Revista del IEEM
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Un año bisagra para la Web3

El metaverso es un mundo virtual, alternativo e inmersivo en el que se puede interactuar con todos los elementos que lo componen, y al que se puede acceder a través de ciertos dispositivos (como lentes de realidad virtual, celulares o dispositivos AR). Esta nueva tecnología plantea un mundo virtual en el que podemos interactuar de forma similar a la vida real, sí, así de increíble y de peligroso.

Lo interesante de este nuevo mundo es que para su continuo crecimiento y funcionamiento necesita de mano de obra humana. Nada de lo que ya se construyó existiría sin especialistas que entiendan la tecnología y el negocio. No solo los desarrolladores de software, sino también modeladores 3D —imprescindibles para la ejecución de proyectos—, expertos en realidad aumentada (AR) y realidad virtual (VR) o los QA Tester (Quality Assurance), entre otros.

Pero la realidad es que, desde que comenzamos a escuchar del metaverso, las promesas fueron muchas y las cumplidas fueron pocas. Y es normal, natural. Como veremos, es el proceso que sufren las grandes tecnologías que vienen a cambiar la forma en que vivimos e interactuamos.

Durante 2021 y comienzos de 2022, se hablaba de miles de proyectos para agentes inmobiliarios —para la compraventa de terrenos virtuales— o arquitectos para el diseño de edificios, tiendas de ropa o casas. Lo mismo para organizadores de eventos, vendedores textiles, músicos y un sinfín de perfiles más, que más allá de algún proyecto aislado, no tuvieron grandes oportunidades.

Hoy, a comienzos de 2023, el panorama es muy diferente. Es más, el principal problema al que se enfrenta hoy el metaverso es ni más ni menos que encontrar usuarios. El corazón del negocio se encuentra en jaque desde mediados de 2022 cuando la crisis tecnológica embistió con todas sus fuerzas a esta industria. Pero cuidado, esto no quiere decir que el metaverso corra peligro per se. Lo cierto es que las expectativas que teníamos sobre esta disruptiva tecnología eran tan altas, que incluso no eran reales, llevando naturalmente a una gran desilusión.

Hoy el metaverso está recorriendo un camino natural en el que su tecnología no es tan futurista como lo que se vaticinó en un inicio, pero tampoco completamente inútil como se está hablando hoy.

De cara a este año se espera que todo continúe bastante igual. La realidad es que las empresas están desorientadas y con cierto temor. Se percibe que “es el lugar del futuro”, pero no saben cómo comenzar a operar en el metaverso, ni si tendrán público para hacerlo rentable.

Lo único que se ve con claridad es que los jóvenes, en general, ya están entrenados con el concepto, lo viven en cierta manera a través de videojuegos o incluso realizando alguna compra. Esto genera confianza de que, más pronto que tarde, será un lugar donde se reinvente el comercio y, por qué no, la interacción entre los seres humanos.

Se prevé un año en el que haya que barajar y dar de nuevo, al tiempo que habrá que consolidar plataformas, normativas y funcionalidades. Hay muchas cosas que aún no tenemos claras y ese, sin dudas, es uno de los motivos por el cual el usuario todavía no logra encontrarle tanto valor a esta tecnología. Una vez que se logre un engagement profundo con el usuario y una vez que las marcas entiendan el negocio y por dónde comenzar, la historia será distinta.

Por ello justamente es que se cree con cierta seguridad que no muy lejos exista una mayor posibilidad de que nuevos puestos de trabajo se desarrollen dentro del metaverso, sencillamente porque habrá más usuarios, mayor infraestructura y libertad para crear nuevas formas de generar ingresos. Seguramente, muchos de los puestos de trabajo del mundo real se trasladen de igual manera al mundo virtual, tal como vimos con los vendedores, arquitectos, diseñadores e influencers. Pero también el futuro apunta a la creación de una serie de trabajos que aún no están dentro de nuestra imaginación y que se irán necesitando a medida que este nuevo mundo avance.

Sin dudas el 2023 será un año muy importante para la Web3, de transición sí, pero también de consolidación si las cosas avanzan positivamente. Algunos expertos hablan de dos o tres años para que esta tecnología tenga el impacto esperado, lo cual habla de que tal vez nos hemos apurado un poco. Recordemos lo dicho previamente, las mesetas en las nuevas tecnologías de gran magnitud son naturales y esperables. Pasó con Internet en los años ochenta y noventa, cuando la comprensión era muy poca y se precisaron varios años para consolidar una tecnología que cambiaría el mundo para siempre.

Hoy, los expertos ven al metaverso en un recorrido similar y entienden que posiblemente termine teniendo un impacto igual al que tuvo Internet en el mundo hace casi 30 años, cambiando la vida de todos.

Head of People and Culture de Light-it

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