Revista del IEEM
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América Latina: la promesa que ya es una realidad

Para alguien que ha estado activamente involucrada e invirtiendo en esta región desde 1999 —cuando la industria aún era muy incipiente y susceptible a las volatilidades de las crisis globales, regionales y de cada país—, los momentos que se viven hoy en América Latina son muy emocionantes.

No ha sido un camino fácil y, si me preguntan qué ha hecho que la “promesa” de la región hoy ya sea una realidad, diría que se debe a la resiliencia de los emprendedores —comprobada durante la pandemia de una manera impresionante—, y el hecho de que los emprendedores entienden cada vez más que la clave del éxito es crear empresas que puedan resolver problemas que sufren millones de personas, lo que las convierte en empresas con potencial de escalar y obtener retornos para sus inversores.

Estos son los sectores que yo llamo “must haves”, aquellos que proveen acceso a bienes o servicios que son indispensables tanto en tiempos de bonanza como en tiempos de crisis. Y, por ende, son más resilientes que aquellas empresas que se dirigen a los clientes en tiempos de bonanza económica, en las que el consumo se inclina hacia sectores “nice to have”.

América Latina, como otras regiones emergentes del Global South (África, India y sudeste asiático), tiene muchos desafíos y, por lo tanto, también ofrece muchas oportunidades. Los habitantes de estas regiones no tienen acceso a buenos sistemas de salud, educación o financiamiento. Tampoco pueden alquilar o comprar coches y casas, la logística y movilidad son un gran problema, y las industrias tradicionales como el agro y los alimentos necesitan adaptarse a un mundo en el que la digitalización reina.

Se empieza a ver la conexión de unicornios (empresas de más de USD 1000 millones en valuación) y “soonicorns” (empresas de más de USD 50 millones en valuación consideradas potenciales unicornios), ya que atienden necesidades básicas de las personas. Pensemos en Nubank, el neobanco que nació en Brasil y hoy es el más grande del mundo y está haciendo su IPO. Ya es un “pentadecacorn”, no un unicornio). Pensemos en Uala, Konfio y dLocal (del sector fintech), Kavak (el marketplace para alquilar y vender coches), Cornershop, Ifood y Rappi (delivery), Arco Educação (educación), NotCo (foodtech). ¿Qué tienen en común? Facilitan procesos y dan acceso a necesidades “must have”.

Los inversores extranjeros comenzaron nuevamente a enfocarse en esta región con la venida de Softbank y la inversión en Rappi. Hoy tenemos a Sequoia invirtiendo en Fintual y Tiger, y otros entrando agresivamente en el mercado. ¿Que están viendo?

En primer lugar, indicios de que este crecimiento ya muestra una industria consolidada y que, aunque a futuro pueda sufrir algún traspiés, ya no será como las crisis de antes que hacían que la industria tuviera que empezar de cero.

Por otro lado, América Latina ya no es vista como la tierra de los copycats, sino que tiene una innovación tan válida como la de Silicon Valley, pero aplicada de una manera diferente. Uno de los socios de Softbank, Nyatta, lo expresó así: “La gran mayoría de la población está desatendida en casi todas las categorías del consumo. De igual manera, la mayoría de los negocios no tienen acceso a soluciones modernas de software. Hay tanto para construir, para tanta gente y tantos negocios. En San Francisco, el ecosistema del venture capital mejora la vida a individuos y las compañías que ya están viviendo en el futuro. En Latinoamérica, los emprendedores tecnológicos están construyendo el futuro para todos los demás”[1]. Uno de los socios de QED, un fondo que invierte en la región lo dice así: “Resolver un problema en América Latina significa que tienes que resolver todo el problema, no solo una parte de él, como se hace en Estados Unidos. Si lo logras, puedes construir una empresa gigante”[2].

Además, hay una gran infusión de capital, aun en la pandemia. Contrario a las predicciones, la actividad de venture capital se ha multiplicado en la región. Durante el tercer trimestre de 2021, las inversiones en Latinoamérica superaron los USD 11,5 billones, más que los montos de 2019 y 2020 juntos[3].

A esto se suman las valuaciones: aun con este revuelo y boom, la región permanece más competitiva en precios que Silicon Valley o China. Quien no lo ve, está quedando fuera del juego. Sequoia no está perdiendo estas oportunidades, ni Tiger ni Softbank ni Combinator ni Marc Andreessen.

La velocidad a la que han crecido algunos de los unicornios de la región también ha incrementado. Por ejemplo, a Clip y Mural les llevó mucho más tiempo lograrlo que las compañías que fueron fundadas en los últimos cinco a siete años como Uala, Kavvak y Bitso. La tecnología no solo ha abaratado los costos de lanzar una empresa; también ha acortado el periodo para que crezcan regionalmente y se expandan globalmente.

Otro factor importante es el track record de la región. Hay gestores de fondos en los que invertí cuando eran primerizos y que hoy ya van por el tercer, cuarto o sexto fondo. Los inversores ya pueden ver el desempeño de estos gestores de las primeras horas. Es emocionante ver a DGF, Stratus, NXTP, Angel Ventures, ALLVP, Cometa, Dila, Magma —solo para mencionar unos pocos— mostrando sus caminos de éxito con “soonicorns” y unicornios en sus carteras, y devolviendo múltiplos interesantes a sus inversores. La resiliencia y el compromiso están rindiendo sus frutos.

Por último, las salidas a la bolsa exitosas son un gran atractivo para los inversores. En el pasado, la falta de salidas exitosas, tanto de fondos como de compañías, hizo que muchos inversores se alejaran de América Latina. Esto cambió. Hoy hay empresas listándose en las bolsas, levantando capital a través de las SPAC, y sus acciones mantienen valor (cosa que no siempre ocurrió en el pasado).

Estas son algunas de las razones por las cuales, a mi juicio, Latinoamérica está de vuelta en la mira de los inversores. Y para quedarse.

Autor

Senior Partner de Capria

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