Revista del IEEM
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Perspectivas para la inversión en 2023

La inversión tuvo en 2022 una evolución muy favorable, alcanzando niveles altos en una perspectiva histórica. Según los últimos datos de Cuentas Nacionales, la inversión bruta fija aumentó 13 % interanual en enero-setiembre y, medida en dólares, superó los USD 13 100 millones en los 12 meses a setiembre, equivalentes a un 20 % del PBI. Se trata de los mayores niveles de inversión en la última década.

Del mismo modo, las cifras de Inversión Extranjera Directa alcanzaron niveles récord, ubicándose en casi USD 2.900 millones en el año móvil a setiembre de 2022 (más de 4 % del PBI).

Indudablemente, las inversiones del proyecto de la tercera planta de celulosa y las infraestructuras asociadas tuvieron una incidencia clave en estas cifras, pero varios otros indicadores señalizan una evolución positiva de la inversión en términos generales. Por ejemplo, desde 2021 viene observándose un fuerte aumento de la inversión presentada en regímenes promocionales (como COMAP o Vivienda Promovida) y las importaciones de bienes de capital alcanzaron el año pasado el mayor nivel desde 2015.

De cara a 2023, resulta claro que el escenario económico internacional es hoy más desafiante, ante el enfriamiento de la economía global, las significativas bajas que han tenido los precios de los commodities y el fuerte ajuste al alza de las tasas de interés.

A nuestro juicio, ese deterioro del contexto externo tensionará el cumplimiento de los objetivos macroeconómicos para 2023, que de por sí eran ambiciosos, al apuntar conjuntamente a mantener el crecimiento económico y lograr una reactivación del empleo, promoviendo al mismo tiempo la recuperación del salario real, la baja de la inflación y una mejora fiscal adicional. Sin embargo, Uruguay cuenta con un marco institucional sólido y una muy buena posición financiera, al tiempo que ha procesado mejoras en varios fundamentos macroeconómicos que lo dejan relativamente bien preparado para afrontar el revés de las condiciones externas.

Más aún, el contexto de expectativas empresariales sigue siendo sumamente favorable y notoriamente mejor al que prevalecía antes de la pandemia, con nueve de cada diez de los empresarios que responden la Encuesta de Expectativas Empresariales de Exante evaluando como bueno o muy bueno el clima de negocios en el país. Todo esto diferencia positivamente a Uruguay del panorama que en general se observa en la región y está siendo un factor clave en la atracción de inversiones. En línea con ello, según nuestra encuesta, la mayoría de las empresas espera aumentar sus niveles de inversión en 2023 al tiempo que en nuestro trabajo profesional estamos constatando un número importante de transacciones de M&A.

En este marco, en Exante prevemos que el escenario para la inversión continuaría siendo positivo en 2023 (aunque será un desafío compensar enteramente la finalización de la construcción de UPM y el Ferrocarril Central). Resulta necesario advertir, sin embargo, que este escenario no está exento de riesgos: nuestro país está caro en dólares, su matriz exportadora está muy expuesta al ciclo de commodities y la economía no está enteramente blindada si el contexto global termina mostrando un deterioro sustancialmente mayor al previsto, con un mayor ajuste de tasas del que está descontado por los mercados, más turbulencias financieras y una recesión más profunda (y prolongada) en las principales economías del mundo.

Finalmente, y más allá de las perspectivas favorables para 2023, en una mirada de mediano y largo plazo Uruguay mantiene el desafío de continuar incrementando los niveles de inversión. De hecho, incluso tras la fuerte suba registrada en 2021-2022 (proyecto de UPM mediante), la inversión en relación con el PBI sigue siendo reducida en una comparación internacional.

Desde esa perspectiva, lograr un incremento firme y sostenido de la inversión resulta clave si queremos aspirar a un ritmo de crecimiento sensiblemente mayor al 2 % promedio anual que ha registrado tradicionalmente la economía uruguaya y que sea más consistente, además, con las demandas de avance social y mejora del bienestar que existen en nuestra sociedad. Para eso, resulta central que se aborde una serie de reformas necesarias para apuntalar la productividad. Concretar la reforma previsional en curso, lograr avances sustantivos en materia de apertura e inserción internacional, promover una mayor competencia en algunos sectores no transables clave, mejorar las relacionales laborales y la calidad de las infraestructuras y, por supuesto, llevar adelante una reforma ambiciosa y profunda del sistema educativo, son elementos fundamentales de cara al objetivo de poner a la economía uruguaya en una senda de mayor crecimiento.

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