Cambios en la educación

Que la educación se encuentra en crisis no es algo nuevo. Esta situación sin precedentes se presentó como una oportunidad para innovar, pero aún nos encontrábamos muy arraigados a procesos de enseñanza tradicionales. La pandemia trajo consigo una situación completamente desconocida que no nos permitió tomarnos tiempos de reflexión y discusión, sino que implicó actuar de inmediato. Hizo visibles aquellos desafíos, dificultades y elementos de nuestro sistema educativo que necesitaban un cambio, por ejemplo: programas curriculares extensos, escaso uso de recursos tecnológicos y procesos de evaluación centrados en los resultados. Lo interesante es que, de un momento a otro, nos vimos obligados a reinventarnos, a repensar nuestras prácticas educativas, a hacer el ejercicio de pensar con otros, a explorar nuestra creatividad y lo más importante: a aprender.

La innovación se convirtió en una necesidad y a gran velocidad se dieron cambios que permitieron continuar educando. El primero fue la revalorización del rol docente, muchas veces amenazado por una mirada crítica de la sociedad, así como por el peligro constante de ser sustituidos por la tecnología. La crisis nos hizo comprender que el docente es insustituible y que el proceso de aprendizaje está atravesado por la construcción de vínculos.

La segunda transformación implicó la reconfiguración del rol de docentes, estudiantes y padres, y habilitó la construcción de nuevas alianzas ante la necesidad de trabajar juntos para desarrollar experiencias de aprendizajes reales y significativas mediadas por la tecnología. A su vez, se han ido configurando otros cambios como el trabajo colaborativo entre docentes; la creación de comunidades profesionales de aprendizaje para pensar, reflexionar y diseñar propuestas coherentes y acordes a la situación que estamos viviendo; el desarrollo de propuestas de aprendizajes personalizadas con retroalimentaciones precisas y oportunas que le permiten al estudiante monitorear su proceso de aprendizaje y saber cómo seguir; el desarrollo de habilidades y competencias como la comunicación, la creatividad, el pensamiento crítico y la colaboración.

Nueva normalidad

Las voces expertas afirman que no volveremos a ser los mismos, la educación no podrá ser como antes. Este ha sido el punto de quiebre que necesitábamos para transformarla y construir la nueva normalidad. Pero ante esta situación de cambio tenemos dos grandes desafíos. Por un lado, tal como menciona Francesco Tonucci, para cambiar debemos necesitar el cambio. Y ello implica un convencimiento de que la educación requiere una transformación y estamos en el momento ideal para hacerlo. Por otro lado, este cambio debe ser construido por todos los actores de la educación y acompañado por políticas educativas que garanticen su viabilidad. Transitamos un camino hacia un aprendizaje que debe combinar la presencialidad con la virtualidad y será clave escuchar a los estudiantes y construir juntos esta nueva normalidad. Ellos son los protagonistas.

Tecnología

La tecnología vino para quedarse e incluso para transformarse. Este tiempo de crisis ha tensionado los recursos digitales con los que contamos y nos ha permitido pensar cómo mejorarlos en función de lo que la educación necesita. Considero que nos espera un tiempo de creatividad y rediseño en el que, a partir de las voces de todos los actores y profesionales, podremos generar nuevos recursos educativos acorde a los cambios e innovaciones que se irán desarrollando.