Revista del IEEM
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Crecimiento en el actual contexto macro

Las empresas crecieron mucho en Uruguay entre 2004 y 2014. En un contexto internacional jamás visto, los precios internacionales de los alimentos subieron más que durante el récord histórico previo observado entre el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) y la Guerra de Corea (1953). Al mismo tiempo, las condiciones financieras internacionales fueron inmejorables, con tasas de interés prácticamente nulas, también en registros sin precedentes históricos. Este excepcional contexto externo favorable encontraba al Uruguay circunstancialmente muy barato, luego de la mega devaluación de 2002. En 2004 el tipo de cambio real estaba un 40 % arriba del promedio histórico.

En ese marco, realmente no se necesitaba demasiado para obtener elevados niveles de rentabilidad y hacer florecer a las empresas.

Desde 2014 el panorama externo ha cambiado. La historia es otra. Los precios de los alimentos colapsaron, aunque no tanto para llegar a los niveles previos al 2004. Las condiciones financieras internacionales amagaron por mucho tiempo con empezar a deteriorarse, pero recién este año las expectativas de mayores tasas de interés global podrían alinearse.

El desempeño actual de la economía de los Estados Unidos genera presiones para mayores subas en las tasas de interés. El crecimiento de la actividad económica y los salarios son mayores a lo esperado. La confianza de los consumidores está en niveles muy elevados y hay una fuerte aceleración en las perspectivas para la inversión empresarial, alcanzando niveles no vistos desde los 70. Y la inflación empieza a brotar. Al mismo tiempo, la administración Trump aprueba una reforma tributaria que empuja la inversión y un presupuesto con una expansión generalizada del gasto público. Si la tasa de interés internacional no sube más es por el ruido que genera el propio Trump con la intervención verbal constante sobre la Reserva Federal para que no suban las tasas de interés y la guerra comercial con China.

Uruguay depende mucho del contexto externo porque los factores que lo determinan están todos encadenados. Si la suba en las tasas internacionales se acelera, también se generarían presiones a la baja en los precios internacionales de los alimentos, y se haría aún más difícil atraer inversión, lo que nos afecta de forma directa. Al mismo tiempo, si esto sucede, Argentina tendría un nuevo cimbronazo, y Brasil se resentiría. Y nosotros, de carambola, tendríamos otro impacto negativo que afectaría el turismo, el comercio regional y las inversiones de nuestros vecinos en Uruguay.

Es cierto que el país está financieramente estable y todavía con amplio acceso al crédito internacional. El sistema bancario se encuentra sólido con elevados niveles de liquidez, baja morosidad y alta capitalización. Sin embargo, los costos para producir han subido de forma tal que es muy difícil obtener rentabilidad en cualquier emprendimiento. Nos volvimos un país caro. Hoy el tipo de cambio real está 28 % abajo del promedio histórico. Y, en el corto plazo, no es esperable que esta situación cambie. El panorama macro no es muy alentador.

Hace un par de semanas al terminar una charla sobre coyuntura económica, un reconocido empresario levantó la mano para manifestar su disconformidad con el pesimismo presentado. Mi reacción fue la siguiente: que el panorama macro no sea bueno no quiere decir que no haya oportunidades de negocios. Eso sí, para que en el actual escenario las empresas crezcan tienen que profesionalizar la toma de decisiones. Hoy la disponibilidad de datos y su procesamiento inteligente no puede ser desperdiciado. Las empresas ya no se pueden dar ese lujo.

Autor

Profesor de Economía en

PhD en Economía, Universidad de San Andrés (Argentina); máster en Economía, Universidad de Chicago; Programa de Alta Dirección, IEEM, Universidad de Montevideo; licenciado en Economía y Analista en Contabilidad y Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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