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Estados Unidos y Uruguay

No es lo mismo Biden que Trump como presidente de Estados Unidos, y eso tiene consecuencias globales, en múltiples frentes. Sin embargo, no hay cambios que puedan tener un efecto automático en Uruguay en el corto plazo. Un impacto positivo directo sobre la economía uruguaya depende más de la proactividad de Uruguay que del nuevo gobierno de Estados Unidos.

Estados Unidos es un socio comercial relevante para Uruguay: es el destino de dos terceras partes de las exportaciones de software y servicios relacionados (USD 500 millones anuales), y es el cuarto principal destino de todas las exportaciones de bienes (USD 600 millones anuales).

La venta de software y servicios relacionados tiene condiciones de acceso adecuado, lo que explica en parte su desarrollo. A su vez, hay una exoneración de impuestos internos a las exportaciones del sector, lo que se debe mantener. Hoy el sector emplea a 16 000 personas, factura USD 1500 millones por año, tiene buenas perspectivas para crecer y se interrelaciona con el resto de los sectores del país contribuyendo con la mejora de la productividad.

La carne es el principal bien de exportación del país y explica casi dos tercios de las exportaciones de Uruguay a Estados Unidos con un monto cercano a los USD 270 millones anuales. El volumen exportado es relevante, aunque bastante menor que lo que era hace 15 años. Mientras que en 2004 se exportaba a América del Norte casi 200 000 toneladas de carne, en 2019 se exportaron solo 45 000.

No es lo mismo Biden que Trump como presidente de Estados Unidos, y eso tiene consecuencias globales, en múltiples frentes.

Para acceder al mercado de Estados Unidos sin pago de aranceles, Uruguay tiene una cuota de 20 000 toneladas. Lo que va en ese régimen paga un impuesto casi nulo, pero fuera de eso paga 26,4 %. Todo esfuerzo por mejorar el ingreso de carne uruguaya a mercados externos vale la pena. Paga. El sector productor de carne tiene gran potencial de crecimiento y derrame.

Usualmente, cuando se mide el impacto de la producción de un sector, se considera no solo su producción propiamente dicha, sino también los derrames que genera en el resto de la economía. Un aumento en la actividad de un sector determina que sea necesario utilizar más insumos de muchos otros sectores, que, a su vez, necesitarán también utilizar otros insumos para satisfacer las nuevas necesidades de producción.

Para aumentar la producción de carne bovina se necesita más alimento para el ganado y mayor uso de fertilizantes. Pero, al aumentar la actividad del sector fertilizantes, también se requiere más gasto en químicos, que, a su vez, son insumos para el sector fertilizantes.

Al mismo tiempo, existe un impacto inducido que se produce al aumentar el ingreso de las personas que participan en el proceso productivo considerado. Esto genera mayor demanda de bienes de consumo que, a su vez, van a necesitar más insumos para poder satisfacer la nueva demanda.

Según estimaciones de CERES, el multiplicador de impacto de la producción de carne asciende a 3,43, bastante mayor al multiplicador sectorial promedio (2,45). Esto implica que, por cada dólar exportado de carne, el impacto interno es casi tres veces y medio superior.

Todo esfuerzo por mejorar el ingreso de carne uruguaya a mercados externos vale la pena. Paga.

Si, por ejemplo, en un horizonte razonable de tiempo se dieran las condiciones para aumentar en un 50 % las exportaciones de carne, el impacto directo ascendería a USD 1350 millones, el impacto indirecto a USD 2250 millones y el impacto inducido a USD 2350 millones. El impacto total superaría los USD 5900 millones, lo que en términos de PBI representa USD 2400 millones (5 % del PBI actual).

El país tiene condiciones naturales, conocimiento acumulado e inversiones hechas a lo largo del tiempo para que sea posible aumentar significativamente la producción de carne. Para lograrlo es necesario desatar nudos a lo largo de toda la cadena productiva. Hay que empezar desde la punta y mejorar el precio de venta final en los mercados relevantes del exterior. Estados Unidos es uno de ellos, importante y potencialmente más importante, y es momento de hacer todo lo que sea necesario para mejorar las condiciones de acceso de la carne.

Para dar un salto en las exportaciones de carne, muchos productores tendrían que reoptimizar su modelo de negocios. El ciclo ganadero incluye la cría, la recría y el engorde. Y, para aumentar la producción, se deben mejorar indicadores en todas sus etapas. Habría que analizar las posibilidades de una mayor especialización en las distintas etapas, dependiendo de las condiciones de producción de cada establecimiento. Las tecnologías necesarias para incrementar la producción de carne en todas las fases del ciclo ganadero están disponibles en el país. Algunas son de bajo costo y otras requieren de cierta inversión. En todos los casos, es necesario generar las condiciones adecuadas que incentiven al productor a asumir los riesgos asociados.

El país tiene condiciones naturales, conocimiento acumulado e inversiones hechas a lo largo del tiempo para que sea posible aumentar significativamente la producción de carne.

En un negocio de largo plazo como la producción de carne, tanto el criador como el recriador y el invernador (o engordador a corral) necesitan señales claras para invertir. Por ejemplo, para el criador es necesario asegurar la válvula de escape de la libre exportación de ganado en pie, de forma de sostener un razonable poder de negociación con el resto de los integrantes de la cadena. También habrá que considerar cambios tributarios para fomentar esta inversión. Al mismo tiempo, habrá que estudiar y explorar todas las alternativas de promoción que sean aplicables al complejo cárnico en su totalidad. Habrá que generar las condiciones para que la industria frigorífica pueda reducir costos en el proceso industrial y ser competitiva a nivel internacional. La reducción de la conflictividad y mejora de la productividad laboral también son aspectos críticos.

Hay cambio de gobierno en Estados Unidos. Urbi et orbi se habla de cambios profundos a nivel de las grandes potencias. Mientras tanto, Uruguay, con ingenio y proactividad, debería buscar una mejor relación comercial con Estados Unidos, lo que no es fácil, pero, como decía Artigas: “Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”.

Autor

Profesor de Economía en

PhD en Economía, Universidad de San Andrés (Argentina); máster en Economía, Universidad de Chicago; Programa de Alta Dirección, IEEM, Universidad de Montevideo; licenciado en Economía y Analista en Contabilidad y Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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