Revista del IEEM
TOP

“Advierto fortalezas que le permiten al gobierno encarar el tercer año de su mandato con optimismo”

Adolfo Garcé

Politólogo

¿Qué podemos esperar del 2022 en materia política en Uruguay?

Este será un año muy importante. El tercer año de cualquier mandato siempre es desafiante. Me atrevería a decir que suele ser el año más difícil. Desde este punto de vista, el mandato del presidente Luis Lacalle Pou no será la excepción.

Por un lado, porque la “luna de miel” con el electorado, en sentido estricto, se terminó. Es cierto que el presidente ha logrado mantener niveles relativamente altos de apoyo en la opinión pública. Pero también es cierto que ya está lejos de las cifras con los que comenzó su mandato y de las que registró al comienzo de la pandemia. Por otro lado, porque en el tercer año del ciclo, los gobiernos están todavía demasiado lejos de poder cosechar electoralmente los eventuales logros de su gestión. De todos modos, me parece evidente que el gobierno actual puede exhibir como mínimo tres resultados concretos muy importantes: buen manejo de la pandemia, reducción de la criminalidad y reactivación económica.

En el caso del gobierno actual, además, el año tres del mandato comienza con un hito político decisivo: el referéndum propiciado por la oposición con la intención de derogar 135 artículos de la LUC. Si el tercer año de cualquier gobierno es una bisagra entre la “luna de miel” del comienzo y la recta final del mandato, el referéndum está llamado a ser un punto de inflexión, una verdadera elección de término medio. Si triunfa el “no”, el gobierno recibirá un impulso adicional, se fortalecerá el liderazgo presidencial y se reducirán las tensiones que han ido apareciendo en la coalición gobernante. Si, en cambio, se impone el “sí”, la coalición de gobierno sentirá el golpe y la oposición incrementará su vigor, y podrá mirar hacia la elección nacional de 2024 con mayor optimismo.

 

¿Cuáles son las fortalezas del gobierno?

Estamos en presencia de un gobierno fuerte. En primer lugar, tiene en Lacalle Pou un jefe perspicaz y dinámico. Este punto, el del liderazgo presidencial, siempre es clave. Para que un gobierno funcione bien no alcanza con tener buenas instituciones. Los actores, los líderes de carne y hueso que ocupan los cargos principales, son igualmente decisivos. Si el presidente falla, el gobierno se desvanece. No es el caso.

El presidente está siendo fiel a su promesa de “hacerse cargo”: va y viene, decide y enmienda, propone y escucha, se arriesga y se cuida. En segundo lugar, el presidente no está solo. Tiene un buen equipo, tanto en Presidencia como en el gabinete ministerial. La gestión de algunos de los integrantes del elenco recoge niveles altos de aprobación (pienso en Álvaro Delgado en la Presidencia, o en Daniel Salinas en Salud Pública). Otras piezas del elenco gobernante, con perfil más bajo y con menos visibilidad, también vienen realizando gestiones muy interesantes. Pienso ahora, por ejemplo, en Javier García en Defensa Nacional, Azucena Arbeleche en Economía y Finanzas, Omar Paganini en el Ministerio de Industria, Energía y Minería, en Adrián Peña, en Medio Ambiente, y Pablo Mieres en Trabajo y Seguridad Social).

En tercer lugar, el gobierno sigue teniendo apoyo parlamentario. Los partidos de la coalición suelen tener diferencias, como es público y notorio. Estas diferencias no siempre son menores (como en la cuestión forestal). Sin embargo, cuando hay que votar, las negociaciones se concretan y los votos aparecen. En resumen, advierto tres fortalezas que le permiten al gobierno encarar el tercer año de su mandato con optimismo: liderazgo presidencial, equipo consistente y respaldo parlamentario.

«El principal desafío del gobierno es evitar la derogación de los 135 artículos de la LUC».

¿Cuáles son los mayores desafíos del presidente Lacalle Pou al acercarse a la segunda mitad de su mandato?

El principal desafío del gobierno es evitar la derogación de los 135 artículos de la LUC. Insisto en que es un punto de inflexión. Habrá un antes y un después. Cuando se conozca el resultado del referéndum se podrá hacer un análisis más detallado.

Mientras tanto, puede decirse que el principal desafío del gobierno es cumplir con sus promesas electorales. El gobierno tiene una agenda ambiciosa, largamente comunicada durante la campaña electoral y documentada en el “Compromiso por el País”, firmado por los cinco partidos que respaldaron la candidatura presidencial de Lacalle Pou en noviembre de 2019. El gobierno ha venido avanzando en esta agenda. La LUC ha sido, en este sentido, un instrumento legislativo clave. Pero el gobierno tiene temas pendientes.

En primer lugar, en el plano económico enfrenta el desafío de la creación de empleo. Ha logrado recuperar los niveles anteriores a la pandemia. Pero prometió crear más empleo que el Frente Amplio (FA). En segundo lugar, en el plano comercial enfrenta el desafío de concretar lo antes posible mayores niveles de apertura económica. El TLC con China despertó algunos temores razonables, pero también expectativas significativas.

En tercer lugar, el gobierno viene avanzando también en lo referido a la transformación de la educación. Se anuncian iniciativas importantes para los próximos tres años. En cuarto lugar, se ha venido trabajando con sólido apoyo técnico en las bases de una reforma de la seguridad social. Esta reforma es tan importante como difícil de concretar. Otro gran desafío para 2022.

Finalmente, el gobierno deberá sostener sus buenos resultados en materia de seguridad para demostrar que la reducción de la criminalidad durante 2020 y 2021 no se explica por la pandemia sino por el cambio político.

 

¿Qué necesita la coalición de gobierno completar el período de gobierno como bloque?

Dicho muy sintéticamente: buenos resultados, flexibilidad para manejar las diferencias y distribuir beneficios dentro de la coalición, y voluntad para sostenerla.

«Sin buenos resultados es difícil que una coalición se mantenga».

Sin buenos resultados es difícil que una coalición se mantenga. Pongo un ejemplo muy simple para que se entienda. Si el gobierno hubiera fracasado en el manejo de la pandemia, seguramente hubieran aparecido fuertes críticas dentro de la propia coalición y, más tarde, rajaduras.

Otro tanto podría decirse del tema seguridad, o de la reactivación económica. La duración de la coalición es directamente proporcional a sus resultados. Si el gobierno es popular y exitoso, la coalición se sostendrá. De lo contrario, más temprano que tarde, se resquebrajará.

Con buenos resultados, de todos modos, no alcanza. Es muy importante que todos los socios tengan la expectativa de poder capitalizar electoralmente esos buenos resultados. Este es un desafío de primer orden para el Partido Nacional, como socio mayor de la coalición, y muy especialmente para el presidente, como jefe de gobierno. Si los socios menores (en este caso, el Partido Colorado, Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido de la Gente) sienten que solamente el Partido Nacional cosecha lo que sembraron entre todos los partidos, tendrán incentivos fuertes para abandonar la coalición. Insisto: la responsabilidad principal para generar una distribución razonable de capital político generado durante la gestión le corresponde al presidente. Dicho de un modo más directo todavía: el presidente debe generar condiciones para que colorados y cabildantes participen de la cosecha.

Si mi interpretación es correcta, el presidente tomó nota de esto. Durante 2020, todos los reflectores iluminaban el piso 11 de la Torre Ejecutiva. Durante 2021 ganaron visibilidad otros actores. Esto me conduce al tercer punto, el de la voluntad política. ninguna coalición se sostiene si alguno de los socios estima, por la razón que sea, que debe tomar otro rumbo. En este sentido, la pregunta central sigue siendo cuál será la estrategia de Cabildo Abierto. ¿Hasta cuándo consideran los liderados por el senador Guido Manini Ríos que este partido debe permanecer en la coalición?

 

¿Qué caracteriza el panorama actual de la oposición?

El FA, luego de 15 años en el gobierno, tuvo problemas serios para asumir la derrota electoral de 2019 y su nuevo rol en el sistema político. Los aciertos del gobierno en el manejo de la pandemia durante 2020 y la sensibilidad demostrada para atender la emergencia social dejaron a la izquierda en falsa escuadra. Sin embargo, durante 2021 el FA logró recuperarse. El pico de fallecimientos por COVID-19 entre abril y junio del año pasado hizo posible que sus críticas a la decisión del gobierno de no restringir drásticamente la movilidad ganaran audiencia.

La nueva regla de ajuste del precio de los combustibles generó un incremento de los costos que, de acuerdo con los expertos en opinión pública, afectó la imagen del gobierno. La solución encontrada por el gobierno para el problema del puerto de Montevideo le dio una nueva oportunidad al FA para hacerse oír.

En ese contexto, FA y organizaciones sociales afines a la izquierda, lograron reunir casi 800 000 firmas y habilitar el referéndum contra la LUC. Sobre la base del entusiasmo generado por este logro, el FA convocó elecciones internas para seleccionar a su nuevo presidente logrando niveles importantes de movilización de su militancia. Por abrumadora mayoría se impuso Fernando Pereira, un dirigente sindical experimentado y respetado, que jugó un papel clave en la campaña hacia el referéndum.

En suma, el FA empieza el 2022 con liderazgo renovado y grandes expectativas depositadas en el resultado del referéndum. Mientras tanto, se van perfilando las alianzas internas en la competencia hacia 2024 por la candidatura a la presidencia. Carolina Cosse y Yamandú Orsi siguen siendo vistos, al menos por ahora, como los dos principales contendientes.

Postear un comentario