo tanto, cuántos se sienten parte y arte de los resultados del cliente.

Las empresas con cultura creativa son las que transforman el mundo. Google, Apple, Tesla, Patagonia, Starbucks y Singularity University son algunos casos globales.

Las empresas con cultura creativa son las que transforman el mundo. Google, Apple, Tesla, Patagonia, Starbucks y Singularity University son algunos casos globales. Pero en América Latina aún es difícil encontrar un patrón continuo y sostenido de empresas que usen la creatividad como medio para sorprender positivamente a sus clientes y el mercado.

 

Ejecución resiliente

La creatividad y el aprendizaje continuo no implican relajación. La disciplina de ejecución es muy importante en todos los niveles de la empresa: en cómo se recluta el personal, cómo se vende y cómo se gobierna. El ritmo empresarial, tan flexible en nuestras culturas, es un elemento de trabajo prioritario. No es posible alcanzar metas diferentes manteniendo los ritmos anteriores. Hay que hacer más. Otra vez, en 20 años aparecen las empresas y soluciones que aceleran la transformación de todo. Veinte años en miles de años de vida humana. Y por eso hay que entender que un día sin crear, medir, pedir ayuda, entusiasmar, vender, planificar y aprender es —en tiempos actuales— equivalente a estar un mes sin hacer nada en el pasado. Porque, además, no son días en Uruguay. Son días de 8 000 0000 de personas que están haciendo algo en todo el mundo. Consumiendo, estudiando, creando, investigando, viajando.

Ejecutar —sin importar lo que pase— precisa de planificación, apoyo financiero para el equipo y metas claras que sean compatibles con el mundo de indefiniciones en donde que vivimos. Ejecutar necesita a todo el equipo comprometido y en sincronía con el objetivo. Ejecutar implica mostrar resultados, evaluarlos y que sean un elemento de mejora. No de críticas ni de éxitos.

En estas épocas de vacaciones y cambio de año, en la que seguramente muchos digamos: “Qué rápido que pasó”, creo que es un buen momento para validad que todo sucede más rápido y que nunca tuvimos tanta oportunidad para, sumando creatividad, aprendizaje y ejecución, lograr mejor motivación para alcanzar mejores resultados. ¡Feliz 2020 para todos!

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Comentarios (1)

  • GONZALO MORA

    Excelente articulo!

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