Revista del IEEM
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Liderar desde el ser

Si le preguntamos a madres y padres qué es lo que más desean para sus hijos, seguramente la respuesta más reiterada sea “que sean felices”. Como seres humanos estamos siempre buscando la felicidad. ¿Pero qué significa? Seguramente haya tantas definiciones como personas.

Si tuviera que esbozar mi respuesta, sin duda ponderaría mucho el poder alinear lo que uno aprendió y pudo desarrollar, con lo que a uno le gusta y disfruta, y más se acerca al concepto si una cree que lo que hace tiene un impacto positivo en la sociedad.

Cuando Steve Jobs pronunció su célebre discurso en la Universidad de Stanford, desarrolló el concepto de “conectar los puntos” y decía: “los puntos solo pueden unirse cuando miramos hacia atrás y nos damos cuenta de cómo hemos recorrido un camino”.

A mis 50 años, tengo la posibilidad de conectar muchos puntos, algo que tal vez en otros momentos no podría haber hecho. Esto tiene que ver con la elección de los caminos, el conectar puntos te lleva por un camino y no por otros. Seguramente muchas experiencias personales y laborales no han tenido sentido inmediato; no todo tiene explicación a su debido tiempo. Pero en perspectiva, si unes los puntos hacia atrás, te darás cuenta de por qué transitaste aquellas experiencias.

Recibí una educación privilegiada en el Liceo Francés que, sin duda, me hizo desarrollar un espíritu crítico para realizar cuestionamientos que me permitieron crecer día a día. Los profesores hasta me llamaban “contestataire” por mis constantes —y reconozco que a veces hasta molestos— cuestionamientos. Nunca aceptaba el statu quo o la respuesta “porque esto siempre se hizo así”; y siempre me gustaba defender las causas colectivas.

Al ingresar a la Universidad de la República me enfrenté a la decisión de escoger entre las carreras de sociología o economía. Por un lado, me gustaba mucho el área social, pero, por otro lado, me atraían los números. Me terminé definiendo por la economía. Las materias cuantitativas como estadística y econometría me fascinaban.

Al momento de elegir el tema de la tesis para recibirme de economista, opté por realizar un análisis econométrico de la brecha salarial de género en Uruguay. Si bien hoy es algo frecuentemente estudiado —e incluso este año implicó el Premio Nobel de Economía para Claudia Goldin—, era algo inusitado y hasta disruptivo para esos tiempos. Incluso, un profesor grado cinco me dijo: “Vas a tirar por la borda toda una carrera eligiendo ese tema…”.

En retrospectiva, uno esos puntos y me siento casi como una visionaria. Me alegra haber insistido en la elección de ese tema. Disfruté mucho de la realización de la tesis y, además, a partir de allí me interesó continuar profundizando en esa temática. Mientras en Estados Unidos y Europa existían ya varios trabajos sobre la brecha, en Uruguay ninguno o casi ninguno, lo que claramente me posicionaba en un área novedosa de estudio para Uruguay. Finalmente me recibí en 1996.

Recién en 2010 se crea ONU Mujeres a nivel global: fue la última agencia de las Naciones Unidas en establecerse. A los pocos años se abrió un cargo para dirigir la Oficina en Uruguay. Al leer ese llamado sentí que me habían venido a buscar. Era la oportunidad de fusionar mis aprendizajes con un trabajo.

Mi mayor contribución al trabajo de ONU Mujeres en Uruguay tiene que ver con haber hecho aportes que permiten observar la realidad a través de los lentes de género y analizarla desde la base sólida de las estadísticas para, a su vez, generar la consciencia necesaria para una transformación social. En particular, me interesa poder transformar datos en información, información en conocimiento y que ese conocimiento sirva para la decisión en política. Así es que conecté los puntos entre lo estadístico y lo social.

Soy una convencida de que no se puede cambiar lo que uno no conoce y, al cuantificar las brechas de género, vemos que hace falta una gran transformación para no continuar perpetuando el statu quo basado en las creencias y los estereotipos de género. Me da fuerza, además, pensar que estoy aportando a una causa, que es la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. Es una satisfacción dedicarse a una causa para contribuir a un impacto positivo en la sociedad.

Liderar desde el ser es un tema que llevo en mi ADN. Me acompañó cuando era estudiante y me acompaña hasta el día de hoy, cada día en mi trabajo y en mi vida personal, porque el destino hizo que tuviera mellizos por la igualdad: una niña y un varón. Así resumí lo que significa haber “unido los puntos” en mi perfil de LinkedIn: “Me apasiona lo que hago, combinando un trabajo con un propósito, las estadísticas con lo social”.

Directora de ONU Mujeres

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