Revista del IEEM
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“El agro puede agregar valor a la sociedad siendo un motor más potente de una economía cada vez más encadenada y pujante”

Marcos Guigou

Director ejecutivo de Agronegocios del Plata

¿Cuáles fueron las claves del éxito de ADP y qué desafíos importantes hubo que sortear a lo largo de su trayectoria?

Principalmente, creo que para permanecer como una empresa pujante y que participa de manera activa en la producción agropecuaria uruguaya, fue clave tener desde el inicio un propósito claro, buenos proyectos a mediano plazo —por el efecto “más energía” que traen los proyectos a las personas—, mucho referenciamiento para aprender rápido y minimizar errores, trabajo en equipo y también una actitud positiva.

Los desafíos han sido variados, pero sin dudas la fuerte baja de los granos que se dio principalmente luego de 2013, y las sequías de 2008 y 2018, han sido momentos muy duros para la estructura de negocios, que cuestionaron la vigencia de la empresa.

El cambio rotundo de los precios de los granos fue una oportunidad para impulsar una transformación profunda de nuestro modelo de negocios con mayor integración dentro de los establecimientos, agregando la producción ganadera al modelo. El impacto del clima nos permitió desarrollar una mejor cobertura de seguros para la agricultura, trabajando con el BSE y apoyándonos en nuestra vocación de tener aliados estratégicos, con los que compartimos información y buscamos el ganar-ganar.

 

¿Qué lugar ocupa la innovación en el día a día de ADP?

Probablemente el no 1, porque es combinando las cosas de nuevas maneras que normalmente surgen las principales fuentes de competitividad.

Es difícil saber qué hay a la vuelta de la esquina, pero es muy importante tener idea de qué puede haber. Eso exige cierta intuición, pero va de la mano de que la empresa siempre está activamente buscando información relevante para el negocio: mercados, sistemas productivos, etc., y logra armar y mantener equipos de trabajo alineados con sus objetivos.

Si la empresa confía en la innovación, debe tener equipos convencidos de la cultura del cambio, así las cosas suceden rápidamente. Se decide innovar en algo y se ejecuta ya. Creo que este aspecto es fundamental y es una parte importante de la cultura de ADP. Y es algo que lleva tiempo implementar, al menos en Uruguay.

 

¿Cómo puede afectar el cambio de gobierno en lo que refiere a nuevos desafíos y oportunidades para el sector agropecuario?

Genera expectativas positivas. Creo que hay una oportunidad excelente para que Uruguay siga sumando lo positivo de cada etapa. En esta etapa hay una muy necesaria cuota de juventud, porque se necesita mucha energía para hacer cambios, en la política y en cualquier actividad.

Los cambios siempre vienen de la mano de conflictos porque se tocan intereses y, más que nada, porque alterar hábitos, conceptos y paradigmas nos cuesta a todos.

Creo que, por ejemplo, está claro que los uruguayos prefieren tener empresas públicas en los temas centrales y no parece que valga la pena que eso se discuta demasiado, pero ¿por qué no pueden ser tan o más eficientes que las del sector privado? ¿Por qué debemos tener un doble estándar si son tan relevantes en el peso de la economía?

Si el Estado no fuera tan gravitante en la economía uruguaya, no sería tan importante la “eficiencia del Estado” (piense el lector en tres cosas que esté por hacer en este día y verá que en casi todas pasa al menos parcialmente por empresas públicas, regulaciones estatales, etc.).

Pero dado que tenemos un Estado supergigante y muy entrometido, la gestión tiene que ser excelente, porque sino frena toda la economía.

Y en un país de 3,5 millones de habitantes que compite con el mundo, no hay posibilidades de tener una economía cerrada que admita esas ineficiencias.

 

¿Qué se necesita para impulsar al sector y dinamizar el mercado?

Competitividad vía simplificación de procesos y tramites innecesarios. Coordinación aún mayor de lo público y lo privado en promoción de nuestros productos y servicios.

En la medida de lo posible, también son necesarios algunos estímulos a la exportación de productos o servicios de interés para el país.

Y, por supuesto, la baja de todos aquellos costos innecesarios. Competir en el mundo es suficientemente duro como para hacerlo con sobrecostos arriba. Un ejemplo claro es la energía, que impacta a todos los eslabones de la producción y logística, y por eso hay que tener mucho cuidado con el impacto que tiene sobre las cadenas de transables.

 

¿Qué oportunidades y desafíos presentan los avances tecnológicos?

Las oportunidades son enormes, y estamos en una buena posición para usarlos como palanca del desarrollo porque, además de generar competitividad, generan trabajo de valor. Y —si nos animamos— podríamos producir y envasar tecnología aplicada a nuestros negocios claves y venderlas al mundo. Como hace Nueva Zelanda en actividades agropecuarias (desarrollan software aplicado, bombas para riego solares, electrificadores, etc., todos equipos específicos que son inventados o mejorados en sus propios esquemas productivos).

Además, Uruguay tiene en su sistema productivo muchas personas calificadas y conectadas, que pueden adoptar rápidamente las innovaciones. Si vemos la realidad como algo que fluye y no como una foto, podemos ver la capacidad de adoptar rápido y poner en práctica las innovaciones útiles es una ventaja competitiva muy fuerte. Otros países productores tienen que capacitar a muchas más personas para lograr el mismo impacto. En otras palabras, la realidad del agro uruguayo —en la que somos muy pocos los que estamos directamente en el sistema—, puede ser una ventaja a la hora de innovar y transferir conocimiento a las cadenas de valor con gran impacto.

Tenemos, además, la oportunidad de seguir desarrollando el concepto de Uruguay Natural, cuidando esa característica con tecnología de calidad y medición de aspectos ambientales claves para cada momento. Por ejemplo, podemos cuidar temas como el efecto invernadero y el balance emisión-sumisión, pero no hablando, sino haciendo punta en cuanto a la ciencia aplicada.

Otra oportunidad es unir más las cadenas de valor que son referentes del país, pero entre las que actualmente no existen sinergias. Por ejemplo, el fútbol, deporte en el que tenemos exponentes de altísima calidad, y el agro, sector en el que ocurre lo mismo, pero rara vez se combina el marketing de ambos. Uruguay podría donar alimentos en situaciones donde se requiera y hacerlo con embajadores de lujo (deportistas conocidos), que probablemente se sentirían útiles aportando su imagen a una actitud país positiva y que nos engrandezca como nación. Y los uruguayos, ¿no seríamos todos más felices si una parte de los alimentos que somos capaces de producir tuvieran un destino tan noble?

El tema es que normalmente nos refugiamos en esa idea de “paisito” y de debilidad, aunque al mismo tiempo promocionamos que somos tres millones y producimos comida para 30 millones, y que tenemos la garra charrúa. Cambiar esa actitud puede ser, desde mi punto de vista, muy motivacional para el país en su conjunto, y nos haría tirar parejo hacia una idea de nación con un noble y gran propósito. ¿Se lo imaginan?

 

¿Cómo puede el agro agregar más valor a la sociedad uruguaya en su conjunto?

Generar más alimentos y energía proveniente de la fotosíntesis es sin dudas una oportunidad para crecer. Tenemos condiciones para hacer mucho más dada la posición geográfica del país, la calidad de su tierra, su clima y su gente. Ni que hablar si se avanzara hacia otras proteínas animales, o a la piscicultura en la gran masa de agua que tenemos.

¿Y qué pasa si esos alimentos tienen más información? Los alimentos con datos creo que serán algo de valor en el futuro, dada la característica de las generaciones jóvenes, que cada vez mas buscan todo en sus móviles. Creo que asociar esos datos productivos de valor para los consumidores es una oportunidad para que más personas trabajen directamente en el agro. Hay nuevas oportunidades como el blockchain que pueden ser muy interesantes para insertarnos más en los mercados de calidad, generando más confianza y procesos eficientes.

En resumen, creo que el agro puede agregar valor a la sociedad siendo un motor más potente de una economía cada vez más encadenada y pujante, pero también siendo parte de un plan que incluya a más uruguayos que se sientan parte.

No es fácil lograrlo porque existe un espacio entre campo y ciudad que la modernidad hace cada vez mayor. Cada vez parece menos relacionado lo que se come en la ciudad con el origen de esa producción, y se llega a desconocimientos a veces ridículos de cómo funciona la naturaleza y cómo se producen los alimentos que llegan a la mesa.

La oportunidad principal está en construir un circulo virtuoso o, mejor dicho, una espiral creciente virtuosa en la que cada vez se incorporen más tecnologías, información, datos y talentos formados en otras áreas no específicas del agro. Y que, a su vez, estas personas con nuevas competencias, que irán fortaleciendo al sector, a sus productos y servicios, al encontrar oportunidades de aplicar su conocimiento e involucrarse, se conviertan en embajadores que acorten la distancia entre agro y las demás actividades. Porque, “si intentas persuadir, habla de intereses no de razones”, dijo Benjamin Franklin.

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