Revista del IEEM
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Transición laboral en tiempos de crisis

Las nuevas tendencias que se observan guardan estrecha relación con los procesos globalizadores de los que hemos sido testigos en los últimos años. Es posible observar un verdadero dinamismo y desafío en el mercado laboral, que se manifiesta en una creciente inestabilidad del empleo y flexibilización en los contratos de trabajos, entre otros. Todo ello se hace visible en el surgimiento de oportunidades poco comunes, reestructuración de las grandes compañías, los esquemas salariales y jornadas de trabajo, incluidas nuevas modalidades de funcionamiento de las organizaciones.

Muchas compañías se han visto obligadas a revisar sus estructuras y a ajustarlas considerando las nuevas demandas del mercado. Esto implicó que muchas personas quedaran en situaciones de desempleo, lo que incide directamente en el consumo y el movimiento de la economía. Las personas que han logrado mantener su vínculo laboral, en muchos casos han visto reducida su jornada (desempleo parcial). En este sentido, la mayoría de las personas que perdió su empleo salió del mercado laboral con la percepción de poder reinsertarse en el corto plazo. Esto disminuyó las tasas de participación y actividad que regulan el empleo y aportó al incremento de la tasa de desocupación, la cual alcanzó niveles históricamente altos en muchos países.

Si bien la reestructuración de gran parte de las empresas y las desvinculaciones permanentes o reducciones de jornadas se explican, en gran medida, por el impacto de la crisis sanitaria, también se deben a procesos propios de la globalización, tales como contextos de cambio, fusiones, adquisiciones o transformación de modelos de negocios, etc., dados los nuevos requerimientos.

Muchas compañías se han visto obligadas a revisar sus estructuras y a ajustarlas considerando las nuevas demandas del mercado.

El aspecto clave a abordar refiere, entonces, a la desvinculación o despido de un trabajador, un proceso que conlleva varias implicaciones desde una perspectiva humana. El primer lugar, el planteo unilateral de la interrupción de una situación de estabilidad genera una crisis de identidad, en tanto el trabajo tiene un gran aporte en términos de significado. Adicionalmente, trae aparejado un desequilibrio en el espíritu del implicado, así como también en el medio familiar. Y todo ello repercute, además, en la disponiblidad de recursos económicos, lo cual genera los impactos que hemos descrito a nivel de la economía.

Por otro lado, no es menor la influencia de las desvinculaciones en las estructuras de las organizaciones. Generan mucha incertidumbre y desmotivación que, a su vez, impacta directamente sobre el rendimiento de los trabajadores y los objetivos de las empresas. Este aspecto es de gran importancia, ya que todo el funcionamiento de la empresa depende, en gran medida, de las personas que la integran.

Considerando las variables del contexto, merece le pena reflexionar acerca de cómo responder a esta situación coyuntural de forma responsable y procurando minimizar algunos de los impactos mencionados. Para que esto suceda, es necesario que las empresas cuenten con el debido asesoramiento o estructura desde la toma de decisión, la comunicación a los implicados y al entorno, así como en los recursos asociados al proceso de reestructura que posteriormente se puedan brindar. Este sería uno de los principales retos de las empresas en la actualidad.

Al analizar el concepto de responsabilidad asociado a la desvinculación, nos remitimos por sobre todas las cosas a la forma en que los diversos entornos empresariales abordan esta situación. En nuestro país existe una regulación legal, que constituye el punto de partida para tomar decisiones en términos de desvinculaciones. A partir de esto, lo que resta es una conciencia responsable en términos de la decisión a tomar y sus causas. En este sentido, se conjugan razones objetivas, que pueden derivar del desempeño de la empresa o de los nuevos requerimientos del mercado.

Considerando las variables del contexto, merece le pena reflexionar acerca de cómo responder a esta situación coyuntural de forma responsable y procurando minimizar los impactos.

Por otro lado, no es menor la comunicación que debe recibir la totalidad de los integrantes de la organización y, sobre todo, el equipo cercano al involucrado en el proceso. Esta es una parte fundamental del día de mañana, considerando que la operativa de funcionamiento no debería afectarse a instancias de las variables derivadas de la desvinculación.

Volviendo al concepto de la responsabilidad, consideramos que en el mercado hay diversidad de estadios en los que se puede visualizar el ejercicio comprometido de este tipo de prácticas. El estadio inicial estaría representado por las empresas que cumplen con la legislación y orientan al empleado despedido en los procedimientos necesarios. En un segundo nivel, estarían las empresas que adoptan estas decisiones considerando el desempeño del trabajador, los indicadores socioeconómicos y además garantizan la impersonalidad de la decisión. En un tercer estadio, se encuentran las empresas que mantienen beneficios por tiempo determinado, ofrecen servicios de acompañamiento en la transición, los cuales brindan un asesoramiento a nivel del mercado laboral, coaching o exploración de nuevas alternativas acordes al perfil de la persona.

El objetivo de estos programas de transición laboral radica en colaborar con el participante en el análisis de opciones que puede tener en un próximo desafío, promoviendo neutralizar los aspectos emocionales propios de la experiencia de desvinculación. El propósito se basa en que la persona se enfoque hacia la generación de nuevas experiencias, desprendiéndose de las anteriores y mostrándolas como un capital que puede ofrecer al servicio de un futuro empleador.

No es menor la comunicación que debe recibir la totalidad de los integrantes de la organización y, sobre todo, el equipo cercano al involucrado en el proceso

Por ello, viéndolo desde una perspectiva estratégica de la gestión de recursos humanos, estos programas generan en las empresas una imagen más humana, de conciencia y de responsabilidad social corporativa. Algunos de los beneficios son: reducción de la conflictividad social, mejora en la imagen de la empresa tanto hacia el mercado como hacia sus recursos internos, favoreciendo el buen clima y la continuidad de la operativa del negocio.

Para finalizar, dejamos una reflexión que permita comprender que la postura responsable en relación a las características del contexto actual permite no solamente respetar a las personas como seres humanos, sino también continuar la gestión de las empresas que se encuentran frente a estas necesidades. El foco debe ponerse en el después, el mañana y en cómo afrontarlo.

Autor

Consultora asociada de Advice

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