¿Cuáles son los mayores desafíos para la prensa en esta crisis sanitaria global?

El equilibrio para no caer en un alarmismo peligroso y, en el otro extremo, no minimizar los riesgos reales. El sentido crítico para contrastar puntos de vista. La ecuanimidad para evitar caer en polarizaciones político partidarias sobre temas que tienen que ver con la contingencia y con una crisis que por sus características no tiene precedentes.

¿Qué rescatás de positivo de la crisis para la construcción de la nueva normalidad?

Muchas variables, pero me quedo con una: la creciente consciencia de que hay temas que pueden y deben ser causa nacional, más allá de las muy enriquecedores opiniones diversas y, sobre todo, más allá de partidismos de cualquier tipo. El tiempo dirá cuánto resiste esta consciencia. En estos días se ha hablado mucho del uso responsable de la libertad individual y, de hecho, este fue el elemento central en el que se basó el gobierno para no decretar la cuarentena obligatoria. Luego vino la discusión —productiva, pero muchas veces desenfocada— de cómo los uruguayos hemos hecho uso de esta libertad responsable en tiempos de pandemia. Si logramos encauzar ese debate productivamente, y no solamente a los gritos en redes sociales, tendremos un buen punto de partida para sumar responsabilidad.

¿Cambiará el rol de la prensa en esa nueva normalidad?

No en su esencia. Pero tal vez lo que cambie sea la percepción de la audiencia sobre la prensa. Espero que se revalorice su papel fundamental a la hora de construir ciudadanía a través de la información de calidad. Y que esto sirva para generar espíritu crítico a la hora de elegir fuentes de información.