Revista del IEEM
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Impacto de las nuevas tecnologías en el ejercicio de la abogacía

El avance tecnológico siempre existió y generó cambios en la vida de las personas. Los empleos y las formas de trabajo siempre se han visto afectados por el avance de la tecnología. En 1995, antes de los teléfonos inteligentes y cuando Internet estaba dando sus primeros pasos en el hemisferio occidental, Jeremy Rifkin lanzó un libro, removedor entonces, que se llamó El fin del trabajo.

Ya en la época en que lo escribió, afirmaba que profesiones como la de abogado eran permeables a la influencia de las nuevas tecnologías. Es así que la profesión de abogado y la forma de ejercerla, se han visto transformadas por las nuevas tecnologías.

Ya no es necesario estar sentado en una oficina, rodeado de gruesos libros, para ejercer la abogacía. De hecho, hay modelos de oficinas de abogados que son totalmente en línea, o yendo a lo que es nuestra práctica de todos los días, basta con contar con un teléfono inteligente en cualquier lugar del mundo para asistir a alguien.

En cuanto al trabajo del abogado, el futuro sobre el que tanto se ha profetizado ya está entre nosotros. Ross, el robot abogado, creado por IBM, ya existe. Tiene una capacidad de procesamiento de textos y precedentes jurisprudenciales (que en Uruguay no son obligatorios) que supera obviamente a la de cualquier abogado humano. Siguiendo los mismos presupuestos que manejaba Rifkin para analizar el fin de ciertos empleos, es indudable que ya hay actividades que eran propias de los abogados —sobre todo en sus primeros años— que fueron o serán sustituidas por la tecnología ya disponible.

Por ejemplo, hace algunos años los abogados recién egresados, ayudaban a los mayores “haciendo procuración” o seguimiento de los asuntos judiciales, yendo juzgado por juzgado y preguntando el estatus de los casos. En la actualidad, esa actividad mayoritariamente se realiza en línea, sin abandonar el Estudio y directamente por el abogado que necesita la información. La redacción de contratos o documentos estándar y la investigación jurídica son otros ejemplos de tareas de abogados que están siendo sustituidas.

Sería un enfoque muy primitivo plantearse una disconformidad con los avances tecnológicos o verlos como el enemigo. Estoy convencido de que la profesión de abogado debe nutrirse de y apoyarse en la tecnología, en todo lo que sea posible.

El conocimiento cada vez se encuentra menos fragmentado y es más accesible en virtud de las nuevas tecnologías. Es imprescindible para un profesional del Derecho nutrirse de saberes de otras ciencias para llevar adelante su actividad. Se está dejando atrás la idea de la especialización dentro del cuadro de ramas del Derecho y se está pasando a una especialización por industrias, que le permite al abogado entender mejor el negocio y las necesidades del cliente.

Más allá de los avances tecnológicos, aquello en lo que los expertos son contestes es en que hay aún una parte importante de la actividad de los abogados que no ha sido sustituida por las máquinas, y es aquella que requiere habilidades blandas y creatividad. Cuestiones vinculadas a la negociación, o a llegar a soluciones creativas e innovadoras, todavía son concebidas como de difícil solución para la inteligencia artificial. También aquellos conflictos en los que se encuentren vinculados aspectos éticos serán difícilmente dirimidos por las máquinas.

En todo caso, la tarea de los abogados será mantenerse actualizados, con espíritu innovador, siguiendo de cerca los avances tecnológicos que seguirán impactando en el ejercicio de la profesión.

Autor

Socio de Hughes & Hughes

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