Revista del IEEM
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“Responder con innovación quiere decir responder mirando para adelante y no a todos les gusta”

Matías Toledo

Director de Sistemas Médicos de DeLeC Científica

¿Cómo describirías la innovación tecnológica aplicada a la medicina?

Implica hacer las cosas de otro modo para lograr resultados diferentes. En el área de la salud, se trata de un proceso que implica el análisis de cada uno de los flujos de trabajo que se ejecutan en una institución o sistema de salud. Se identifican puntos de mejora y se trabaja sobre ellos, a través de la formación de las personas y la incorporación de recursos tecnológicos que faciliten el alcance de los objetivos, sumando efectividad y seguridad en el camino.

Entendemos a la innovación en salud como un proceso en el que deben involucrarse todas las áreas que forman parte de los procesos asistenciales, que se gestiona con indicadores, para tener una noción homologable de los resultados, en el que se tienen en cuenta los conceptos de mejora continua.

En DeLeC Científica dialogamos y trabajamos con las instituciones y sociedades científicas tanto para identificar estas oportunidades como para implementar desarrollos o procesos de innovación. De esta forma procuramos que las nuevas tecnologías, y los nuevos equipamientos, se incorporen a las culturas de trabajo y de cuidado con éxito.

 

¿Cómo ha evolucionado el sector en los últimos años?

La innovación siempre es un desafío porque su dinámica consiste en evaluar cómo estamos respondiendo a un conjunto de necesidades que, inevitablemente, mutan, porque la sociedad y la tecnología cambian. Responder con innovación quiere decir responder mirando para adelante y no a todos les gusta. Entonces en el sector suelen presentarse resistencias financieras, de previsibilidad, entre otras. Pasa en otros lugares y acá también, con el agravante de que las inversiones en nuestra región demandan un mayor esfuerzo.

No obstante, en los más de 20 años que venimos trabajando vemos que, con docencia y consultoría con base científica, es posible convencer, llegar a acuerdos y avanzar en proyectos que tienen el potencial de introducir nuevos paradigmas. Por ejemplo, hemos logrado el desarrollo de programas de salud diferenciales tanto en oncología, en educación (a través de la simulación) y en diagnóstico por imágenes en los sitios de atención (concepto que se asocia a la medicina personalizada y la telemedicina).

Un ejemplo claro lo constituye la atención al ACV, tema que se ha puesto sobre la mesa recientemente en el país. Los accidentes cerebrovasculares son de las enfermedades con mayor incidencia en causales de muerte y discapacidad. El impacto del ACV trasciende, lógicamente, a las personas que lo padecen y toca, además, a las familias, en términos de padecimientos y costos. Por lo tanto, es un asunto transversal a toda la sociedad.

«Asesoramos a una empresa de emergencias médicas que va a incorporar la primera unidad de móvil de ACV, con tomografía incluida, para acortar los tiempos de atención»

Uruguay estableció un programa de salud cerebral que categoriza la problemática y estimula a los prestadores de salud a tomar nuevas iniciativas. En ese marco, asesoramos a una empresa de emergencias médicas que va a incorporar la primera unidad de móvil de ACV, con tomografía incluida, para acortar los tiempos de atención. Los tomógrafos portátiles son una innovación que recién ahora se empieza a ver en la región. Ahí tenemos un ejemplo de la interacción entre el sector público y el privado para favorecer la inversión en innovación tecnológica.

 

¿Qué tipos de simuladores se usan en Uruguay en el área de la Salud y para qué?

La simulación está presente en todo el recorrido de los profesionales de la salud, desde la formación hasta la práctica clínica. Y hay que mantener las habilidades en el tiempo. Por eso en Uruguay trabajamos con universidades, organizaciones médicas, sociedades científicas, clínicas y hospitales. De hecho, la tendencia es que los profesionales también se entrenen en sus instituciones.

En cuanto a los tipos de equipos, la gama va desde sistemas sencillos a robots sofisticados. En Uruguay trabajamos con simuladores que permiten entrenar procedimientos y con robots que recrean situaciones de una persona real, con técnicas híbridas en las que se emplean actores para sumar mayor realismo y realidad virtual para entrenamiento en la toma de decisiones.

Por ejemplo, estamos con proyectos en la Udelar y en el Hospital de Clínicas para sumar simulación en una etapa temprana de los programas curriculares.

En la otra punta del proceso formativo, el Sindicato Médico del Uruguay, por mencionar otro actor reconocido, inauguró su Laboratorio de Simulación que permite a los futuros médicos y a los mismos profesionales adquirir habilidades antes de encontrarse con los pacientes.

Muchos hospitales públicos y privados buscan entrenar no solo a los médicos residentes, sino también a los miembros de su staff asistencial y administrativo en la búsqueda de mejorar la calidad de atención, reducir los costos operativos, mejorar la calidad de atención e indicadores que los posicionan.

Los colegios médicos que se proponen mejorar el acceso a la formación continua, por ejemplo, entrenan a los profesionales en su propio lugar de trabajo. Este es el caso de Centro de Simulación de Rosario, en Santa Fe, Argentina.

La pandemia expuso realidades que ya conocíamos, como la falta de entrenamiento en habilidades que fueron necesarias en este contexto (intubación, manejo de ventiladores mecánicos, entre otras). Dos décadas después del informe “Errar es humano”, de 1999, que presentó la crítica situación de la seguridad de los pacientes en Estados Unidos, el mundo sabe que los errores médicos suceden, que son más comunes de lo que pensamos, y que se deben mayoritariamente a fallas en la comunicación de los equipos. Esto se entrena.

«Las instituciones deben dar el espacio y motivar a los profesionales para que se formen y continúen entrenando sus habilidades»

¿Qué hace falta para que estas tecnologías se incorporen en el día a día de más instituciones?

En principio, la formación de las personas es clave: desde la docencia básica e inicial para involucrar a las diferentes especialidades en las ciencias de la salud, hasta las instancias de grado y posgrado, para acompañar la profesionalización a través de la capacitación continua. Es decir, la simulación permite una nueva concepción y experiencia de la formación. Mientras más se interactúe con simuladores, mayor será el interés. Por eso las instituciones deben dar el espacio y motivar a los profesionales para que se formen y continúen entrenando sus habilidades.

Al tratarse de una herramienta pedagógica, es tranversal a muchas áreas de las instituciones, por eso se requiere el compromiso de todas ellas. Una universidad no es la misma luego de implementar un centro de simulación. Es algo atractivo para los estudiantes: mejora sus programas, puede ampliar su oferta formativa, brindar servicios, entre otros beneficios. Por eso hay que vincular a todas las áreas interesadas. En este sentido, es crucial el asesoramiento para desarrollar un programa de formación y realizar inversiones inteligentes.

Por último, nosotros comprobamos que la articulación público-privada en los procesos de actualización tecnológica es un camino muy productivo. Por eso buscamos tender redes entre los diferentes actores del sistema de salud para elaborar soluciones que combinen esfuerzos.

 

¿Qué rol juegan la educación y las políticas de Estado en el desarrollo e implementación de estas tecnologías en la salud?

La simulación ya tiene un reconocimiento científico global de varios años como herramienta clave para mejorar y humanizar los sistemas de salud y la práctica médica. Hoy en día, prácticamente, no hay institución médica que lo desconozca. Entiendo que en este sentido es importante que los gobiernos acompañen y estimulen el desarrollo de la simulación a través de políticas públicas y herramientas de financiamiento.

Además de acompañar la actualización pedagógica, por esta vía se favorece a la eficacia y a la seguridad del sistema de salud, permitiendo una mejora en los distintos indicadores sanitarios y generando un impacto social en el que se involucran aspectos humanos y económicos. Con lo cual lo más lógico es que desde las áreas de regulación y coordinación, tanto en Salud como en Educación, se estimule el desarrollo de proyectos potentes y atractivos de simulación en todo el país.

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