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Los sesgos irracionales en la toma de decisiones

Dirigir implica guiar a una organización o equipo hacia el logro de metas y objetivos. El éxito en esta tarea depende en gran medida de la toma de decisiones correctas. Se requiere no solo identificar y obtener la información correcta, sino también procesarla adecuadamente. En el mundo de los negocios, la toma de decisiones es una de las actividades más complejas y de mayor relevancia para el éxito de cualquier organización. A pesar de contar con un vasto acceso a datos y herramientas analíticas avanzadas, las decisiones de los líderes y ejecutivos no siempre surgen de una evaluación puramente racional. De hecho, muchos de los problemas y desafíos que enfrentan las empresas son debido a los sesgos irracionales que afectan el juicio humano.

Un ejemplo histórico es el desarrollo y la adopción del cinturón de seguridad en la industria automotriz.

El caso del cinturón de seguridad

En los inicios de la industria automotriz, la seguridad no era una prioridad ni para los fabricantes ni para los consumidores. Aunque algunos autos estaban equipados con cinturones de seguridad rudimentarios en los años 40 y 50, su propósito inicial era evitar que los pasajeros se cayeran de los asientos durante los baches, en lugar de protegerlos en accidentes graves. La idea de la seguridad como un valor agregado no era popular en una época en la que los vehículos se vendían principalmente por su estilo, comodidad y rendimiento​. De hecho, muchos consumidores asociaban la inclusión de cinturones de seguridad con una insinuación de que el automóvil era peligroso. La idea de usar un cinturón de seguridad se percibía como innecesaria e incluso restrictiva.

Muchos de los problemas y desafíos que enfrentan las empresas son debido a los sesgos irracionales que afectan el juicio humano.

El primero en introducir un cinturón de seguridad para auto fue Preston Tucker, quien lo introdujo en su innovador automóvil Tucker 48 (también conocido como Torpedo). Tucker fue un empresario visionario y su automóvil estaba lleno de características innovadoras para la época, como faros direccionales, un parabrisas a prueba de impactos y, por supuesto, cinturones de seguridad. Sin embargo, a pesar de la audacia de su diseño, el cinturón de seguridad de dos puntas de Tucker fracasó en ganar aceptación en el mercado.

El ingeniero sueco Nils Bohlin fue un pionero al desarrollar el cinturón de seguridad de tres puntos en 1958. Este diseño, que permitía abrocharse con una sola mano, ofrecía una protección mucho más efectiva. Sin embargo, a pesar de la obvia superioridad de este diseño y de la evidencia que demostraba su eficacia, la adopción del cinturón de seguridad no se generalizó hasta mucho después. Los fabricantes de automóviles no mostraron interés en introducir estos sistemas de forma masiva, y los consumidores tampoco exigían su inclusión​. La progresiva aceptación del cinturón de seguridad se explica más por la introducción de disposiciones legales que establecieron primero la obligatoriedad de ser parte del equipamiento de serie y luego la obligatoriedad de su uso, con su contrapartida de multas en caso de incumplimiento.

Este fenómeno puede entenderse a través de varios sesgos cognitivos que influyen en las decisiones, tanto de los negocios como de los consumidores.

Sesgo de normalidad: “A mí no me va a pasar”

Uno de los principales sesgos que afectó la adopción del cinturón de seguridad fue el sesgo de normalidad, que lleva a las personas a subestimar el riesgo de que algo malo les suceda. Los consumidores creían que ellos podían evitar accidentes mediante una conducción cuidadosa.

Este tipo de sesgo está presente en muchas decisiones empresariales. En lugar de prepararse para posibles contingencias, como crisis económicas o cambios disruptivos en el mercado, los líderes empresariales tienden a subestimar estos riesgos, creyendo que las situaciones adversas son poco probables o que no afectarán a su organización de manera significativa. Este sesgo puede llevar a las empresas a no estar lo suficientemente preparadas para enfrentar eventos inesperados, lo que puede resultar en pérdidas significativas.

Sesgo del presente: Preferir la comodidad inmediata

Otro sesgo que influyó en la baja adopción del cinturón de seguridad fue el sesgo del presente, que hace que las personas prefieran las recompensas inmediatas sobre los beneficios futuros. Abrocharse el cinturón de seguridad en cada trayecto era percibido como una molestia incómoda, mientras que el beneficio de evitar lesiones en un accidente parecía un evento distante y abstracto.

En el contexto empresarial, el sesgo del presente puede manifestarse en la toma de decisiones que priorizan los resultados a corto plazo sobre las ganancias a largo plazo. Las empresas pueden optar por no invertir en I+D, o en mejoras de seguridad, porque los beneficios de estas inversiones no son inmediatos. En cambio, prefieren enfocarse en decisiones que les ofrezcan resultados rápidos, aun cuando estas decisiones no sean las mejores en términos de sostenibilidad a largo plazo.

En el contexto empresarial, el sesgo del presente puede manifestarse en la toma de decisiones que priorizan los resultados a corto plazo sobre las ganancias a largo plazo.

Sesgo de disponibilidad: La falta de ejemplos visibles

El sesgo de disponibilidad es la tendencia a basar las decisiones en la información que está más fácilmente disponible en la memoria. En el caso de los cinturones de seguridad, antes de que los accidentes graves y sus consecuencias se volvieran temas de discusión pública, la mayoría de los consumidores no tenía ejemplos claros de personas que hubieran salvado sus vidas gracias a un cinturón. La falta de visibilidad de estos ejemplos hacía que los consumidores subestimaran la importancia del cinturón de seguridad​.

En el mundo empresarial, este sesgo puede llevar a decisiones con base en datos incompletos o desactualizados. Por ejemplo, una empresa puede continuar invirtiendo en una tecnología obsoleta simplemente porque la información más visible sobre los beneficios de una nueva tecnología no está disponible. Este sesgo también puede hacer que las empresas reaccionen de manera exagerada ante eventos recientes que recibieron mucha cobertura mediática y que subestiman problemas a largo plazo que no están tan presentes en la discusión pública.

Aversión a la pérdida: El temor a la restricción

La aversión a la pérdida es un sesgo cognitivo en el que las personas prefieren evitar pérdidas antes que obtener ganancias de valor similar. En el caso de los cinturones de seguridad, muchos conductores sentían que el cinturón limitaba su libertad de movimiento y que era incómodo. Esta percepción de pérdida inmediata era mucho más fuerte que la ganancia.

Este sesgo también afecta las decisiones empresariales, donde los líderes pueden mostrarse reacios a tomar decisiones que implican un sacrificio inicial, incluso si los beneficios futuros son evidentes. Por ejemplo, una empresa puede negarse a realizar despidos estratégicos o reestructuraciones necesarias porque la pérdida inmediata de empleados parece más dolorosa que los beneficios a largo plazo que podrían derivarse de un equipo más eficiente.

El statu quo y la paradoja de la elección

El sesgo de statu quo hace que las personas prefieran mantener las cosas como están, incluso si el cambio podría ser beneficioso. En la industria automotriz, tanto los fabricantes como los consumidores estaban acostumbrados a un mundo sin cinturones de seguridad, por lo que cualquier cambio que alterara esta norma enfrentaba una resistencia significativa​.

En los negocios, este sesgo puede frenar la innovación. Las empresas que se resisten a cambiar sus modelos de negocio o que no adoptan nuevas tecnologías por miedo a alterar su statu quo pueden verse superadas por competidores más ágiles. Además, la paradoja de la elección indica que cuando se presentan demasiadas opciones, las personas tienden a no tomar decisiones o a quedarse con la opción más familiar, lo que también puede retrasar la adopción de innovaciones.

Sesgo de confirmación: negar la evidencia contraria

El sesgo de confirmación lleva a las personas a buscar y recordar la información que confirma sus creencias preexistentes, mientras ignoran la que las contradice. En el caso de los cinturones de seguridad, los consumidores y fabricantes que no creían en su efectividad tendían a desestimar los estudios que demostraban lo contrario, reforzando así su resistencia a cambiar​.

En los negocios, este sesgo puede hacer que los líderes empresariales tomen decisiones con base en información sesgada, lo que puede resultar en estrategias mal concebidas. Las empresas que no están dispuestas a desafiar sus suposiciones y a examinar la evidencia contraria pueden terminar ignorando riesgos importantes o perdiendo oportunidades de crecimiento.

El sesgo de confirmación lleva a las personas a buscar y recordar la información que confirma sus creencias preexistentes, mientras ignoran la que las contradice.

Es difícil imaginar un objetivo más valioso que preservar la vida y la integridad física. El cinturón de seguridad es un medio extremadamente eficaz, disponible y sencillo para lograr esos objetivos, a pesar de lo cual muchísimos consumidores no toman la decisión racional de usarlo. Los sesgos como el de normalidad, el presente, la disponibilidad, la aversión a la pérdida, el statu quo y el de confirmación no solo jugaron un papel en la lenta adopción de los cinturones de seguridad, sino que también influyen en innumerables decisiones empresariales a diario.

Superar estos sesgos es fundamental para que las empresas tomen decisiones más informadas y efectivas. Tan irracional como los sesgos mismos, es no considerarlos a la hora de diseñar nuestros procesos de decisión (propios o de terceros). Aquellas empresas que reconocen y mitigan estos sesgos pueden desarrollar estrategias más robustas, adaptarse mejor a los cambios en el mercado y aprovechar oportunidades de innovación. Al igual que con el cinturón de seguridad, las empresas que logran superar estas barreras pueden prosperar y asegurar un crecimiento sostenible en un entorno competitivo en constante cambio. En una futura entrega, veremos mecanismos concretos para mitigar los peligros que conllevan estos sesgos.

Autor

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Responsable del GEM Uruguay y profesor de Economía Política en

Ph.D. en Gobierno y Cultura de las Organizaciones, Universidad de Navarra; máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; contador público, Universidad de la República (Uruguay); licenciado en Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

Profesor de Análisis de Decisiones y Sistemas de Información en

Ph.D. en Informática, Universidad de la República y en Computer Sciences, INRIA (Francia); máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; máster en Informática, Universidad de la República (Uruguay); ingeniero en Computación Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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