Revista del IEEM
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Un gran paso en forma de ley

El 11 de setiembre de 2019, el senado aprobó por unanimidad la ley de Promoción de Emprendimientos. Como su nombre lo indica, su objetivo es la promoción y desarrollo de emprendimientos, tan necesarios para la generación de empleo y el crecimiento económico.

La ley consta de tres pilares fundamentales. El primero establece los objetivos de la ley y regula el soporte institucional que se utilizará para la coordinación y articulación de iniciativas en materia de fomento del emprendimiento. El segundo regula las sociedades por acciones simplificadas (SAS), como una nueva forma jurídica para desarrollar emprendimientos. Y el tercero establece las bases de la regulación de un sistema de financiamiento colectivo.

En definitiva, ahora las SAS y el crowdfunding estarán a disposición de los emprendedores uruguayos. Y es un gran paso para el Uruguay emprendedor.

La introducción de la SAS implica un verdadero cambio de paradigma para el ecosistema emprendedor uruguayo, al permitirle a los propios emprendedores que hagan una sociedad a medida. Las formas tradicionales normalmente someten a los operadores a sus reglas de juego, por medio de normas imperativas que muchas veces no permiten ser modificadas. La SAS, en cambio, fue ideada bajo la premisa de que los emprendedores son quienes están mejor posicionados para autorregularse, respetando siempre los derechos de terceros. No cabe duda de que esto era una cuenta pendiente para Uruguay y de que nos pone a tiro con países de vanguardia y con la realidad actual de los negocios.

Otro gran avance que trae consigo la ley es la regulación del financiamiento colectivo. Hasta hace poco tiempo, si uno quería obtener financiamiento para un proyecto, contaba con las siguientes opciones: pedir un crédito a una institución financiera, conseguir una o más personas dispuestas a invertir en el emprendimiento o financiarse con fondos propios.

Hoy en día, el crowdfunding ya es una realidad a nivel internacional. Este método está basado en la idea de que hay personas que están dispuestas a financiar proyectos aportando pequeñas sumas de dinero. No es lo mismo pedirle a una persona o entidad USD 10 000, que pedirles a mil personas que apoyen un proyecto aportando tan solo USD 10 cada una. A través de Internet y de las redes sociales, se puede acceder a una enorme cantidad de personas ubicadas en cualquier parte del mundo. El crowdfunding se realiza a través de plataformas que conectan a los emprendedores con los inversores y cada plataforma de financiamiento colectivo tiene su perfil propio y modelo de negocio particular.

Esperemos que esta nueva ley redunde en que muchos proyectos se concreten por medio del financiamiento a través de este novedoso mecanismo y que la adaptabilidad que ofrece la SAS ofrezca un empujón al ecosistema para seguir creciendo como lo viene haciendo hasta ahora.

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