Revista del IEEM
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El tiempo de los emprendedores

Uno de los aspectos característicos de las etapas iniciales de un emprendimiento es la altísima dedicación que exige a los fundadores. Parece que las 24 horas del día y los siete días de la semana no son suficientes. Hacer el producto, vender, entregar, facturar, cobrar, cumplir con las obligaciones legales: impuestos, seguridad social, pagar las cuentas, atender reclamos… La lista es interminable. Y en todo emprendimiento, al principio, los emprendedores deben hacer todo solos. Simplemente no hay nadie más para ayudar.

Sin embargo, no aparece mucho este tema en la bibliografía, o no suele hablarse en voz alta en los eventos en los que escuchamos a emprendedores exitosos compartir sus experiencias. Por eso creo que vale la pena compartir algunas reflexiones.

Por definición, al principio un nuevo emprendimiento está integrado solo por los socios fundadores. Ellos elaboran el producto, contactan potenciales clientes, venden, entregan, hacen todo lo que sea necesario para que ese primer cliente quede contento. Y, si es posible conseguir algo de dinero a cambio, ¡mucho mejor!

Cuando el emprendimiento crece un poco, las cosas se complican más aún: hay que contratar personal, motivarlo, retenerlo, lograr que tenga un rendimiento adecuado; escalar la producción manteniendo la calidad; aumentar las ventas mediante una fuerza de vendedores; atender al marketing, la folletería y las redes sociales, por donde se da a conocer la empresa.

Todo requiere de la atención del emprendedor.

Por supuesto, lo que describo es –en parte, al menos– lo que justifica a las instituciones de apoyo a emprendedores: preincubadoras, incubadoras, aceleradoras, mentores, consultores, coaches, pongan el nombre que quieran. Muchas veces en Ingenio sentimos que ese es precisamente uno de nuestros principales roles: ayudar a los emprendedores a administrar su tiempo. Ayudarlos a poner el foco y a evitar distracciones improductivas.

 

Prioridades

Como se puede suponer, en etapas muy tempranas, la administración del tiempo pasa por establecer un orden de prioridades. Esto implica, claro está, decidir qué actividades recibirán el tiempo del emprendedor. Lo que no siempre está claro, y no siempre se deja explícito, es que, al poner prioridades, también decidimos qué es lo que no vamos a hacer. Y saber decir no y actuar el no es fundamental. ¿Qué quiero decir con actuar el no? Me refiero a esas decisiones, muchas veces microdecisiones, acerca de qué es lo que el emprendedor no debe hacer, a lo que no debe dedicarle ni un minuto de su tiempo.

Muchos emprenden desde el producto o desde su especialización profesional. Usualmente, concentran sus esfuerzos en desarrollar el producto, embellecerlo y mejorarlo. Olvidan que siempre es más importante encontrar un cliente que pague por el producto. Este puede ser precioso, óptimo en su función, innovador, mejor que los productos anteriores en su categoría, pero, si nadie paga por él, el producto no existe.

 

Vender

Llevar el producto del emprendimiento al mercado, conseguir clientes satisfechos con él. Esa debe ser la primera prioridad. Sorprende la cantidad de veces que los emprendedores no comprenden esto.

 

Actividades

En un ecosistema medianamente maduro de apoyo a emprendedores, como es el uruguayo, existe un muy buen número de actividades que sirven para impulsar a las personas a transformar su idea en un emprendimiento y a sacarlo adelante. Concursos, premios, conferencias motivadoras, eventos de un día, de dos, campamentos, fines de semana. ¡Todo eso es muy valioso! Tengo el honor de haber participado personalmente de la primera edición de muchas de esas actividades y de haber sido llamado como jurado en muchos concursos. Es una actividad que nos llena de energía a los organizadores… la energía que nos contagian los emprendedores.

Son actividades imprescindibles para continuar impulsando y motivando a las personas a construir sus sueños y a mejorar la calidad de los que ya están en el camino emprendedor.

Solo que, en ocasión de estas líneas, aprovecho para destacar la necesidad de balance en el uso del tiempo por parte de los emprendedores. Me ha tocado ver emprendimientos que ganan concursos, subsidios, y espacio en notas de prensa. Y todo eso consume el tiempo de los emprendedores, que cuando quieren acordar, no tienen clientes, no venden, no facturan… Y al poco tiempo, el emprendimiento desapareció. Me entristecen esos casos. Y me parece que todo ese glamour los distrajo de dónde debían poner sus prioridades.

 

Cierre

Mientras trabajaba un borrador de estas líneas, me encontré con uno de los graduados de Ingenio y comentamos estas ideas. Me dijo: “Cómo no, y muchas veces las reuniones entre emprendedores parecen competencias para ver quién trabajó más horas en la última semana”. Sonreímos, pero con preocupación. ¿Dónde está el límite entre la dedicación de un emprendedor apasionado y un workaholic? No lo sabemos; y es en la eterna búsqueda de equilibrios donde creo que debemos concentrar nuestros esfuerzos.

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