Revista del IEEM
TOP

El momentum de la sostenibilidad

Al igual que otros 193 países, Uruguay firmó en 2015 el compromiso de la Agenda 2030, que contiene 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Un compromiso que apuesta a mejorar el bienestar de los individuos, del planeta y, por sobre todas las cosas, no dejar a nadie atrás. La agenda y sus objetivos constituyen una hoja de ruta al desarrollo sostenible de los países e invita a un cambio del modelo de desarrollo.

Los ODS, más que 17 objetivos, son una herramienta que colabora y mide este recorrido de desarrollo. Invita a preguntas profundas, muchas veces incómodas, pero necesarias para el cambio y la transformación que estamos invitados a realizar.

Trabajar en los ODS es una tarea que debe ser compartida por diversos actores: gobierno, sociedad civil, empresas, sector privado en general y todos los ciudadanos. Son temáticas de desarrollo del país, con lo cual es un tema de todos. Rompamos el paradigma de que determinados temas sociales y medioambientales los debe resolver el gobierno. Los tenemos que resolver entre todos.

Según el Informe Nacional Voluntario Uruguay 2021, recientemente publicado, en lo que refiere al avance del ODS 7 (energía limpia y asequible), Uruguay está entre los mejores cinco del mundo. En el ODS 1 (fin de la pobreza) y el 11 (ciudades y comunidades sostenibles) ha hecho grandes avances y el en el ODS 17 ha tenido una buena performance. Hay otros indicadores en los que aún queda mucho por hacer tales como: ODS 4 (educación de calidad), ODS 9 (industria, innovación e infraestructura) ODS  10 (reducción de desigualdades), ODS 12 (producción y consumo responsable) y ODS 16 (paz, justicia e instituciones sólidas).

El gobierno de Uruguay y el Sistema de Naciones Unidas (SNU) firmaron este año un Marco de Cooperación 2021-2025 en el que se establece un acuerdo de cooperación y apoyo por parte del SNU y el gobierno en áreas de desarrollo sostenible del país. Se movilizarán alrededor de USD 230 millones por parte del Naciones Unidas a través de este acuerdo. Se determinaron áreas prioritarias, fruto del análisis de necesidades de desarrollo discutidas con el gobierno, en el que el SNU puede contribuir en conjunto con actores y aliados para la conquista de objetivos con acciones concretas, iniciativas, programas y recursos. Las cuatro áreas prioritarias son:

  • Una economía que innove, genere empleo y garantice la sostenibilidad del desarrollo.
  • Un Estado eficiente, presente en todo el territorio y que rinda cuenta a los ciudadanos.
  • Políticas públicas que aseguren educación, protección social y salud de calidad para todos.
  • Una sociedad que no deje a nadie atrás.

En este marco, también se hace un llamado importante al sector empresarial en la conquista y participación en los objetivos.

En 2020 hicimos un relevamiento del sector empresarial uruguayo y su estado en referencia con la sostenibilidad. Nos encontramos con empresas muy alejadas de estos conceptos. Otras en un estado aún de responsabilidad social empresarial en las que existe una asignación presupuestal para donaciones en temas sociales, comunidad o medioambiente. Otras con una aproximación transversal en la organización, más allá del departamento o de la persona encargada, con un abordaje de negocios. Y, finalmente, empresas en plena transformación de sus modelos de negocio, que ya miden su impacto y que buscan resolver una temática social o medioambiental concreta.

La buena noticia es que las inquietudes referidas a la comunidad y el medioambiente están presentes desde hace décadas en la actividad empresarial de nuestro país. La mayoría de los esfuerzos derivan de iniciativas de las empresas, lo cual lo hace muy heterogéneo en conceptos, enfoques, contenidos y reportes. Incorporan conceptos de sostenibilidad en sus modelos de negocios independientemente, en muchos casos, del conocimiento de los ODS.

Desde Naciones Unidas comenzamos un trabajo arduo para acompañar a las empresas en este camino de transformación de sus modelos de negocio y la aceleración necesaria hacia los ODS. Desde allí hemos apoyado y colaborado para el relanzamiento de la red local del Pacto Global en Uruguay en julio de 2021, como plataforma de participación voluntaria de empresas en los recorridos de sostenibilidad. La Red del Pacto Global es la plataforma empresarial mundial (Red de Empresas con participación del Sistema de Naciones Unidas) más grande, que cuenta con más de 10 000 empresas asociadas y está presente en 160 países. Se trabajó en el diseño de una oferta de valor interesante, y que facilitara el recorrido de las empresas. Naciones Unidas entiende la importancia de construir una ventana del sector empresarial hacia el mundo, hacia el gobierno y otros actores, en temas específicos de sostenibilidad, que van desde modelos de negocios innovadores, buenas prácticas para industrias y sectores, accesibilidad al financiamiento, herramientas de medición, agenda de datos agregada, entre otros.

Si previo a la pandemia la sostenibilidad ya era un tema para algunas empresas, ahora pasa a ser un must para todas. El COVID-19 aceleró muchos procesos. Nos ha dejado de manifiesto, y con datos concretos, cómo factores externos, riesgos no identificados anteriormente, afectan a las empresas y concretamente a su performance. Nos ha dejado experiencias de cuánto más resilientes y mejor se desempeñan las empresas que incorporan criterios de sostenibilidad, más allá del económico. Esto está expresado en números, son datos que lo demuestran.

Además, también nos ha dejado un mundo más dañado, más frágil, más vulnerable, con mayores desigualdades y más pobreza, todos retrocesos desde el punto de vista de la Agenda 2030. Pero también nos ha dejado una excelente oportunidad para reconstruir, y reconstruir bien. Dicho por el Secretario General de Las Naciones Unidas: “Necesitamos convertir la recuperación en una oportunidad real para hacer las cosas bien en el futuro”.

Cuando hablamos de reconstrucción y de camino de sostenibilidad en las organizaciones hablamos de redefinir progreso y éxito más allá de lo económico, incluyendo dimensiones ambientales, sociales y de gobernanza; de cambiar la visión pura y dura de corto plazo por una de largo plazo contemplando el corto plazo; de buscar creación y valor no solo para los accionistas, sino también para las partes involucradas; de pasar de un modelo y una economía extractiva y lineal a una regenerativa, circular; de cambiar de ambientes exclusivos a ambientes inclusivos, para no dejar a nadie atrás; de pasar de modelos de negocios y de empresas independientes y centralizados a nuevos modelos interdependientes, descentralizados y colaborativos, trabajando en alianzas; de innovación, desarrollo y digitalización como herramientas básicas y al servicio para la conquista de los objetivos.

Todo esto, que parece mucho, lo es todo. Se trata de un viaje que primero debe ser individual, para poder hacerlo colectivo. Y una buena noticia: es un viaje de ida.

Autor

Asesora de Alianzas y Financiamiento para el Desarrollo en ONU Uruguay

Postear un comentario