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El bolsillo siempre importa: Economía y resultados electorales en Uruguay

Algunas personas eligen con el corazón, otras son más racionales. La realidad y la academia indican que es muy difícil entender a qué responde el voto. Son muchos factores que juegan al mismo tiempo. En este artículo nos concentramos en el impacto de la situación económica en los resultados electorales de Uruguay. Presentamos evidencia de que el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) durante la gestión de gobierno tiene un impacto significativo para predecir la votación posterior del oficialismo a lo largo de la historia de Uruguay.

La importancia de la economía en los resultados electorales alcanzó su apogeo en la elección de 1992 en Estados Unidos. Bush Sr. era el gran favorito, tenía una enorme popularidad luego de la caída del muro de Berlín y de la Guerra del Golfo. Sin embargo, la economía no crecía. En ese contexto, el estratega de campaña de Bill Clinton, James Carville, estaba convencido de que el foco debía estar en temas relacionados con la vida cotidiana de las personas y sus necesidades más básicas. Así fue como pegó un cartel para uso interno en las oficinas centrales del comando de Clinton con tres puntos para considerar en la campaña: 1. Cambio ante más de lo mismo; 2. La economía, estúpido; 3. No olvidar el sistema de salud. A partir de ese momento el punto dos se convirtió en un pilar de la campaña de Clinton, clave para derrotar a Bush. De esta forma, la frase «es la economía, estúpido» pasó a integrar la cultura universal, y se usa de forma recurrente para enfatizar la importancia del desempeño económico sobre los resultados electorales.

Algunas personas eligen con el corazón, otras son más racionales. La realidad y la academia indican que es muy difícil entender a qué responde el voto. Son muchos factores que juegan al mismo tiempo.

En la literatura académica existen varios estudios que se han concentrado en cuantificar el impacto de la economía sobre los resultados en las urnas. Por ejemplo, Silver (2011, 2012) evalúa el poder explicativo de diferentes indicadores del nivel de actividad económica en Estados Unidos, y concluye que la variación del PBI logra explicar un tercio de la variabilidad en los resultados electorales[1]. En la misma línea, MacCulloch et al. (2001) encuentran una relación significativa entre el nivel de empleo y el apoyo al oficialismo en las elecciones de Argentina[2].

Uruguay no es una excepción. Tal como se observa en el gráfico, existe una relación histórica entre el desempeño económico durante la gestión de gobierno y el resultado obtenido por el oficialismo en las elecciones celebradas al final de cada periodo. Como es esperable, a mayor crecimiento, mayor es el apoyo al partido de gobierno.

Un modelo bien simple

Para analizar el impacto de la economía sobre los resultados electorales en Uruguay fuimos a ver datos históricos. Cruzamos datos de la evolución del PBI per cápita durante la gestión de gobierno con los resultados obtenidos por el oficialismo en las elecciones celebradas al final del mandato.

Como variable dependiente del modelo consideramos el porcentaje de los votos obtenidos por el oficialismo en las elecciones presidenciales generales (no en el balotaje). Para ello analizamos datos de la Corte Electoral de las elecciones presidenciales realizadas desde 1922, una vez que empezó el voto universal. En otras palabras, se tomaron los votos conseguidos por el partido al que pertenecía el presidente o equivalente, en caso de no existir dicha figura) en las elecciones siguientes a su mandato. Para definir el oficialismo, consideramos solamente al partido del presidente de la República. Si bien en muchas ocasiones a lo largo del siglo XX el partido de gobierno debió acordar coaliciones con otros partidos para alcanzar la mayoría parlamentaria, en general, estas permitieron que los partidos asociados del gobierno se pudieran desmarcar del oficialismo, por lo menos cerca del final de la gestión. Así, cuando incluimos a toda la coalición como variable dependiente, el PBI deja de ser significativo y el modelo pierde toda su capacidad explicativa[3].

Para analizar el impacto de la economía sobre los resultados electorales en Uruguay fuimos a ver datos históricos.

Como variable explicativa de la votación del oficialismo, consideramos la tasa de crecimiento real anual promedio del PBI durante los años de gestión del gobierno de turno. Los datos utilizados surgen de la base histórica de Angus Maddison, empalmado con datos más recientes en base a los datos de Cuentas Nacionales publicados por el Banco Central del Uruguay (BCU).

Una vez obtenidas las tasas de crecimiento promedio del PBI durante la gestión y los resultados obtenidos por el partido de gobierno en las elecciones siguientes, se estimó una regresión lineal simple mediante el método de Mínimos Cuadrados Ordinarios[4].

Como forma de analizar la robustez de los resultados, también estimamos modelos con el PBI per cápita y con la inflación, variables que se han utilizado previamente en estudios similares a nivel internacional. Si en lugar de variación del PBI se considera la variación del PBI per cápita, la significancia estadística de los resultados se pierde y la capacidad explicativa del modelo se reduce a 12 %. La inflación promedio de la gestión como única variable independiente logra similar poder explicativo[5]. Si, en cambio, se agrega como variable explicativa a la inflación al modelo que considera al crecimiento del PBI como predictor de la votación del oficialismo, sube el poder explicativo del modelo, pero se reduce la precisión de las estimaciones por el tamaño reducido de datos disponibles[6].

Proyección elecciones 2019

Con el modelo estimado, proyectamos el resultado esperado para las elecciones nacionales de octubre de 2019. Para ello, es necesario considerar el promedio de crecimiento económico de la gestión del actual gobierno.

En línea con la Encuesta de Expectativas Económicas que publica el  BCU[7], el Centro de Economía Grant Thornton proyecta un crecimiento real de 0,3 % para 2019. Si se promedia el 0,3 % con las tasas de crecimiento anuales entre 2015 y 2018, se obtiene un PBI promedio de 1,3 % durante la actual administración.

Sin embargo, la falta de actualización de la base en los datos de Cuentas Nacionales por parte del BCU, hace que para los años 2015-2018 existan dudas de la certeza de la estimación de la evolución del PBI para reflejar la realidad. La actual base para el cálculo de precios constantes data de 2005 y no refleja los cambios en la participación relativa en el producto de las diferentes ramas de actividad. El ejemplo paradigmático de este problema es el caso de las Telecomunicaciones que se abarataron sustancialmente desde 2005. Como consecuencia de ello, si se toman los precios de 2005, el sector Telecomunciaciones queda sobreponderado en las mediciones y su genuino crecimiento tiene un impacto desmedido sobre el PBI. A la luz de este inconveniente, el Centro de Economía Grant Thornton del IEEM corrigió los valores oficiales aplicando la metodología de Precios Encadenados que siguen, entre otros, el Banco Central de Chile. Este procedimiento utiliza los precios del año anterior para valorar las cantidades producidas cada año y evita el problema que tenemos con el precio de las Telecomunicaciones. Con esta metodología la tasa de crecimiento promedio del PBI entre 2015 y 2019 resulta ser de 0,08 %. Valores similares se obtienen si se excluye el sector Telecomunicaciones y se considera la evolución del resto de los sectores de la economía. En este caso, el crecimiento promedio anual estimado es 0,07 %.

La falta de actualización de la base en los datos de Cuentas Nacionales por parte del BCU, hace que para los años 2015-2018 existan dudas de la certeza de la estimación de la evolución del PBI para reflejar la realidad.

De esta manera, las proyecciones sobre la votación que obtendría el oficialismo en octubre dependerán de si se utiliza para el crecimiento del PBI a la tasa promedio oficial de 1,3 % o el valor corregido de 0,08 %. Con un crecimiento anual promedio de 1,3 %, el modelo proyecta que el Frente Amplio alcanzaría un 38,8 % de los votos en la primera vuelta. En cambio, con una tasa promedio de 0,08 %, el modelo proyecta una votación del 35,8 % para el oficialismo. Como es razonable, un menor crecimiento debería verse reflejado en una menor votación

A octubre de 2019, las cinco principales encuestadoras (Cifra, Equipos, Factum, Opción y Radar) predicen que el oficialismo obtendrá, en promedio, 35 % de los votos, que naturalmente crecerá con la asignación de los indecisos. De esta forma, la votación final que obtenga el oficialismo se acercaría a lo proyectado por el modelo. Si fuera la mitad de los indecisos, la intención de voto al oficialismo sería de 37,6 %. En ambos casos, los números se encuentran en torno de lo que proyecta el modelo exclusivamente en base al desempeño económico.

Conclusión

Los resultados presentados en este artículo están en línea con lo que indican estudios previos a nivel internacional: el bolsillo importa en las urnas y Uruguay no es la excepción. La evidencia histórica muestra que en Uruguay siempre fue importante.

Si lo patrones de comportamiento histórico se mantienen, el modelo presentado proyecta una votación de entre 36 % y 40 % para el oficialismo en las próximas elecciones generales. El 27 de octubre veremos qué tan lejos estaba.

 

Referencias

[1] Por más detalles ver Silver, N. (2011): “Which economic indicators Best Predict Presidential Elections?” Y Silver, N. (2012): “Measuring the Effect of the Economy on Elections”.

[2] Por más detalles ver MacCulloch, R. J.; Di Tella, R.; Oswald, A. J. (2001): “Preferences over Inflation and Unemployment: Evidence from Surveys of HappinessAmerican Economic Review, American Economic Association, vol. 91(1).

[3] En este caso, el p-valor de la significancia estadística del PBI vale 0,60 y el Coeficiente de Determinación (R2) del modelo es 2 %.

[4] El modelo obtenido explica el 23 % de la variabilidad en los votos alcanzados por el oficialismo desde la elección de 1922. La ecuación estimada para las elecciones desde 1922 es la siguiente: V=a+b*G donde V es la votación del oficialismo y G la tasa de crecimiento. El valor puntual estimado del coeficiente b es 2,48 y el p-valor de su significancia estadística es 0,04. El Coeficiente de Determinación (R2) del modelo es 23 %.

[5] La serie histórica de inflación fue computada con datos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República que se empalmaron a los datos actualizados del Instituto Nacional de Estadística.

[6] Dada la poca cantidad de observaciones disponibles de la variable dependiente, utilizar más de un regresor conlleva el riesgo de sobredeterminar el modelo. En consecuencia, optamos por dejar de lado este modelo.

[7] En setiembre de 2019, la mediana de las respuestas de las instituciones y profesionales independientes encuestados fue de una variación esperada del PBI de 0,4% para el 2019.

Autor

Profesor de Economía en

PhD en Economía, Universidad de San Andrés (Argentina); máster en Economía, Universidad de Chicago; Programa de Alta Dirección, IEEM, Universidad de Montevideo; licenciado en Economía y Analista en Contabilidad y Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

Investigadora del Centro de Economía Grant Thornton del IEEM.

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