
El comportamiento emprendedor por nivel de ingresos y género
En los últimos artículos hemos analizado la relación entre actividad emprendedora y nivel socioeconómico. En el este artículo introduciremos la variable de género.
Comencemos por las tasas de Nuevos Emprendedores (NE) por género. Tal como se observa en el Gráfico 1, la tasa de las mujeres está en un promedio de 1,73 % y en el ejercicio 2017 fue de 1,44 %, con un importante salto ascendente que fue de 2011 a 2014. La tasa masculina presenta oscilaciones más pronunciadas que la femenina, con un promedio de 3,07 % y una tasa en 2017 de 2,81 %. También aquí hubo un salto ascendente en el período antes referido. La tasa masculina fue un 95,1 % superior a la femenina en 2017 y un 77,8 % en el promedio.

Gráfico 1 – Tasa de Nuevos Emprendedores por género
Fuente: Elaborado a partir de datos del Centro de Emprendimientos Deloitte del IEEM.
En el Gráfico 2 la actividad emprendedora se mide a través de la TEA. Como puede observarse también aquí existe una marcada diferencia en el nivel de actividad emprendedora entre hombres y mujeres en Uruguay. Tanto en el caso de los hombres (TEAH) como en el de las mujeres (TEAM) 2011 fue un momento de inflexión, llegándose a los niveles máximos de actividad emprendedora. Sin embargo, hay factores marcadamente diferenciales entre ambos grupos. La actividad emprendedora masculina siempre ha sido marcadamente superior a la de las mujeres. La diferencia máxima se dio en 2004, cuando la actividad emprendedora masculina estuvo un 134 % por encima de la femenina, mientras que la mínima fue en 2014, cuando la actividad emprendedora masculina estuvo apenas un 35 % por encima de la femenina. El promedio del período 2006-2017 de ese ratio ha sido 72 %, y en 2017, 50 %. En el caso de los hombres, a partir de 2011 se mantiene estable pero levemente declinante. En el caso de las mujeres se da algo similar, pero con oscilaciones importantes entre años.

Gráfico 2 – Atractivo de la carrera emprendedora
Fuente: Elaborado a partir de datos del Centro de Emprendimientos Deloitte del IEEM.
Procedamos ahora a desagregar la tasa de actividad emprendedora no solo por género, sino también por situación socioeconómica. A esos efectos, en el Gráfico 3 se presenta la evolución de las tasas de NE por año, género y grupo socioeconómico.
La tasa de NE para el período 2006-2017 ha sido en promedio de 4,8 %. Dado que estamos hablando de porcentajes muy reducidos, el error muestral es alto, razón por la cual el análisis de los promedios de períodos prolongados es muy útil para atenuarlo. Sin perjuicio de ello, podemos observar que la tasa de NE hombres del Grupo A (NEAH) es el componente más importante, con una tasa promedio de 1,76 % en el período 2006-2017 y de 1,75 % en el período 2012-2017, manteniéndose estable entre el 2 % y el 1,5 %. La NEAM, en cambio, tuvo una tendencia creciente hasta 2011, cuando llegó a igualar la tasa de NEAH, y a partir de ese año ha estado cayendo año tras año. En el Grupo B, encontramos que la tasa de emprendimiento masculino (NEBH) ha seguido un comportamiento más o menos parecido al de las mujeres del Grupo A. Ascendió hasta 2011, que fue la tasa más alta de todos los subgrupos, para luego seguir una tendencia de caída. En el “piso” tenemos las restantes tasas, la tasa de NE femenina del Grupo B (NEBM), con un promedio de 0,44 % en 2012-2017, y las tasas del grupo C, siendo el promedio de NEBH de 0,40 % para el mismo período y de 0,32 % para NEBM. Aquí aparece otro resultado interesante, la diferencia más marcada entre el emprendimiento masculino y el femenino pasa a estar en el Grupo B. En efecto, las tasas de NE masculino, en el período 2012-2017 son superiores a las femeninas en 75 %, 98 % y 25 % para los Grupos A, B y C, respectivamente. Sin perjuicio de los promedios, en la gráfica podemos observar que en los años recientes la NEBH se desplomó hasta llegar a un mínimo en 2016, y en 2017 se recuperó algo, pero fue superada por la tasa de NEBM.
El Grupo A se mantiene como el grupo de mayor peso en la tasa total de NE, siendo el 57 % de la tasa promedio para el período 2012-2017, seguida por el Grupo B con 28 % y el Grupo C con 15 %. En síntesis, cuando hacemos la “prueba ácida”, el Grupo A explica más de la mitad de la actividad emprendedora en sentido estricto, lo que se da en el marco de un proceso de masculinización de la actividad emprendedora dentro de ese grupo que se inició en 2012 y que se mantiene hasta el presente y que se explica por una NEAM en caída y una NEAH ligeramente ascendente. Por otro lado, si consideramos el peso de los emprendedores hombres en el total, representan en promedio el 63 % de la NE en el período 2012-17, con un peso máximo en 2006 de 74 %, un mínimo de 60 % en 2013 y un peso en 2017 de 66 %.

Gráfico 3 – Prestigio de los emprendedores
Fuente: Elaborado a partir de datos del Centro de Emprendimientos Deloitte del IEEM.
Pasemos ahora al análisis de la TEA, el indicador más abarcativo, por nivel de ingresos y sexo, cuyos resultados se presentan en el Gráfico 4. El resultado más impactante —como en el indicador anterior— es que la enorme diferencia entre el emprendimiento masculino y femenino no se reproduce en todos los niveles socioeconómicos. En efecto, en el caso del Grupo C la tasa de emprendimiento masculina ha estado apenas un 5 % por encima de la femenina en el período 2006-2017, y un 6 % si tomamos el período luego del salto de 2011. Hay cuatro años, incluso, en los que la tasa de emprendimiento femenino ha estado por encima de la masculina (2006, 2011, 2014 y 2015). En el caso del Grupo B se dan diferencias importantes. Ahí la tasa de emprendimiento masculino ha estado en el período 2006-2017 promedialmente un 61 % por encima de la femenina y un 54 % en el período 2012-2017. Donde la diferencia es más marcada es en el Grupo A, que para el período 2006-2017 la tasa masculina es superior en un 117 %, en el período 2012-2017 en un 105 %. Esto es, las diferencias entre el emprendimiento masculino y femenino están correlacionadas positivamente con el nivel socioeconómico de las personas, a mayor ingreso, mayor diferencia por género. Las diferencias que observamos en las cifras agregadas se explican por el peso que el Grupo A tiene en la actividad emprendedora total, tal como vimos en el artículo anterior. La actividad emprendedora del Grupo A ha sido en promedio en el período 2012-2017 un 52 % del total, la del Grupo B un 30 % y la del Grupo C apenas un 18 %.

Gráfico 4 – Oportunidades percibidas
Fuente: Elaborado a partir de datos del Centro de Emprendimientos Deloitte del IEEM.
Conclusiones
Hemos encontrado un marcado protagonismo de los emprendedores provenientes de los grupos de mayores niveles de ingresos y de los hombres dentro de ellos. La tercera parte de la actividad emprendedora de Uruguay se explica por los hombres provenientes del grupo de ingresos altos. Esa tasa alcanza casi a la mitad si agregamos a las emprendedoras de ese mismo grupo de ingresos.
El hecho de que el sesgo a favor de los hombres sea un fenómeno asociado al aumento en el nivel de ingresos plantea información adicional muy significativa al momento de formular —y desechar— hipótesis que expliquen la situación.
La tercera parte de la actividad emprendedora de Uruguay se explica por los hombres provenientes del grupo de ingresos altos.
La información generada, si bien valiosa, es incompleta. Es necesario profundizar en las variables analizadas con el objeto de determinar, en primer lugar, si son las causas últimas del comportamiento emprendedor observado. Paralelamente, debemos ir en búsqueda de las razones por las cuales la variable tiene los efectos observados. A vía de ejemplo, ¿por qué mayores niveles de ingresos disuaden a las mujeres de emprender o estimulan a los hombres a hacerlo?