Revista del IEEM
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Ayer ciencia ficción, hoy realidad

Se acerca el fin de 2021 y las noticias muestran los avances tecnológicos que permiten superar problemas de recursos humanos. A modo de ejemplo, en el área gastronómica se ha vivido la carencia de personal de cocina y de atención al cliente, lo que ha llevado al desarrollo de nuevos conceptos de negocio con base en la robótica para la generación de alimentos y su servicio, tanto en China y Estados Unidos como, próximamente, en Argentina.

En salud, los avances tecnológicos han sido de todo tipo en los últimos dos años. Aquellos que hace algunos años veían películas de ciencia ficción y sentían que esos avances estaban muy lejos, dudo que piensen lo mismo en la actualidad. El impulso de muchos avances se debió a varias razones. Por un lado, la limitación de recursos, tanto humanos como diagnósticos y terapéuticos, a la que se enfrentó la humanidad a causa de la pandemia. Por otro, a la búsqueda de estrategias que permitieran a la población acceder de forma remota al sistema sanitario.

Para mantener activo el sistema sanitario hemos cambiado el formato de atención al paciente en todo el mundo. Las videoconsultas y el chequeo de estudios paraclínicos como ecografías, radiografías, electrocardiogramas en nuestros celulares son hoy eventos frecuentes. Hasta marzo 2020, la atención en Uruguay era directa, del médico con el paciente. La pandemia obligó al desarrollo de la telemedicina, una estrategia de atención que vino para quedarse. Es claro que seguiremos atendiendo pacientes de forma presencial, pero esta modalidad permite la comunicación ágil a todos los puntos del país entre pacientes y médicos, así como entre técnicos sanitarios para interconsultas.

El cierre de fronteras, así como la limitación de viajes por avión o barco, llevó a la escasez a nivel mundial de productos diagnósticos (por ejemplo, los PCR) y de estrategias terapéuticas (ya sea por faltante de principios activos para producir medicamentos o los medicamentos propiamente dichos). Incluso existió escasez de herramientas para sostener la vida, como los ventiladores que usamos en los centros de cuidado intensivo.

En nuestro país, con el apoyo del Ministerio de Salud Pública (MSP), la estrategia fue la innovación: se activó el sistema de investigación sanitario. El Institut Pasteur y la Udelar con sus facultades de Medicina y Química, entre otros, desarrollaron técnicas diagnósticas COVID-19, hisopos 3D para la obtención de muestras nasales, así como medios líquidos que permitían el mantenimiento del virus para su estudio, en permanente búsqueda de mejores estrategias diagnósticas.

Se iniciaron líneas de investigación de monitoreo de virus SARS–CoV-2 en transporte capitalino por el Instituto Clemente Estable, líneas de investigación clínica en pacientes que cursaban la enfermedad para conocer mejor el virus y la respuesta a los tratamientos que se ofrecían.

El MSP, junto con la ANII y el LATU, trabajó apoyando a desarrolladores de ventiladores para pacientes críticos.

Con el Plan Nacional de Coronavirus se potenció el uso de herramientas informáticas. Se diseñaron una app con información en tiempo real para los 3,5 millones de uruguayos, con alertas de exposición, información de vacunación propia y del país, evolución de los casos de COVID-19, mapas de distribución, ocupación de CTI, etc.

A nivel mundial existieron otros avances con base en el desarrollo de inteligencia artificial. Algunos ya estaban en funcionamiento, como uno capaz de diagnosticar a través de llamadas telefónicas si quien llama está cursando un infarto de miocardio. O IBM que había diseñado algoritmos para predecir crisis psicóticas hasta en un 80 % de los casos.

La imagenología sanitaria también tuvo su desarrollo. Los nuevos algoritmos capaces de aprender automáticamente generan diagnósticos radiológicos más acertados y con mayor velocidad que los que realizamos los técnicos humanos.

Otros avances que se dieron en paralelo son el desarrollo de la impresión 3D para la producción de prótesis, órganos para trasplantes, así como exoesqueletos para pacientes con plejias o paresias, que permiten que ya no haya pacientes inmovilizados.

Están en pleno desarrollo progresos en nanotecnología, o sea productos o artefactos invisibles para el ojo humano, con la posibilidad de que sean teledirigidos a puntos terapéuticos estratégicos, como tumores, permitiendo la llegada de los principios activos a zonas específicas del organismo.

Técnicas de ingeniería genética, como el desarrollo de las vacunas de ARNm son el inicio de toda una estrategia terapéutica.

A todo lo anterior se suman los avances en la capacitación a nivel de pre o posgrado sanitario con base en la simulación. Hoy ya no se puede decir que un médico, un odontólogo o un licenciado en enfermería se recibe sin entrenamiento suficiente. Las horas de entrenamiento deberían figurar en su actividad tanto de estudiante como de profesional, perfeccionándolo, por un lado, y minimizando errores, por otro.

Inicié el artículo hablando de robots en gastronomía… ¿Qué pasa en el sistema sanitario?

Todos hemos visto en nuestros televisores, a lo largo de 2020 y de 2021, cómo a nivel mundial en los hospitales múltiples tipos de robots paseaban por los corredores institucionales llevando alimentos o medicación a los pacientes internados con COVID-19. Sabemos que en China ya hay un robot que adquirió el título de médico hace varios años. También que Grace es la primera robot humanoide con rol de enfermera, que inició su funcionamiento este año. Se han diseñado robots para la higiene de plantas físicas, centros quirúrgicos, etc. Aquellos que dicen que nuestro país está unos seis o diez atrasado de los avances que ocurren fuera de nuestros límites, ¿cuánto creen que se tardará en contar con robots que atiendan las necesidades de nuestros pacientes?

El futuro llegó y se presenta a tal velocidad que requiere gestores capacitados, con habilidades que les permitan manejar esta nueva realidad hoy.

Autor

Directora del Máster en Dirección de Empresas de Salud del IEEM

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