Revista del IEEM
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Una oportunidad para la transformación

Una de las expresiones que más se escucha actualmente es la de la “nueva normalidad”. En cierta forma, es una manifestación más del ansia que tenemos por salir de este modo provisorio en el que nos encontramos, tanto en lo personal como en lo profesional, y regresar a un estado en el que nos sintamos nuevamente pisando terreno firme.

Para las empresas, y especialmente para aquellas que antes de la crisis tenían pendiente llevar adelante procesos fuertes de transformación, la situación actual presenta una gran oportunidad.

Kurt Lewin, autor de una de las teorías más reconocidas en el área de gestión del cambio organizacional, sostiene que en todo proceso de cambio hay tres etapas: la primera es el “descongelamiento” de la situación inicial, movilizando a los equipos a salir de la rigidez de sus zonas de confort. La segunda es la etapa del cambio propiamente dicho, en la que las personas ya han adoptado una disposición al aprendizaje y comienzan a aplicar nuevas prácticas. Y la tercera es el “recongelamiento”, en la que la nueva situación se convierte en el nuevo statu quo a través de la formalización de los procesos.

Al mismo tiempo, los estudios de Michael Hammer y James Champy[1] en 1993 ya demostraban que alrededor del 70 % de los procesos de cambio fracasan, y esa cifra no ha bajado. No es ninguna sorpresa que la etapa más difícil, y por lo tanto la culpable de la alta tasa de fracaso es la del “descongelamiento”, porque cambiar conductas y hábitos fuertemente arraigados implica salir de la zona de confort, y esto suele generar resistencias de todo tipo.

Esta es precisamente la oportunidad de la situación actual: la crisis sanitaria ya ha “descongelado” a las organizaciones. Todos estamos trabajando de una forma diferente, adoptando hábitos personales y profesionales, que hace unas semanas no hubiéramos considerado.

Al hablar de la nueva normalidad estamos reconociendo, por un lado, el anhelo que tenemos de volver a una zona de confort, pero al mismo tiempo reconocemos y aceptamos que será “nueva”, en el sentido de que necesariamente vamos a incorporar nuevos criterios, procesos y hábitos.

Es imperativo que las organizaciones que necesitan una profunda transformación aprovechen esta oportunidad para que la nueva normalidad no sea “nueva” solamente en lo que refiere al cuidado de la salud, y siga siendo “vieja” en lo que hace a la forma de trabajar.

El alto grado de incertidumbre al que nos enfrentamos hoy y la ansiedad por llegar a esa nueva normalidad conforman una ventana de oportunidad perfecta para comenzar a diseñar estratégicamente cómo va a ser esa nueva normalidad, incorporando aquellos elementos de transformación que tenían pendientes desde antes de la crisis.

Si permiten que la situación vuelva a “congelarse” sin haber adoptado las transformaciones necesarias, van a tener que iniciar nuevamente de cero, lo que puede costarles demasiado caro.

Referencia

Autor

Profesor de Dirección de Personas, ESE Business School (Chile)

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