Revista del IEEM
TOP

La ganadería se pone la malla oro

El 2021 fue el año de la gran transformación ganadera. La aceleración de la recría y el engorde genera un cambio radical. La edad de faena de los novillos cae abruptamente y la tasa de extracción se dispara en una modificación estructural que tiene que ver con más pasturas sembradas para recriar, un mejor manejo del campo natural y un mayor uso de granos en el engorde.

En 2021 se dio un salto en la faena de novillos jóvenes, que muy probablemente no tenga marcha atrás. La faena de novillos diente de leche, que en 2019 se ubicó en el rango de 70 000 por año, pasó a 90 000 en 2020 y este año cerrará por encima de 130 000.

Un cambio aún mayor se da en la faena de novillos de dos a cuatro dientes que pasa de los 400 000 por año —que fueron la norma hasta 2019— a casi 700 000 este año, con una transición en 2020 cuando fueron 480 000.

La faena de novillos de esta categoría aumentó en 200 000 este año y pasó a ser la mayoría absoluta de la faena de novillos.

Los novillos adultos son cada vez menos en el stock y menos en la faena. Cada vez más se integran a sistemas intensivos, que hacen que el capital se realice en un plazo de dos años y medio en lugar de tres años y medio.

Ese aumento en la velocidad de circulación expande la necesidad de reposición y genera un nuevo tipo de productor que es recriador o tiene un ciclo completo abierto. En lugar de llevar los novillos a 520 kilos, llevarlos a 400 kilos, colocarlos con un corral y reponer nuevamente, hacer a pasto el músculo y a grano la grasa.

Es un proceso que ha transformado fuertemente a la recría y el engorde de ganado. Todavía no a la cría, porque la expansión agrícola y la salida de Turquía como comprador de ganado en pie han moderado la demanda de terneros, que ha vuelto a quedar casi exclusivamente en manos de los invernadores. El precio del ternero ha sido bueno, estable y firme, pero lejos de los niveles muy altos del ganado gordo.

A partir de 2021 hay una nueva ganadería que extrae anualmente una proporción mayor del stock que antes, en torno al 25 % y en ascenso. Luego de este período en el que nuestra presencia en los mercados vuelve a destacarse respecto a la de los países vecinos, el stock va a ser cada vez más joven, con menos categorías ociosas. Paraguay no exporta a China, Brasil tuvo dos casos de vaca loca y quedó afuera, y Argentina se autolimita. El posicionamiento de Uruguay no podría ser mejor y eso ha propiciado una transición que intensifica los procesos y permite exportar anualmente más de 500 000 toneladas de carne dando un salto también en la facturación, que cruza por primera vez los USD 2000 millones. El resultado de eso es un envión que se distribuye en más del 80 % del territorio uruguayo en decenas de miles de productores, trabajadores rurales e industriales, fleteros y portuarios. Y que convive con la expansión agrícola y forestal.

La ganadería no es el único sector malla oro. La agricultura de invierno (trigo, cebada y la emergente colza) lograron su segunda cosecha de altos rindes y buen precio consecutivas, y el sector forestal avanza ahora con la perspectiva que le abren los créditos de carbono.

Esto, además de dar un envión fundamental en el Uruguay pospandemia, genera un cambio estructural que seguramente pondrá a la ganadería en un nuevo nivel productivo a partir de 2021. Es un paso muy importante, al que le seguirá el de producir establemente más de tres millones de terneros. Esto se concretará una vez que el riesgo permanente de sequía, que ha acompañado en los últimos tres años, quede atrás. Y su sinergia con los demás sectores —agricultura, forestación y software— abre posibilidades que serán apasionantes de seguir en los próximos años.

Autor

Postear un comentario