Revista del IEEM
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“Es prioritario que el próximo gobierno profundice la batería de políticas públicas que hagan posible avanzar hacia la economía del conocimiento”

Adolfo Garcé

Politólogo

¿Cuáles son las perspectivas políticas para Uruguay en 2024 y cuáles son los posibles escenarios que podrían desarrollarse?

Desde el punto de vista político, 2024 estará signado por la realización de las elecciones nacionales. En junio los partidos seleccionarán sus candidatos (o candidatas) a la presidencia. Luego, entre octubre y noviembre, se elegirán parlamentarios, presidente y vicepresidente. Es muy difícil hacer un pronóstico. De lo único que podemos estar seguros es de que el Frente Amplio, en la primera vuelta, votará mejor que en 2019. Todos los sondeos realizados hasta la fecha muestran una intención de voto superior al 40 %.

Es mucho más difícil, en cambio, determinar con exactitud cuánto aumentará su caudal electoral respecto al ciclo anterior. En función de esto, es posible distinguir tres escenarios. En el primero, el Frente Amplio obtiene cerca del 48 % en primera vuelta, conquista la mayoría parlamentaria y gana la presidencia. En el segundo, el Frente Amplio gana la presidencia en el balotaje, pero no alcanza a tener mayoría parlamentaria en al menos una de las cámaras (entre el 44 % y el 48 %). En el tercer escenario, la coalición de gobierno logra ser reelecta (por ejemplo, el Frente Amplio obtiene menos del 44% en primera vuelta).

En ninguno de los tres casos la gobernabilidad estará comprometida. De todos modos, de los tres escenarios posibles, el más complejo en términos de construcción de mayorías parlamentarias es el segundo, dada la intensidad del conflicto político entre los dos grandes bloques que componen nuestro sistema político. No le resultará fácil a un hipotético presidente frenteamplista que legisladores del actual bloque de gobierno cooperen con él.

Los tres son escenarios posibles. El resultado final de la elección dependerá de muchos factores, entre ellos, de los resultados concretos que obtenga el gobierno en los dos asuntos que más preocupan a la opinión pública, en particular en el plano económico (crecimiento, recuperación salarial, desempleo, inflación, tipo de cambio) y en materia de seguridad ciudadana.

«Un gran desafío para la coalición de gobierno es demostrar que puede reparar la fractura social».

Además, el resultado de la elección dependerá de cuán plausibles resulten las propuestas de los partidos durante la campaña electoral. Un gran desafío para la coalición de gobierno es demostrar que puede reparar la fractura social. Un gran desafío para la oposición es explicar de qué modo podría luchar contra la carestía. Finalmente, algunas encuestas sugieren que el resultado de la elección también puede depender de quién encabece la fórmula del Frente Amplio. Yamandú Orsi parece resolver mejor que Carolina Orsi un problema crucial para la izquierda: recuperar votantes del centro ideológico y del interior del país.

 

¿Cómo evaluás el rendimiento de la coalición de gobierno hasta ahora y cuáles son las proyecciones para su desempeño en los próximos años?

Lo primero que hay que decir es que la coalición se sostuvo. No se rompió. Claro, hubo tensiones internas, muy notorias en el caso de Cabildo Abierto. Pero el presidente logró manejar las tensiones y negociar todo lo necesario para evitar escisiones. Además, en términos generales, la coalición ha sido fiel al “Compromiso con el País” que los partidos que la integran suscribieron, a modo de plataforma electoral, en noviembre de 2019. Aunque los resultados no siempre fueron los esperados (y los prometidos), existe una amplia zona de intersección entre compromisos electorales y políticas públicas.

La coalición ha hecho un esfuerzo visible por combatir el crimen y reactivar la economía cuidando los equilibrios macroeconómicos. También ha procurado, en foros distintos y con estrategias diferentes, abrir la economía. Logró aprobar la reforma de la seguridad social y darle un fuerte impulso a la transformación educativa. Es visible también el esfuerzo en materia de políticas sociales, especialmente a través del MIDES, y la fuerte apuesta a la obra pública, en particular en el interior del país.

Por cierto, los resultados no siempre fueron los esperados. La promesa de reactivar la economía tuvo al menos dos grandes obstáculos, la pandemia (2020-2021) y la sequía (2023). La promesa de abatir el déficit fiscal chocó con la voluntad de atender las consecuencias devastadoras de la pandemia en los sectores más vulnerables y contra la ley de hierro del cálculo político que ordena que el gasto público crezca a medida que se acercan las elecciones (la única excepción a esta regla fue la presidencia de Jorge Batlle, con Isaac Alfie como ministro de Economía).

La promesa de mejorar los resultados en materia de criminalidad chocó con un diagnóstico demasiado simplista del problema, según el cual alcanzaba con “mano dura.” La promesa de una mayor apertura comercial chocó con las restricciones impuestas por el Mercosur y con los tiempos y estrategias de los eventuales socios (como China).

 

¿Cuáles son las características del panorama actual de la oposición en Uruguay?

Señalaría tres grandes características. Desde el punto de vista de su estrategia política, la oposición ha sido sistemática. Es difícil encontrar una decisión o una política pública del gobierno que el Frente Amplio no haya criticado. En este sentido, el Frente Amplio no innova. Esta forma de entender cómo le conviene políticamente actuar a un partido de oposición es una práctica muy extendida en nuestro país. El propio Frente Amplio, especialmente una vez que Tabaré Vázquez desplazó a Líber Seregni como principal referente (febrero de 1996), ha cultivado ese estilo (a pesar de la resistencia de Danilo Astori, vale la pena recordarlo). Pero también los partidos fundacionales fueron implacables con el Frente Amplio durante los quince años de la Era Progresista (con la excepción de Jorge Larrañaga, que podía entenderse con José Mujica).

La segunda característica que quiero subrayar refiere ya no a la estrategia, sino a la ideología. Sin perjuicio de reconocer que existen diferencias internas que no son desdeñables (no es lo mismo Asamblea Uruguay que el Partido Comunista), es posible reconocer una identidad ideológica frenteamplista, un núcleo de ideas que los hermana. El Frente Amplio tiene como Norte el principio de la igualdad. Esto, según Norberto Bobbio, es lo que define a los partidos de izquierda. El hilo conductor de las políticas públicas del FA en el gobierno fue la igualdad. En cambio, el hilo conductor de las políticas de la actual coalición de gobierno es la libertad. Para construir igualdad, como otros partidos de izquierda, el Frente Amplio apuesta al Estado. El Estado es el gran instrumento que permite, para este partido, conciliar crecimiento económico con igualdad social.

La tercera característica del Frente Amplio refiere a su estructura organizativa. Nació como una coalición de partidos, pero se convirtió en un partido de coalición (según la expresión de Jorge Lanzaro). Y este partido, tan peculiar, tiene una densa estructura de militantes. Las principales decisiones del Frente Amplio son adoptadas por el Congreso. Y en el Congreso, los militantes, los representantes de los Comités de Base, tienen un papel decisivo.

 

¿Quiénes son los candidatos más destacados para las elecciones de 2024 y cuáles son las propuestas fundamentales que presentan para el país?

En los tres principales partidos hay competencia electoral y muchos nombres en danza. No está claro, de todos modos, si no aparecerán nuevas postulaciones (¿Pedro Bordaberry? ¿Juan Sartori?). Tampoco está claro si todos los que están hoy en la grilla de partida llegarán hasta el final.

«En los tres principales partidos hay competencia electoral y muchos nombres en danza».

En el Partido Nacional hay tres precandidaturas confirmadas. La que cuenta con apoyos más potentes es la de Álvaro Delgado. Además de Beatriz Argimón, lo apoyan ministros muy importantes, numerosos intendentes del interior, y una amplia lista de senadores, diputados y funcionarios de distinto rango. Delgado tiene a su favor el haber sido la otra cara de la moneda de un presidente popular. Tiene en su contra el que, por eso mismo, le resultará más difícil que a otros diferenciarse del gobierno. Otra precandidatura poderosa es la de Laura Raffo, que cuenta con el respaldo de la lista 71 y del expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera. Raffo se maneja con solvencia en los medios de comunicación en especial en temas económicos. El tercero en discordia es el senador Jorge Gandini, que tiene el apoyo de otro sector histórico del Partido Nacional, el movimiento Por la Patria.

El Congreso del Frente Amplio habilitó las precandidaturas de Mario Bergara, Carolina Cosse, Yamandú Orsi y Andrés Lima. En este caso, la competencia parece estarse polarizando entre Cosse y Orsi. A su vez, aunque las encuestas le dan ventaja a Orsi, no puede descartarse de ninguna manera que Cosse logre la nominación. Cuatro atributos la convierten en una candidata muy poderosa: es mujer, derrocha autoridad, confronta con el gobierno y está claramente identificada con los valores tradicionales de la izquierda uruguaya.

En el Partido Colorado el panorama es bastante más confuso. Por el momento, se destaca claramente la figura de Robert Silva, que tiene el apoyo de Ciudadanos. Gabriel Gurméndez (un quincista prototípico) y Tabaré Viera (del riñón de Julio María Sanguinetti), ambos con largas trayectorias, pugnan por abrirse camino. Compitiendo en el mercado de la “mano dura” con Cabildo Abierto aparece el diputado y exfiscal, Gustavo Zubía. Más jóvenes, Andrés Ojeda y Guzmán Acosta y Lara son las propuestas más novedosas. Llama la atención, en particular, el discurso de Acosta y Lara, que quiere emular el fenómeno Milei.

 

¿Cuál será el contexto que enfrentará la nueva administración en 2025 y cuáles son los desafíos clave que deberá abordar?

El próximo gobierno tendrá desafíos importantes en el plano de las políticas públicas. Menciono solamente cuatro.

Un desafío fundamental es el de encontrar la forma de acelerar el crecimiento económico. Durante la campaña electoral, los partidos deberán explicar de qué modo concreto consideran que esto será posible. En ese contexto, deberán dar respuesta a la pregunta de cómo bajar el costo de producir y vivir en Uruguay.

Otro desafío decisivo es el de profundizar la transformación educativa. Esto es absolutamente clave en una perspectiva de mediano y largo plazo. Sin una educación de excelencia no habrá ni dinamismo económico ni integración social ni democracia de calidad.

Exactamente por la misma razón, es decir, por su importancia en el largo plazo, es prioritario que el próximo gobierno, gane quien gane, profundice la batería de políticas públicas que hagan posible avanzar de modo más decidido hacia la economía del conocimiento.

Por último, y no por ello menos importante, el país debe abordar con mucho más energía y determinación el combate al narcotráfico y al lavado de activos. Los estados de la región están siendo perforados por el crimen organizado. Hay que reforzar el escudo institucional para protegernos mejor.

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