Revista del IEEM
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“El mundo del futuro va a venir, pero hay que construirlo. No ocurre por default”

Santiago Bilinkis

Cofundador de Restorando, Quasar Ventures y OfficeNet

¿Cuáles son los problemas más grandes a los que se enfrenta el ecosistema emprendedor en la región?

Creo que es una combinación de dos cosas. Por un lado, el alto riesgo macroeconómico de los países y, por otro lado, la escasísima disponibilidad de capital. No existen mercados de capitales sofisticados donde los que invierten en etapa temprana sepan que, por una salida a bolsa o algún otro mecanismo comparable, recuperan su inversión.

Del lado de los emprendedores, hay muy pocos emprendedores que están realmente preparados y saben cómo armar y conducir un proyecto que sea invertible, es decir, un emprendimiento que entienda cuáles son los mecanismos de construcción de valor y que, por lo tanto, le pueda dar a los inversores la expectativa de que puede ser rentable.

 

El BID destacó en su estudio Digital Dividends que Argentina lidera el mundo en porcentaje de trabajos que van a ser reemplazados por software y robots en los próximos años. Uruguay está segundo en la lista. ¿Cuál creés que es el mayor desafío a la hora de enfrentar estos hechos? 

Lo que vamos a vivir en las próximas dos décadas es un proceso en el cual muchas de las profesiones actuales van a dejar de existir y van a ser reemplazadas por profesiones nuevas que requerirán habilidades distintas a las que tenemos hoy. Gran parte del esfuerzo que tenemos que hacer es tratar de entender qué tipo de habilidades pueden llegar a ser necesarias en el futuro, a pesar de no saber qué trabajos habrá en el futuro. También tenemos que pensar en qué cosas los seres humanos somos mejores que las máquinas, para fortalecer esos aspectos de nuestra preparación.

La buena noticia es que, si bien va a haber un cambio enorme, tenemos unos cuantos años para prepararnos. El tema más grande que yo veo hoy no es que esos cambios se vengan, sino que la mayoría de las personas no están al tanto y, los que sí están al tanto, no se están preparando.

 

¿Debería existir colaboración entre el sector público y el privado a la hora de buscar soluciones a largo plazo?

Sí, aunque no soy un experto en cómo articular el sector público y el privado. Mi trabajo es en el sector privado y, tal vez por cómo funciona el sector público en Argentina, en general no hice demasiado trabajo de articulación, ni espero nada demasiado importante viniendo del gobierno.

Soy medio escéptico respecto de las posibilidades reales de los gobiernos de transformar las cosas. Yo busco tratar de transformar las cosas desde el tercer sector, involucrándome con muchas organizaciones de la sociedad civil, y desde el sector privado con los emprendimientos que fundo y cambiando la agenda: ya sea coorganizando TEDx Río de la Plata, dando mis charlas, o escribiendo mi libro Pasaje al futuro. Son todas maneras en las que trato de contribuir desde mi lugar a buscar soluciones a largo plazo.

 

¿Qué oportunidades se presentan para emprendedores y empresarios en un entorno de automatización?

¡Todas! Principalmente montarse sobre las tendencias de las cosas que vienen. El mundo del futuro va a venir, pero hay que construirlo. No ocurre por default. Ocurre por las acciones de montones de personas que ven las tendencias que vienen y desarrollan innovaciones, nuevos modelos de negocio y nuevas compañías que, en definitiva, cambian la realidad.

Saber que viene un cambio tan grande es una oportunidad gigante de ser los artífices de ese cambio. Uno puede ponerse en posición de víctima y esperar que el cambio se te venga como un tsunami encima, u optar por ser el que asume el protagonismo y hace que el cambio ocurra.

 

¿Qué depara el futuro del trabajo?

El cambio más trascendente que se viene a todas nuestras vidas en los próximos 10 o 20 años viene de la mano de una tecnología que se llama deep learning. Son inteligencias artificiales basadas en redes neuronales que imitan la estructura de nuestro cerebro.

El primer gran golpe del deep learning ocurrió cuando una inteligencia artificial diseñada por Google le ganó al número uno mundial de Go, un juego miles de millones de veces más complejo que el ajedrez. Lo interesante no es solo que le ganó, sino cómo le ganó. AlfaGo no fue programada para jugar, sino para aprender a jugar. Le dieron varios millones de partidas para que las analice y aprendió a jugar al Go sola. No solo ganó, sino que lo hizo de forma muy creativa, introduciendo innovaciones al abrir líneas de juego que jamás habían sido exploradas por el ser humano.

Cuando empezamos a utilizar computadoras de esta manera pasan un montón de cosas interesantes. Por ejemplo, si a una computadora le enseñamos con un millón de partidas y a la otra nada más que con 500 000, la más educada juega mejor. Lo mismo sucede si a una le damos más partidas para que juegue contra sí misma que a otra: la más entrenada juega mejor.

Estas son computadoras que pueden aprender cualquier cosa para la cual podamos entrenarlas. Hoy existen inteligencias artificiales que pueden escribir un artículo periodístico igual que un periodista humano. Hoy, una inteligencia artificial puede predecir mejor que cualquier médico humano cuál es el riesgo de un paciente y diagnosticar mejor que cualquier médico humano si existe cáncer en análisis de imágenes. Es un terremoto que recién empieza.

La pregunta es: ¿cómo estamos reaccionando frente a eso? La mayoría de la gente piensa que su trabajo no va a ser reemplazado por software y robots en los próximos 20 años y, además, piensa que está lista para lo que se viene. El desafío que tenemos hoy es que lo único que sabemos acerca de los trabajos del futuro es que no tenemos la más pálida idea de cómo pueden llegar a ser.

Es un tema del cual se habla mucho, pero no nos estamos haciendo cargo. Como no sabemos qué depara el futuro, la única alternativa que tenemos es adquirir habilidades transversales. Necesitamos desarrollar nuevas capacidades. Dentro de diez años lo más importante va a ser aprendizaje continuo, creatividad e innovación. No importa las habilidades que tengas, sino la capacidad de adquirir habilidades nuevas. La característica básica del nuevo entorno va a ser que las habilidades se actualicen todo el tiempo.

 

¿Podemos prepararnos para un futuro incierto?

Sí. Publiqué una nota que se llama Vidas al azar donde hablo de la diferencia entre que algo sea incierto y que algo sea imprevisible. Incierto quiere decir que no sabemos qué va a pasar, pero no es imprevisible. Hay ciertos recaudos y hay ciertas cosas que podemos hacer que nos dejan mejor parados ante ese futuro que es incierto.

Te diría que el punto de partida es entender cómo funciona la incertidumbre, la mayoría de las personas no entienden la diferencia entre algo incierto y algo imprevisible.

 

¿Qué cualidades y habilidades considerás que se volverán indispensables en el mercado laboral del futuro?

En mis conferencias hablo mucho en la idea de volvernos expertos en cómo aprender a trabajar en equipo con las inteligencias artificiales. Tenemos que ceder el orgullo de reconocer que las computadoras van a ser mejores que nosotros en casi todo. Pero eso no quiere decir que no quede un lugar para nosotros en la ecuación. Computadora más humano le gana a computadora.

Quizá la cualidad más importante que podemos mencionar es la empatía. Yo creo que lo más valioso que tenemos las personas es la capacidad de conectar con otras personas. Nuestros rasgos de empatía y humanidad van a hacer los que hagan que siempre sea importante que haya un humano del otro lado y no una computadora directamente.

Quizá parte del problema que tenemos hoy es que muchos de los trabajos actuales han perdido su faceta humana y empática. Gran parte del desafío va a ser recuperarla. Cuanta más empatía logremos poner en nuestros trabajos, menos reemplazables van a ser por máquinas.

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